Si hay un staff de pitcheo que ha batallado en la presente campaña de la Major League Baseball, es el de los Arizona Diamondbacks.

No hay hasta el momento en la Liga Nacional un grupo de lanzadores que tenga números más preocupantes que el del equipo de Arizona. Se han recuperado en el mes de mayo, y aún así siguen en último lugar en porcentaje de carreras limpias permitidas.

Hace una semana fueron a visitar a los New York Mets, y en 29 innings trabajados (tres no contaron por suspensión por lluvia) la ofensiva rival sólo pudo anotarle en siete ocasiones. ¿Muestra de recuperación?, así parece, mejores noticias para un staff de pitcheo que iba camino a establecer récord negativo.

Fue apenas la segunda vez en la campaña que en una serie dejan al rival en dígito sencillo en anotaciones, la otra fue en San Diego a inicios de mayo, pero ese parque de pelota puede verse como uno de los más difíciles para batear.

Lo interesante es que tal recuperación fue vista de una manera distinta por el otro equipo: los New York Mets pusieron en la cuerda floja al coach de bateo, y tan pronto perdió el siguiente juego anotando sólo 3 carreras lo despidieron. Así de indignante lo vieron, para ellos no fue recuperación de los Diamondbacks sino la gota, que gota, el chorro de agua que derramó el vaso.

Es un tema que puede arrojar diferentes puntos de vista, ¿qué tanto pesa un coach de bateo en un equipo de beisbol? Los Mets lo vieron como el movimiento que tenían que hacer para buscar mejorar la ofensiva. Habrá quien lo vea como una persona clave, alguien que puede encontrar los vicios en que está cayendo un bateador. Habrá quien lo vea como un movimiento sin trascendencia, que el problema no es tan fácil de resolver. No todos los necesitan.

Se dice que hay peloteros que no necesitan un instructor, tienen un talento natural y reaccionan perfectamente sin ayuda alguna. Tiene su lógica, ¿qué le iban a decir a Joe DiMaggio, Ted Williams y Pete Rose?, igual en la actualidad difícil pensar que Mike Trout, Troy Tulowitzki o Giancarlo Stanton recibirán consejos que mejoren mucho su rendimiento. Esos peloteros son estrellas, entre otras cosas, por la habilidad que tienen para hacer sus ajustes, los encuentran ellos mismos y rara vez caen en una racha negativa extensa.

Sin embargo, en un equipo de beisbol vamos a encontrar como mayoría a bateadores que sí necesitan ayuda. Son pocos los superdotados, y es por eso que es importante un buen coach de bateo. Para reforzar esta teoría de los jugadores que no necesitan ayuda, se decía en la década de los noventas que el coach de bateo de los Seattle Mariners tenía la dicha de contar en su ofensiva con dos de los mejores bateadores en todos los tiempos, uno zurdo y otro derecho. Así es que contaban que a los bateadores derechos les decía “mira lo que hace Edgar Martínez, y busca hacerlo de una manera similar”, mientras que a los zurdos les decía “no pierdas de vista los movimientos de Ken Griffey Jr.”.

Probablemente era una broma, pero de que le ayudaba al coach de bateo contar con estos dos peloteros, al menos tenía dos elementos menos en quiénes preocuparse. La realidad es que ahora, en la Major League Baseball no sólo se cuenta con un coach de bateo, hay incluso un asistente del coach.

Está claro que son mayoría los jugadores que necesitan ayuda, y por lo visto los bateadores de los Mets estaban más urgidos que los pitchers de los Diamondbacks, por lo que hicieron su movimiento.


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