cortesía de Luis Ortega

Christian Barco

Platiquemos. Tengamos una discusión sin prejuicios sobre lo que es vivir con VIH/SIDA.

Sí, has oído hablar de esta enfermedad. Ha sido un tema delicado durante unas tres décadas. Y sí, hay gente que ya está cansada de escuchar sobre el VIH/SIDA y las personas infectadas.

Pero todavía necesitamos sostener un debate público y frontal. La enfermedad está entre nosotros, sigue siendo un grave problema de salud pública -puesto que no existe cura- y permanece, lamentablemente, como un tema tabú para mucha gente.

Christian Barco quisiera que continuáramos hablando sobre el VIH/SIDA, sus causas, la prevención y el tratamiento. También le gustaría que supiéramos que aunque la enfermedad es grave, no es una sentencia de muerte para quienes están infectados. Y desearía que entendiéramos que no define a una persona que la padece.

“Eso no es lo que él era”, dijo Luis Ortega, pareja de Barco por casi 15 años. “Él diría, ‘aquí estoy yo’”.

Barco tenía VIH/SIDA y, gracias a sus medicamentos, vivió con el virus por los años que él y Ortega estuvieron juntos. Murió el 8 de septiembre, dos semanas después de sufrir aneurisma cerebral, lo que nada tuvo que ver con su enfermedad. Barco tenía 40 años, y él y Ortega eran padres de un niño de 6 años.

Ortega habló en nombre de su pareja el 15 de octubre en El Casino Ballroom, en el Día Nacional de la Concientización del SIDA entre Latinos. Barco, quien trabajaba como investigador de enfermedades transmisibles, recibió un reconocimiento póstumo por sus vigorosos esfuerzos comunitarios, tanto profesionales como voluntarios, para educar a la gente sobre la enfermedad que él padecía.

Barco llevó su enfermedad con dignidad, sin avergonzarse. Entre su familia y amigos cercanos, la enfermedad no era tema de conversación, dijo Ortega.

El debate público y la educación acerca del VIH/SIDA han disminuido visiblemente, en gran parte debido a que más gente está recibiendo tratamiento por esta enfermedad y viviendo más tiempo, y menos gente está muriendo directamente a causa del SIDA.

Pero el VIH/SIDA persiste, dijo Ortega, director de programa de la Fundación SIDA del Sur de Arizona (SAAF, por sus siglas en inglés), organización tucsonense sin fines de lucro que ofrece servicios, programas y educación pública.

Según el Departamento de Salud del Condado Pima, alrededor de una de cada cuatro nuevas infecciones de VIH/SIDA –el 26 por ciento- ocurre entre jóvenes de 13 a 24 años de edad. Casi cuatro de cada cinco de estas infecciones ocurren en hombres.

De estos jóvenes infectados con el VIH, el 60 por ciento ignora que está infectado, no se hacen la prueba y sin saberlo pueden contagiar a otros, dice el Condado.

Los hombres jóvenes están más expuestos al VIH que las mujeres de su edad y también son menos propensos a hacerse el examen.

Una buena noticia, sin embargo, es que el número de nuevos casos de VIH/SIDA ha bajado, reportó el Condado. La cifra se redujo a menos de 100 en el 2012, de casi 250 que había en 1987.

Pero aunque hay avances en la educación pública, aún existe un mar de ignorancia y conceptos equivocados sobre la enfermedad, dijo Ortega.

Algunos jóvenes que van a SAAF a hacerse la prueba ignoran información básica. Todavía hay gente que cree que puede contraer el virus por un beso, dijo.

Las dos principales vías de contagio siguen siendo las agujas compartidas para drogarse y el sexo sin protección, dijo.

Obtener información veraz en las escuelas sigue siendo difícil. Las escuelas públicas han levantado barreras ante un debate abierto y honesto sobre la educación sexual entre los jóvenes, dijo Ortega.

Vivir con VIH/SIDA no es fácil, pero tampoco tiene que ser una carga, dice Joseph Loder, de 46 años y voluntario de TIHAN, siglas en inglés de la Red Interreligiosa de VIH/SIDA de Tucsón.

En mayo de 2012 se enteró de que él había contraído la enfermedad. Sin saber cómo reaccionaría su familia, les dijo lo que pasaba. No lo juzgaron, dijo. Lo apoyaron.

Loder, quien habló en la cena por el Día de la Concientización, compartió su historia públicamente para eliminar las actitudes negativas persistentes asociadas con el VIH/SIDA.

“Si no hablas de eso, el estigma no desaparecerá”, dijo Loder.

Además de mantener la concientización y una discusión pública sobre el VIH/SIDA, sus causas y tratamientos, los activistas también piden que todos exijamos a los líderes políticos que destinen recursos y políticas para mejorar la educación pública. Díganle a los legisladores en Phoenix y a la delegación legislativa en Washington D.C. que la educación sobre el VIH/SIDA y su tratamiento requiere un apoyo bipartidista y sin prejuicios.

Dejemos que la conversación pública continúe.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo al netopjr@azstarnet.com o en el 573-4187.