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Habitantes de Guaymas suplican: "Por favor, hagan caso. Ya no soportamos"

El verano catastrófico de aguas residuales en el centro de Guaymas llevó al gobierno de Sonora a declarar una emergencia de salud en noviembre

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Un arroyo inundado de aguas residuales en el centro de Guaymas desemboca en una bahía. El 13 de septiembre, el Arizona Daily Star tomó muestras de agua de la costa de la bahía para analizarlas en busca de coliformes fecales, el tipo de bacteria que se encuentra en los desechos humanos y que se usa como indicador de la contaminación fecal en el agua. Los resultados mostraron que las partes de coliformes fecales por cada 100 mililitros era más de 100 veces el estándar federal para descargas de aguas residuales en aguas nacionales.

Este proyecto del Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón se produjo en asociación con Fronteras Desk de la estación de radio KJZZ de NPR. Escucha la serie de radio de dos partes en sewagecrisis.kjzz.org. El reportaje fue apoyado por el Pulitzer Center on Crisis Reporting.

Estás en Parte 2: Las raíces del problema

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Lee la nota completa en www.laestrelladetucson.com

GUAYMAS, Sonora — A pocos metros del porche delantero d la casa donde creció Claudia Fourcade, una tubería de alcantarillado expuesta, llena de líquido verde, emana un olor pútrido. Los desechos escurren hacia un charco creciente en medio de la calle.

Fourcade, de 24 años, sostiene un letrero escrito a mano en una cartulina naranja, suplicando: “Por favor, hagan caso por las buenas. Ya no soportamos”. Ella y sus vecinos organizaron una pequeña protesta esa tarde de finales de verano, construyendo un obstáculo de basura y escombros para llamar la atención de los trabajadores del organismo estatal de agua.

Fourcade, madre de dos niños de 5 y 7 años, dijo que el hedor se infiltra en su casa, lo que hace que sea imposible disfrutar de la comida. Ni siquiera puede lavar la ropa en casa, porque el olor impregna su ropa.

“Es muy feo”, dijo. “Es muy incómodo vivir así, la verdad”.

Una vez trató de cubrir la tubería rota con cemento. Pero cuando la presión de los desechos se volvió demasiado grande, volvió a abrirse paso, dijo.

La tubería de alcantarillado expuesta de Fourcade ejemplifica un problema común en Guaymas: infraestructura mal instalada.

El suelo es rocoso y difícil de excavar, por lo que se instalaron muchas tuberías de alcantarillado demasiado cerca de la superficie, dijo Marco Antonio Ahumada Gutiérrez, ex director regional de la Comisión Estatal del Agua (CEA), en Guaymas, San Carlos, Empalme y la pequeña comunidad yaqui de Vícam.

“No tiene profundidad, porque es pura roca”, dijo Ahumada, quien tiene una licenciatura en hidráulica y una maestría en administración de empresas. Trabajó en varios puestos de dirección local para la CEA entre 1993 y 2015, incluyendo cinco años como director regional entre 2009 y 2014.

Las tuberías deben enterrarse a una profundidad de 50 centímetros, sobre un lecho de arena de al menos 20 centímetros para amortiguarlas, dijo. En cambio, se instalaron muchas tuberías sobre rocas irregulares, y la presión del tráfico aéreo da como resultado rápidamente tuberías rotas o colapsadas, explicó Ahumada.

Ahumada, oriundo de Guaymas, fue uno de los cuatro exdirectores de la CEA que conversaron con el Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón sobre las causas fundamentales de la crisis del alcantarillado en Guaymas y San Carlos.

En entrevistas separadas, los ex directores de la CEA describieron los principales desafíos que enfrenta la entidad de servicios públicos: suelo rocoso y topografía montañosa, además de importantes problemas financieros.

Si bien los problemas de alcantarillado son comunes en todo Sonora, Guaymas enfrenta todos esos desafíos a la vez, dijo el ex director regional de la CEA, Iván Cruz, cuyo mandato terminó en septiembre.

En el centro de Guaymas, un verano catastrófico de crisis de alcantarillado culminó cuando el gobierno del estado de Sonora declaró una emergencia de salud a principios de noviembre.

“Hay varias partes, no como el caso de Guaymas. El caso de Guaymas es más complejo”, dijo Heriberto Aguilar, secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano en Sonora. “Yo creo que nunca se debe llegar a las urgencias. Debemos prevenir las urgencias. Cuando se llega a urgencias es que algo no hicimos bien, que algo nos falló”.

A un par de puertas de la protesta de Fourcade, Brenda López hace tortillas de harina a mano mientras su hijo de 6 años, Jesús, juega con los vecinos. Recientemente estuvo enfermo durante 12 días con diarrea y vómitos, que ella atribuyó a la exposición a las aguas residuales.

Brenda López hace tortillas de harina a mano mientras su hijo Jesús de 6 años juega con los vecinos. Cerca de allí, una tubería de alcantarillado expuesta ha estado goteando a la calle durante semanas. López dijo que su hijo estuvo enfermo durante 12 días con diarrea y vómitos, que ella atribuyó a la exposición a las aguas residuales.

El olor de la tubería de alcantarillado abierta no ayuda a su negocio, dijo.

“¿Quién vendría a comprar tortillas con esta peste?”, dijo. “Nos hemos quejado mucho y nadie nos pone atención”.

Plan de tres años

El nuevo director estatal de la CEA, José Luis Jardines Moreno, y el director regional David Pintor, que supervisa Guaymas, San Carlos, Empalme y Vícam, fueron nombrados en septiembre, luego de las elecciones locales y estatales. Ambos rechazaron una solicitud de entrevista.

En respuesta a las preguntas de este periódico y de la estación de radio KJZZ, un portavoz de la oficina del gobernador proporcionó respuestas escritas que, según dijo, fueron compiladas por varios departamentos de la agencia.

La agencia dijo que las fallas de infraestructura hicieron necesaria la declaración de emergencia para proteger la salud de los ciudadanos.

Las tuberías obstruidas y las bombas de alcantarillado rotas “representa un riesgo para la salud de las personas que transitan por el área y requiere la atención expedita para resolver la problemática”, señala el comunicado de la CEA. “Se tiene contemplado llevar a cabo en los próximos tres años, inversiones importantes en materia de agua potable, alcantarillado y saneamiento a fin de resolver en definitiva esta situación”.



<&rdpStrong>La escasez de agua empeora el problema</&rdpStrong>

La escasez de agua ha agravado los problemas de alcantarillado en Guaymas y San Carlos, dijeron los ex directores regionales de la CEA Roberto Romano y Ahumada.

Las tuberías de alcantarillado de PVC están diseñadas para transportar un flujo constante de agua presurizada. Pero los residentes de Guaymas y San Carlos han tenido un sistema de agua racionado, en el que los hogares reciben el agua potable de la ciudad solo unos pocos días a la semana. En algunos casos, la escasez de agua o las roturas de línea han resultado en tramos mucho más largos sin agua, dijo Romano.

En Guaymas y San Carlos, la mayoría de las casas tienen tanques de almacenamiento de agua en sus techos para usarla en los días en que no hay flujo de agua desde la ciudad.

El flujo de agua inconsistente presiona las tuberías de alcantarillado, las cuales tienen que soportar periodos secos intermitentes entre periodos de flujo de agua a alta presión, dijo Romano, quien fue director regional de la CEA durante 4 años y medio antes de dejar el cargo en 2019.

“No están diseñados para ese tipo de presión”, señaló. “Están diseñados para una conducción estable de agua”.

Otro tema es el envejecido acueducto que trae el agua a Guaymas desde Obregón, a 120 kilómetros de distancia. A los 31 años está llegando al final de su vida útil, dijo Ahumada.

La Avenida Serdán, una vía importante en el centro de Guaymas, se inundó de aguas residuales durante gran parte del verano debido a tuberías colapsadas y bombas rotas. Cerca de ahí, vendedores ambulantes vendían alimentos y bebidas mientras los peatones cruzaban el pavimento mojado el 10 de septiembre. En el fondo, los trabajadores de la CEA destapar la tubería con un varillo.

Bombas rotas

Las tuberías no son el único problema. Las bombas de aguas residuales de la ciudad están en mal estado, a menudo destruídas o robadas para sacarles piezas, y se descomponen de forma rutinaria, lo que provoca acumulaciones de aguas residuales.

“Si vas y miras una de las estaciones de bombeo, se ven abandonadas”, dijo Romano.

Durante gran parte del verano pasado, solo tres de la red de 11 bombas de alcantarillado de la ciudad estaban funcionando, dijo Sebastián Orduño, quien fue elegido este año como diputado local por Guaymas-San Carlos.

“Llegamos a un punto donde muchas zonas de Guaymas, sobre todo las avenidas principales estuvieron inundadas en aguas negras”, dijo en un mensaje de texto. “La gente ha tenido que aprender a vivir con este problema, por la indiferencia de gobiernos pasados”.

Los problemas de alcantarillado existen en todo Sonora, dijo Sergio Ávila, ex director estatal de CEA. Dejó su cargo en septiembre, cuando se eligió al nuevo gobernador. Pero en otras ciudades, las filtraciones tienden a ser menos notorias, dijo.

“Guaymas tiene un problema”, dijo. “Cualquier cosa que fuga, todo mundo se da cuenta porque todo va hacia un punto en la ciudad”.

Las muestras de agua tomadas por el Arizona Daily Star el 13 de septiembre encontraron que las aguas residuales que fluyen en la Avenida Serdán, una de las principales vías de Guaymas, tenían niveles de coliformes fecales de 7.8 millones de partes por 100 mililitros, lo que confirma que se trata de aguas residuales sin tratar. Los coliformes fecales son el tipo de bacteria que se encuentra en los intestinos de los animales de sangre caliente y, a menudo, se utilizan como un indicadores de la contaminación fecal en el agua.

Los vendedores de alimentos al aire libre operan en el centro de la ciudad incluso cuando las calles están inundadas de aguas residuales, lo que crea un peligro masivo para la salud, dijo Jaqueline García Hernández, del Centro de Investigación en Alimentos y Desarrollo de Guaymas (CIAD).

Incluso cuando los charcos de aguas residuales se evaporan o drenan, la suciedad contaminada cubre las calles y flota en el aire, algo de lo que es imposible escapar, dijo.

Aguas pluviales

Como muchas ciudades mexicanas, Guaymas no tiene un sistema de aguas pluviales separado; toda el agua fluye hacia el sistema de alcantarillado.

Eso significa que el agua de lluvia recoge todo a su paso, incluida la arena y las abundantes pilas de basura en las calles, y la vierte en el sistema de alcantarillado ya sobrecargado.

Durante las lluvias de verano, los residentes quizás bien intencionados a veces abren las tapas de las alcantarillas para permitir que se drene más agua de lluvia de las calles, una boca abierta para la basura y los escombros.

Este verano, el nivel de basura en las calles fue peor de lo habitual, dicen los residentes. Durante meses, el transportador de basura contratado por la ciudad, llamado PASA, no recogió la basura en absoluto. Como dicen los residentes de Guaymas, “PASA no pasa”.

Los medios locales informaron que las disputas contractuales y un brote de COVID-19 en PASA fueron los responsables, lo que deja a los residentes de Guaymas no solo inundados de aguas residuales, sino también rodeados de montañas de basura, y ello conlleva sus propios riesgos para la salud.

Cualquier estudio sobre los impactos en la salud de las aguas residuales en Guaymas se vería confundido por el riesgo para la salud simultáneo que representa la basura en descomposición en las calles, dijo José Arreola, director del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR).

“La recolección de la basura en la ciudad es muy deficiente y representa un grave problema por sus efectos adversos en la salud publica, incluyendo también riesgos de enfermedades respiratorias y gastrointestinales”, señaló.

La contaminación extendida

Entre agosto y noviembre, este periódico tomó muestras de agua de bahías, arroyos y calles de Guaymas, así como muestras del sistema de tratamiento de aguas residuales naturales en San Carlos, denominado laguna de oxidación. Las lagunas son el único tratamiento de aguas residuales disponible en San Carlos o Guaymas.

Las pruebas de agua realizadas por el CIAD Guaymas, midieron la presencia de coliformes fecales.

Los resultados de las pruebas revelaron contaminación de aguas residuales en una bahía de Guaymas en violación de los estándares ambientales federales y confirmaron que las aguas residuales que fluyen por el centro de Guaymas eran aguas residuales sin tratar.

Las pruebas del Star también revelaron que la laguna de oxidación en San Carlos no es consistentemente efectiva para purificar los desechos humanos que se bombean allí.

San Carlos carece de una planta de tratamiento de aguas residuales moderna. Se basa en una laguna de oxidación de tres estanques, que se supone que limpia las aguas residuales mediante la interacción natural de la luz solar, las algas, el oxígeno y las bacterias. Las pruebas de calidad del agua realizadas por el Arizona Star muestran que la efectividad de la laguna varía drásticamente según el volumen de desechos que fluyen hacia ella.

Laguna de oxidación, el paso mínimo

El desarrollo en San Carlos está aumentando sin el apoyo correspondiente para el sistema de alcantarillado envejecido o ningún plan concreto para una instalación moderna de tratamiento de aguas residuales, dicen los líderes locales.

Al igual que Guaymas, el sistema de tratamiento de aguas residuales de San Carlos también depende únicamente de una laguna de oxidación administrada por la CEA, con la excepción de las casas qu cuentan con sistemas sépticos y algunos negocios privados que han construido sus propias lagunas de oxidación en las afueras de la ciudad. El Country Club también tiene su propia laguna de oxidación con un solo estanque.

Se supone que el método de tratamiento natural de aguas residuales utiliza una combinación de luz solar, oxígeno y bacterias para limpiar las aguas residuales.

Pero en EE.UU. se usa solo como tratamiento secundario o terciario, después de que las aguas residuales ya hayan pasado por una planta de tratamiento de agua convencional, dijo David Walker, científico investigador del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Arizona.

Si bien es mejor que nada, “los estanques de oxidación nunca debieron ser la única fuente de tratamiento en ningún lugar. Un estanque de oxidación es literalmente lo mínimo que se puede hacer”, dijo Walker. Y en México “no hay mucha fuerza en las regulaciones que les impida hacer eso”.

Muchos pueblos y ciudades mexicanos de escasos recursos dependen únicamente de las lagunas de oxidación, y se las arreglan con un tratamiento inadecuado de las aguas residuales, dijo Alejandro Olivera, científico principal y representante en México del Centro para la Diversidad Biológica con sede en Tucsón.

“Es habitual, pero no es bueno”, dijo Olivera, quien vive en La Paz, Baja California.

Incluso las lagunas de oxidación que logran reducir los niveles de contaminación fecal no abordan otros contaminantes, como metales pesados y productos químicos como nitrógeno y fósforo.

E incluso si una laguna tiene una tasa de eliminación del 90% o más de bacterias coliformes fecales, esa cifra suena más impresionante de lo que es, dijo Walker.

“Si está comenzando a haber un nivel enorme (de coliformes fecales), como el que se encuentra en las aguas residuales sin tratar, realmente no es difícil mostrar una alta tasa de eficiencia de eliminación”, dijo. “Esto no significa que el efluente sea seguro de ninguna manera, porque ese 10% residual (nivel de coliformes fecales) aún podría ser mucho más alto de lo que se consideraría seguro para su liberación al medio ambiente”.

En San Carlos, la laguna de oxidación tiene tres estanques. El primero contiene aguas residuales sin tratar, bombeadas desde todos los rincones de la ciudad. En el primer estanque, los sólidos y los sedimentos se hunden hasta el fondo del estanque. El líquido fluye hacia el segundo estanque, donde la exposición a la luz solar, el oxígeno y las bacterias corroe los patógenos peligrosos de los desechos. En el tercer estanque, se supone que el agua cumple con el estándar ambiental federal para uso agrícola: un promedio diario de 2,000 partes de coliformes fecales por 100 mililitros.

Pero las pruebas de calidad del agua realizadas por el Star muestran que la laguna de oxidación de San Carlos es inconsistente, con una efectividad que varía dramáticamente según el volumen de desechos que fluyen hacia las lagunas.

En el ajetreado mes turístico de agosto, la laguna de oxidación se desbordaba hacia un prado adyacente, con las aguas residuales de la laguna llenando los pastos, atrayendo caballos salvajes que beben ahí.

Las muestras de agua tomadas el 16 de agosto del estanque “limpio” final tenían coliformes fecales que suman 78,000 partes por 100 mililitros, según el análisis realizado por el CIAD Guaymas.

Eso es casi 40 veces el umbral diario según las normas ambientales federales de México. En el transcurso de un mes, los niveles de coliformes fecales deben promediar menos de 1,000 partes por 100 mililitros para cumplir con los estándares.

Pero las pruebas de calidad del agua mejoraron drásticamente seis semanas después, cuando la laguna no se desbordaba hacia el prado:

Un segundo conjunto de muestras de agua, tomadas del estanque “limpio” de la laguna de oxidación el 27 de septiembre, dieron buenos resultados dentro de los estándares federales: 450 partes de coliformes fecales por 100 mililitros.

Al igual que Guaymas, San Carlos cuenta con una laguna de oxidación para tratar sus aguas residuales, pero no se le ha dado mantenimiento en años. Roberto Romano, ex director de la compañía de agua de Guaymas y San Carlos, dijo que el mantenimiento regular de la laguna debería realizarse anualmente para garantizar que el agua descargada de los estanques cumpla con los estándares ambientales federales.

Las muestras tomadas y analizadas el 3 de noviembre, cuando el nivel del agua de la laguna era notablemente más bajo que las pruebas anteriores, mostraron niveles de coliformes fecales de solo 15 partes por 100 mililitros.

Los resultados sugieren que el volumen de aguas residuales, generado a fines de septiembre y noviembre, fue menor que en los ajetreados meses de verano, lo que permitió que la laguna de oxidación hiciera su trabajo de manera efectiva, dijo García Hernández.

Pero también sugiere que la laguna de oxidación se volverá cada vez más ineficaz a medida que crezca la población de San Carlos.



<&rdpStrong>Enfermarse jugando golf</&rdpStrong>

A pesar de la inconsistencia de la laguna de oxidación de San Carlos, las aguas residuales “tratadas” todavía se utilizan para regar el campo de golf en el San Carlos Country Club.

El ex director regional de la CEA y nativo de Guaymas, Roberto Romano, dijo que durante su mandato en 2016 vivía en el Country Club cuando los residentes comenzaron a quejarse de los olores de las aguas residuales.

“Mucha gente se fue del campo de golf de San Carlos por el olor”, dijo. “Se estaban enfermando”.

Ese año, Romano obtuvo fondos estatales para limpiar la laguna de oxidación de San Carlos; se dragó el fondo para profundizar la laguna y se cortó la vegetación descuidada. Ese modesto esfuerzo mejoró en gran medida el desempeño de la laguna y eliminó el olor en el campo de golf, dijo.

Si ese tipo de mantenimiento se hiciera anualmente, la laguna podría mantenerse en buenas condiciones de funcionamiento, dijo.

Durante el verano en San Carlos, el sistema de tratamiento de aguas residuales de la ciudad costera -una laguna de oxidación con tres estanques- se desborda hacia un prado adyacente. Los caballos a menudo visitan el área para beber el agua que se desborda, que el 16 de agosto contenía 78,000 partes de coliformes fecales por 100 mililitros, según las muestras tomadas por el Arizona Daily Star. Eso es casi 40 veces el estándar diario federal para el uso agrícola seguro de las aguas residuales.

“Se necesitaría menos de 1 millón de pesos (alrededor de $46,000 dólares) cada año para mantener la laguna de oxidación”, dijo Romano. “No es agua potable, pero puede ser el agua perfecta para el riego, si se mantiene”.

El propietario de San Carlos Golf Club, Lenny Manzon, rechazó una solicitud para ser entrevistado sobre la calidad actual del agua de riego en el campo de golf.

“Supuestamente, son aguas grises, no aguas negras”, dijo cuando se acercó al campo de golf. Dirigió cualquier pregunta adicional a la CEA.

Problemas de dinero

Si bien la CEA a nivel estatal opera los sistemas de agua y alcantarillado en Guaymas, San Carlos, Empalme y Vícam, esas entidades locales de la CEA son auditadas por separado, y sus resultados financieros están a millas de distancia.

La CEA en San Carlos, con tarifas de agua más altas y un alto porcentaje de usuarios que pagan sus facturas de agua, está operando en números negros, según una auditoría de 2020.

Pero la CEA en Guaymas tiene problemas económicos, dicen ex directores. El año pasado, la CEA Guaymas registró una pérdida de $29 millones de pesos ($1.3 millones de dólares), según una auditoría financiera de la CEA Guaymas de 2020. En 2019, la pérdida fue de $23 millones de pesos ($1 millón de dólares).

Las unidades de la CEA en Guaymas, San Carlos, Empalme y Vícam han acumulado una deuda total cercana a los $325.2 millones de pesos, unos $15 millones de dólares, por facturas de agua no pagadas.

Los problemas financieros en la CEA Guaymas tienen algunas causas principales, según ex directores de la CEA:

El 40% del producto primario de la CEA, el agua potable que se transporta desde Obregón (a unos 120 kilómetros de Guaymas), se pierde en gran parte por fugas en las tuberías. Se espera algún nivel de pérdida; en Estados Unidos, alrededor del 15% del agua potable se pierde por evaporación y procesos naturales, dijo Ahumada. Pero una pérdida del 40% es un desperdicio insostenible de un recurso escaso, dijo.

Demasiados usuarios en Guaymas no pagan sus facturas de agua y las tarifas del agua son demasiado bajas en comparación con el costo de producir y transportar el agua, dijo el ex director estatal de la CEA, Sergio Ávila, en una entrevista. Durante la pandemia, solo el 19% de los usuarios de Guaymas han pagado su recibo de agua, en comparación con el 60% anterior a la pandemia, dijo Cruz. Las tasas de pago en San Carlos están más cerca del 90%, incluso en la pandemia, dijo.

La CEA debe negociar con dos poderosos sindicatos de trabajadores que han hecho demandas agresivas, lo que ha llevado a una fuerza laboral ineficiente y sobredimensionada, dijeron ex directores. Ahumada dijo que la CEA en Guaymas, San Carlos, Empalme y Vícam podría operar eficientemente con la mitad de trabajadores, es decir, 170 de los 350 actuales.

Un arroyo destinado al drenaje de aguas pluviales se llena con aguas residuales sin tratar que llega de las alcantarillas desbordadas en todo el vecindario de El Rastro. Este arroyo desemboca en otro arroyo que va directamente en una bahía de Guaymas. El 13 de septiembre, el Arizona Daily Star tomó muestras de agua del arroyo para analizarlas en busca de coliformes fecales, el tipo de bacteria que se encuentra en los desechos humanos. Los resultados mostraron 14 millones de partes de coliformes fecales por cada 100 mililitros en la corriente. El estándar ambiental federal para la descarga segura de aguas residuales es 2,000 partes de coliformes fecales por 100 mililitros.

Poder sindical

Tres directores regionales de la CEA señalan a los dos sindicatos que representan a los trabajadores de la CEA como parcialmente responsables de los problemas financieros de la CEA Guaymas y las demoras en las reparaciones urgentes.

La CEA Guaymas tiene dos sindicatos: uno que representa a los trabajadores de primera línea y otro para ingenieros y técnicos de alto nivel, dijo Romano.

El 70% del gasto de la CEA Guaymas se destina a la nómina y las bonificaciones de los trabajadores, dijo Romano.

Romano describió situaciones en las que un problema eléctrico apaga una bomba de aguas residuales durante el fin de semana. Según los acuerdos sindicales, solo un trabajador de un sindicato en particular puede activar el interruptor para volver a encender la bomba, lo que lleva a retrasos innecesarios en la interrupción del flujo de aguas residuales, dijo.

Romano señaló que en sus cuatro años y medio como director regional de la CEA hubo seis huelgas laborales.

“Imagínese la energía, el tiempo que exige al administrador”, dijo. “Es muy agotador”.

Pero los trabajadores de la CEA dicen que sin los sindicatos, ni siquiera tendrían uniformes o calzado protector.

Antonio Chavoya, residente de Guaymas, dejó la CEA en el 2020 después de 29 años trabajando ahí, frustrado por no tener las herramientas para hacer el trabajo, como vehículos que funcionen, con buenas llantas y gasolina. Ahora trabaja en seguridad en el supermercado Ley.

El sindicato aseguró “los aumentos salariales, aguinaldos, botiquines, botas impermeables”, dijo. “Todo eso nos consigue el sindicato”.

En este salón de belleza en el centro de Guaymas instalaron una rampa a través de un arroyo de aguas residuales sin tratar para mantener secos los pies de los clientes. Las inundaciones de aguas residuales en el centro de Guaymas fueron constantes durante el verano, causando en los habitantes malestar estomacal, dolores de cabeza y ardor en los ojos. El estado de Sonora declaró una emergencia sanitaria en Guaymas.

La falta de pago por parte de los usuarios es otro tema complejo.

“Se supone que la empresa de agua es autónoma y autosuficiente. Pero no lo es”, dijo Romano, el ex director regional de la CEA. “¿Por qué? Porque la gente no paga por el agua”.

Muchos en Guaymas no pagan porque el servicio de agua potable y alcantarillado es deficiente, señaló. Pero sin esos ingresos, hay pocas posibilidades de que la CEA tenga los recursos para mejorar el servicio, dijo. “Es un círculo vicioso”.

Además de los ingresos por tarifas de usuario, la CEA Guaymas obtiene un subsidio estatal para ayudar a cubrir sus gastos, principalmente nómina y costos de energía, según un comunicado de la actual administración de la CEA en Hermosillo. Este año, ese subsidio rondará los $83 millones de pesos (uno $3.8 millones de dólares). Pero no es suficiente para cubrir el mantenimiento necesario y otros gastos, dice el comunicado.

Los usuarios también tienen dudas sobre si su dinero se destina a mejorar el servicio o si está siendo mal administrado por funcionarios públicos corruptos, dijo Orduño, el diputado local por Guaymas.

“La principal acción debe ser recuperar la confianza de los ciudadanos, convencerlos de que ya no habrá más corrupción, que su pago será destinado a mejorar el servicio de agua y alcantarillado”, dijo. “Logrando esto habrá un flujo de capital con el cual mantener los equipos de rebombeo en buenas condiciones”.

En el centro de Guaymas este verano, las bombas de alcantarillado rotas provocaron el vertido de aguas residuales sin tratar que salían de puntos de acceso para trabajadores, como esta alcantarilla en el barrio El Rastro el 17 de agosto. El gobierno de Sonora declaró estado de emergencia en Guaymas debido al colapso y descuido de la infraestructura de alcantarillado.

Gasto de energía

La topografía de Guaymas es montañosa, lo que requiere una costosa red de bombas de alcantarillado para llevar las aguas residuales de los residentes a través de colinas empinadas al único sistema de tratamiento de aguas residuales de la ciudad, una laguna de oxidación conocida como “La Salada”.

La laguna, que incluso los líderes de la CEA ahora admiten que es inadecuada, es el único tratamiento que reciben las aguas residuales antes de que se viertan al mar.

El ex director regional de la CEA, Ahumada, señaló los enormes costos de energía necesaria para operar las bombas de aguas residuales. Cada mes, Guaymas gasta $5.5 millones de pesos (aproximadamente $252,000 dls.), casi la mitad de sus ingresos mensuales por pagos de usuarios, en gastos de energía para atender a sus 60,000 usuarios, dijo.

Compare eso con los $6 millones de pesos gastados en la ciudad de Obregón, que tiene 230,000 usuarios domésticos pero un terreno mucho más plano, agregó Ahumada.

“Estamos hablando de una cuarta parte de los usuarios, pero casi los mismos costos de energía”, señaló.

Con la planificación, el gasto de energía podría reducirse, dijo Ahumada. La red de bombas de aguas residuales de Guaymas debe trabajar duro para mover las aguas residuales por colinas empinadas; gran parte de esas aguas residuales del extremo norte densamente poblado de Guaymas viaja seis millas montañosas para llegar a la laguna de oxidación en el lado sur de la ciudad.

Una planta de tratamiento de aguas residuales en el lado norte e, idealmente, dos plantas adicionales en otras áreas de la ciudad, reducirían significativamente los gastos de energía de la ciudad, dijo Ahumada. También reducirían el volumen de aguas residuales que fluyen hacia la laguna de oxidación sobrecargada en el sur de Guaymas, dijo.

Reportar es inútil, dicen algunos

En respuesta a una solicitud de registro público, la CEA compartió una base de datos de informes de fugas de aguas residuales recibidos en Guaymas durante los últimos cuatro años. La base de datos muestra un aumento constante de 1,024 informes en 2017 a 1,474 informes en los primeros ocho meses de 2021, además de una caída a 829 durante el año inusualmente seco de 2020.

Esas cifras seguramente subestiman la magnitud del problema, dicen los residentes locales.

Muchos ya no presentan denuncias oficiales a la CEA. Algunos llaman a amigos que trabajan en la CEA o se acercan a los trabajadores de la CEA en la calle para pedir ayuda.

Otros se han rendido por completo. Asomado a la puerta de su casa en el barrio El Rastro en el centro de Guaymas, Héctor Montoya describe una situación de alcantarillado “insoportable” frente a su puerta.

Como muchos otros, ya no hace reportes a la CEA.

“A veces lo arreglan, pero simplemente regresa”, dijo.

Si bien la inundación de aguas residuales ha sido peor este verano, que obtuvo un nivel saludable de lluvia en comparación con el verano seco de 2020, Montoya dice que las aguas residuales han sido un problema durante los 15 años que ha vivido ahí.

“Todo fluye hacia el mar”, dijo. “No está bien, pero ¿qué puedes hacer?”.



<&rdpStrong>Nos revuelve el estómago</&rdpStrong>

El chorro de aguas residuales junto a la casa de Montoya se origina en una tapa de alcantarilla en el callejón junto a su casa. Alguien ha colocado una serie de bloques de hormigón como peldaños para que los peatones los usen al cruzar el arroyo.

Después de cruzar la carretera principal, el flujo de aguas residuales finalmente se une a un arroyo de concreto con aguas residuales de otras alcantarillas desbordadas en el vecindario.

El arroyo continúa hacia el mar, pasa un aro de baloncesto solitario y fluye paralelo a un gran cementerio antes de cruzar bajo un paso elevado muy transitado.

En esta coyuntura, las aguas residuales pasan por una tienda Six, donde Mónica Castro trabaja largas horas en medio del olor nauseabundo.

A fines de agosto, Castro no solo padecía las aguas residuales del arroyo. Justo calle arriba, otro arroyo se estuvo derramando de una tapa de alcantarilla durante dos meses, encharcando la calle frente a su lugar de trabajo. Su tienda ahora está llena de moscas y, a veces, no come en todo el día debido al olor, dijo.

Mónica Castro trabaja muchas horas en su tienda Six, donde tuvo que lidiar con los olores abrumadores de dos grandes flujos de aguas residuales en agosto. "Cuando hace mucho calor, lo que es la apeste se impregna dentro de la tienda y nos revuelve el estómago", dijo. “Nos da asco. El muchacho que me ayuda en la tarde llegó y llegó vomitando porque no aguantaba el olor".

“Cuando hace mucho calor, lo que es la apeste, se impregna dentro de la tienda y nos revuelve el estómago”, dijo. “Nos da asco. El muchacho que me ayuda en la tarde llegó y llegó vomitando porque no aguantaba el olor”.

Los trabajadores de la CEA venían una vez cada dos meses, pero lo que hacían no hizo ninguna diferencia: el rastro de aguas residuales frente a su tienda todavía fluye, dijo.

Pero Castro no culpa solo a la CEA. También culpa a los residentes que arrojan su basura a la calle, obstruyendo la infraestructura.

“Es una emergencia de salud, por supuesto”, dijo.

El Star analizó muestras del arroyo lleno de desechos que fluía hacia la bahía y confirmó que se trataba de aguas residuales sin tratar, con 14 millones de partes de coliformes fecales por 100 mililitros.

El Star también tomó muestras de agua a lo largo de la costa de la bahía a la que fluían las aguas residuales. Los resultados mostraron más de 240,000 partes de coliformes fecales por 100 mililitros. Eso es más de 100 veces el estándar federal para descargas de aguas residuales en aguas nacionales.

“Ay, Dios mío, eso es muy alto”, dijo Elsa Coria, una veterinaria que dirige el Centro de Rescate, Rehabilitación e Investigación de Fauna Silvestre (CRRIFS), en San Carlos. Coria vive en el barrio San Bernardo, ubicado cerca de la bahía contaminada.

Se necesita más investigación sobre el impacto de las aguas residuales en la vida marina, pero en el sur de México, se ha demostrado que los contaminantes fecales dañan los arrecifes de coral, subrayó.

Se ha demostrado que otros contaminantes, como metales pesados e insecticidas, causan tumores en las tortugas marinas, como las que son rescatadas y libera al mar cada año, dijo. Se sabe poco sobre el impacto de las aguas residuales, dijo.

Coria desea que más personas recuerden cuán interconectada está la salud humana con la de los animales en su entorno.

“Somos parte de una red. No estamos separados del medioambiente”, comentó. “Todo lo que le hacemos al medioambiente nos está alcanzando”.


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Contacta a la reportera Emily Bregel en emily.bregel@gmail.com o en Twitter: @EmilyBregel. Kendal Blust, reportera de Fronteras Desk de la radio KJZZ en Hermosillo, contribuyó a la investigación para este reportaje.