La máxima “Segundas partes nunca fueron buenas” suele acertar, aunque a veces aparecen por ahí algunas que sí lo son, e incluso, por más raro que parezca, una que otra que supera a la original.

De las que lograron la hazaña son Episode V: Empire Strikes Back (Irvin Kershner, 1980), que superó a la que inauguró la saga Star Wars; también está Terminator 2: Judment Day (James Cameron, 1991), con el atractivo del nuevo androide villano y el que Schwarzenegger era ahora el héroe y, sobre todo, The Goodfather: Part II (Francis Ford Coppola, 1974), que aumentó un grado más el placer cinematográfico de su predecesora; completan la lista cintas como The Dark Knight (Christopher Nolan, 2008), X- Men 2 (Bryan Singer, 2003) y otras (pero no muchas) más.

Las que sin duda denigraron terriblemente lo logrado por la original son Exorcist II: The Heretic (John Boorman, (1977), Basic Instinct II (Michael Caton-Jones, 2006), Grease 2 (Patricia Birch, 1982), Blues Brothers 2000 (John Landis, 1998), Son of the Mask (Lawrence Guterman, 2005), S. Darko (Chris Fisher, 2009) y otras que desentonaron con la original y que de plano detuvieron en seco el intento de franquicia.

Lo que sí es realmente incomprensible (y hasta molesto) es que muchas películas pasen por las carteleras del mundo sin pena ni gloria y que, quién sabe cómo, consigan sacarle al estudio una secuela.

Una lista hecha a la rápida y sin titubear incluiría cintas como Zoolander 2 (Ben Stiller, 2016), Sex and the City 2 (Michael Patrick King, 2010), The Whole Ten Yards (Howard Deutch, 2004) y la que nos ocupa esta semana: The Huntsman: Winter’s War (Cedric Nicolas-Troyan, 2016), cuyos originales, sinceramente, no justificaban el esfuerzo.

El filme en cuestión es una precuela de Snow White and the Huntsman (Rupert Sanders, 2012), la cual tuvo un costo de producción de 170 millones de dólares y recaudó menos de 400 alrededor del mundo.

Y es que, si hacemos cuentas, el total de lo recolectado sería casi la suma de lo invertido en la realización más la campaña publicitaria, así que, ¿qué necedad?. ¿Será que Universal creyó que Chris Hemsworth (Thor) en solitario sería mucho más efectivo para la franquicia ya sin la compañía de la desangelada y controvertida Kristen Stewart?

La película cuenta la historia de Eric, el famoso cazador (Chris Hemsworth) del cuento de Blancanieves, desde que es secuestrado de niño para sumarse a las filas del ejército de la reina Freya (Emily Blunt), hasta que se transforma en un combatiente habilidoso; es ahí donde conoce a Sara (Jessica Chastain), un soldado como él que en el futuro se convertiría en su esposa y a la cual se hace referencia en la cinta de 2012.

De manera paralela conoceremos los orígenes de la malévola Reina de Hielo, una joven dulce e idealista que cambia totalmente a causa de una traición amorosa, despecho que hace surgir en ella el deseo de “liberar” al mundo de todo tipo de lazo amoroso pues, según ella, es el origen de toda infelicidad.

En medio de ambos está Ravenna (Charlize Theron), una peligrosa reina/hechicera que, quién sabe con qué secretas intenciones, es la que realmente libera los poderes destructivos de su hermana Freya.

La cinta intenta ofrecer algunas novedades: el alcance de los poderes del famoso espejo, los orígenes de los personajes, nuevos enanitos (Nick Frost y Rod Brydon, encarnando a Nion y Gryff, respectivamente).

Pero, honestamente, ofrece poco más que lugares comunes, así que sería –ahora sí–, una tremenda terquedad completar la trilogía; pero de las productoras todo se puede esperar.


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