Las tres primeras obras que publicó Seth Grahame-Smith, un escritor estadounidense (supuestamente) dueño de una mirada original, exhiben dos cosas: un ingenio aceptable y la clara intención de vender fácil y rápido al enganchar al lector con títulos y contenidos por demás atractivos.

El primero de ellos fue The Big Book of Porn: A Penetrating Look at the World of Dirty Movies (sobre arte erótico); el segundo, The Spider-Man Handbook: The Ultimate Training Manual (prologado por el mismísimo Stan Lee), en donde examina de manera sumaria al superhéroe; por último, How to Survive a Horror Movie: All the Skills to Dodge the Kills, que ofrece al lector opciones de escape a las situaciones más recurrentes del género.

Los tres trabajos anteriores dieron a Grahame-Smith la fama suficiente como para entrar a la industria de la televisión, ya fuera escribiendo o produciendo pero, reflexionando en el éxito de sus primeras publicaciones, no tardó en llegar a la conclusión (junto a su editor) de que una idea original y extravagante (una ocurrencia, pues) podría crear un best seller.

Buscando la manera de darle forma a lo anterior, Grahame-Smith se propuso convertir dos premisas del dominio público en grandes éxitos literarios al añadirles un ingrediente que a cualquiera le habría resultado chocante: el elemento sobrenatural.

Quienes conocen la producción del joven autor saben que esas tramas a las que se hace referencia son la vida del conocidísimo Abraham Lincoln y el clásico de la literatura inglesa Pride and Prejudice de Jane Austen.

En la primera, el barbado héroe de la Guerra de Secesión se convirtió en un caza vampiros, en la segunda, las recatadas señoritas del siglo XIX fueron transformadas en enjundiosas combatientes de hordas de zombis en una Inglaterra apocalíptica.

La adaptación de Abraham Lincoln: Vampire Hunter (Timur Bekmambetov, 2012) pasó por las pantallas de cine sin pena ni gloria con todo y el visionario director ruso tras las cámaras el banquete de efectos especiales y las larguísimas secuencias de acción.

Pride and Prejudice and Zombies (Burr Steers, 2016) es el segundo intento por hacer algo que valga la pena de los híbridos literarios del autor y, por lo visto, el segundo experimento fallido en fila (menos, obviamente, para los ávidos consumistas del tema zombi, quienes gozan de lo lindo con cualquier escenario que los incluya).

En la cinta, las soñadoras jovencitas del cásico de Jane Austen dejan a un lado las oraciones, la costura y la cocina para poner en práctica las enseñanzas del precavido Mr. Bennet, su padre (Charles Dance), quien las ha entrenado arduamente en las artes marciales y el manejo de todo tipo de armas, atributos que pondrán en práctica cuando enfrenten al numeroso ejército de zombis que invade Meryton, su apacible comunidad.

Es debido a lo anterior que la rebelde Elizabeth (Lily James) deberá desentenderse de la distracción romántica que pudiera representarle el apuesto Mr. Darcy (Sam Riley), así como de los líos amorosos de sus cándidas hermanas, pues de lo contrario no podrá defenderlas del peligro zombi que amenaza con exterminar todo a su alrededor.

Completan el elenco Lena Headey como Lady Catherine de Bourgh, Matt Smith encarnando a Mr. Collins y Douglas Booth en el papel de Mr. Bingley.


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