David Sanders/La Estrella de Tucsón

Guillermo Padrés Elías, gobernador de Sonora. Foto del 2011.

Como ya lo hemos comentado con anterioridad, cuando leemos o escuchamos en los medios en español de Arizona acerca de la situación política y económica relativa al vecino estado de Sonora, es muy poca la oportunidad que tenemos de darnos una idea aunque sea aproximada de la realidad. Ello porque generalmente el enfoque es de relaciones públicas/publicitario, más que de intento de análisis político o económico.

En otras palabras, sólo se nos ofrece la idea de que todo lo que sucede allá es una maravilla y, además, prácticamente obra y gracia de sus gobiernos y empresariado. Siempre ha existido esa dinámica informativa deformadora, pero pocas veces como ahora la realidad es tan distinta a lo que se nos plantea acá.

El gobierno de Guillermo Padrés Elías está sumido en el mayor de los desprestigios y su credibilidad es cercana a cero, aun en asuntos fundamentales en los que pudiera estar en lo correcto. El regreso del PRI al gobierno del estado es prácticamente inevitable, como consecuencia natural del hartazgo con el grupo gobernante del PAN.

La reciente huelga que paralizó a la Universidad de Sonora más de dos meses por parte de sus trabajadores, es una prueba más de la incapacidad política y del escaso margen de maniobra que la queda al Gobierno del Estado.

Si bien es cierto que el gobierno no tiene control legal formal sobre este tema, también es claro que existe una responsabilidad política mayor e indiscutible por parte del Ejecutivo estatal cuando la más grande universidad pública del estado es cerrada de nuevo por alguno de sus sindicatos por periodos de tiempo tan largos que ponen en riesgo el semestre para miles y miles de estudiantes. La falta de liderazgo político por parte de la autoridad estatal fue más que evidente.

Luego, en días pasados el tema de la enorme corrupción pública, el cual ha perseguido al gobierno de Padrés Elías desde un principio, volvió a aflorar a nivel nacional con el asunto del problema en el Isssteson, la agencia de seguridad social al servicio de los trabajadores del gobierno estatal y de los municipios en el estado. Gravísimas fallas en la atención médica por falta de medicamentos y doctores, así como enormes e inexplicables huecos en el fondo de pensiones y jubilaciones, tienen al Instituto al borde del colapso.

Las absurdas “explicaciones” de su directora en televisión nacional no ayudan mucho a la causa del “Nuevo Sonora”, ridículo distintivo mercadológico con que el primer gobierno panista en la historia del estado trató de distinguirse. Éste se toma a broma, en el mejor de los casos.

Hoy mismo, problemas en el transporte público de Hermosillo amenazan con desbordar un asunto entre el Gobierno del Estado, los concesionarios y los choferes de autobuses hacia un escenario de inestabilidad sindical en todo Sonora.

La alternancia en el poder ha sido una experiencia amarga para los sonorenses, de la misma manera que lo fue a nivel nacional.

El fracaso estruendoso de los gobiernos panistas no encierra una derrota para determinada ideología o propuesta política, más bien es una derrota para tantos mexicanos que nos equivocamos al pretender que determinado partido poseía exclusividad en relación a la corrupción y a la desvergüenza.

Hoy, a poco más de un año del final de la administración de Guillermo Padrés, el aspecto político más analizado y discutido consiste en cuáles irán a ser los desenlaces legales una vez concluida. Se antojaría imposible pensar que muchos de los principales funcionarios del gobierno estatal resulten libres de responsabilidades no sólo políticas sino legales, pero en la política y en la administración pública mexicana todo sigue siendo posible.

Ello, sobretodo, por el triunfo en la elección interna a la presidencia nacional del PAN el pasado domingo 18 de Gustavo Madero, con quien “la jugó” Guillermo Padrés en el proceso. Madero ha llevado muy buena relación con el gobierno federal priísta, que es de donde realmente le podrían venir los problemas a Padrés Elías.

Por lo pronto, el gobierno que llegue en el 2015 tendrá frente a sí un reto enorme para tratar de, aunque sea, enderezar un poco el barco. Lo peor es que no hay ninguna garantía de que éste no resulte igual o peor que el “Nuevo Sonora”.


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