Fue en 1933 cuando Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack (sus directores, extraoficialmente) llevaron a la pantalla King Kong, la primera historia sobre el famoso gorila gigante nativo de Skull Island que fue atrapado y llevado prisionero a New York para lucrar con su exhibición, el cual (para su desgracia) cayó fulminado por la metralla de los aviones pero más por los encantos de la bella Ann Darrow (Fay Wray).

Por cierto, es ya célebre la anécdota de que fue el propio Cooper quien tuvo la primera visualización de lo que en el futuro sería la secuencia emblemática del proyecto: un gorila gigante enfrentándose a aeroplanos sobre el edificio más grande del mundo: el Empire State. El resto del guion, se dice, se elaboró alrededor de esa escena.

La historia de Kong ha sido contada numerosas veces (el propio Schoedsack dirigió The Son of Kong en 1933, repitiendo con Robert Armstrong en el protagónico), ya sea con la misma premisa de la original, (como la versión de 1976 de John Guillermin) o con algunas variantes (como en King Kong Lives, del propio Guillermin). Incluso están dos raras joyitas japonesas que vale la pena revisar: una de 1967 en donde Kong combate a su versión metálica y aquella de 1962 en que se enfrenta al mismísimo Godzilla.

Fue en 2005 que Peter Jackson actualizó de manera espectacular la saga con una cinta atiborrada de efectos especiales que reunió una colección de secuencias de acción que se distinguieron por su ritmo vertiginoso (el enfrentamiento de Kong con tres criaturas gigantes fue un clásico instantáneo).

“Kong: Skull Island” (Jordan Vogt-Roberts, 2017) representa un regreso también muy atractivo (casi como el de Jackson) del famoso monstruo gestado en seno hollywoodense, sobre todo por su presupuesto que raya los 200 millones de dólares y su elenco llamativo que incluye a Tom Hiddleston, Brie Larson, Samuel L. Jackson, John C. Reilly, John Goodman y Toby Kebbell interpretando al gorila.

Esta nueva versión se desarrolla a principios de los 70, tiempo en el que un grupo de exploradores pertenecientes a una organización llamada Monarch se hace acompañar de un grupo de soldados para comprobar de primera mano si son ciertos o sólo un mito los rumores sobre cierta isla misteriosa que, se cuenta, está habitada por especies de animales aún no descubiertas y de (he aquí lo más interesante) monstruos y criaturas prehistóricas.

Cuando llegan al lugar, un sitio inhóspito llamado Skull Island, los integrantes del grupo encuentran algo que supera todas sus expectativas: desconocidas criaturas mortales, monstruos gigantescos y, encima de todos ellos, a Kong, el mandamás de la isla, un gorila de tamaño descomunal en plena batalla con su enemigo más poderoso: los skullcrawlers.

Es entonces que la trama se las arregla para retomar las viejas premisas que han movido a algunas predecesoras: un “visionario” que quiere sustraer a Kong de la isla para llevarlo a la civilización (Goodman) y el posterior interés de la criatura por una bella integrante del grupo de nombre Mason (Larson).

Pero antes que nada, habrá que ver primero si Kong puede salir triunfante de su lucha contra su eterno enemigo local y, lo más interesante, si lo que lo hará sucumbir (tal y como ha ocurrido en las versiones anteriores), será la metralla de los humanos o su interés romántico.

Hasta la próxima.


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