Por Curt Prendergast

La Estrella de Tucsón

SAN LUIS RÍO COLORADO, SON. — El albergue para las personas deportadas está a 10 minutos caminando desde la línea.

Pero los registros del albergue muestran que la gente que está aquí y que de nuevo intentará cruzar a Estados Unidos no pretende hacerlo por este lugar. Una y otra vez, su destino está a 150 millas al oeste, en Tijuana.

“Ya casi no cruzan por aquí”, dice Olga Escalante, subdirectora de la Casa del Migrante la Divina Providencia.

La mayoría de quienes lo hacen son familias centroamericanas que se entregan a la Patrulla Fronteriza.

El Sector Yuma es el estandarte dorado de las fuerzas de seguridad fronteriza, en gran medida gracias a los 56 kms. (35 millas) de valla que corre a lo largo del Río Colorado y avanza hacia el Oeste hacia las Dunas Imperiales de Arena –lugares que en 2006 la Patrulla Fronteriza dijo que eran muy difíciles de cercar. Hacia el Este, la valla avanza por el desierto hasta que topa con las montañas.

El centro de San Luis, Arizona, es una fortaleza, con 8 millas de valla de tres capas y casi dos millas de iluminación tipo estadio entre las dos primeras barreras. Los 800 agentes de la Patrulla Fronteriza del Sector Yuma están estacionados a lo largo de la zona de seguridad y están siempre presentes en las calles de San Luis y de las otras ciudades del sector.

Escalante y varios migrantes del albergue dicen que la valla de tres capas, el uso de tecnología de vigilancia y las condenas en prisión para quienes son detenidos en el Sector Yuma intentando volver a cruzar hacen de San Luis un punto de cruce inhóspito.

Ubaldo Gutiérrez, de 39 años de edad, acaba de ser deportado y no cree que tenga buenas oportunidades de cruzar por aquí.

“La valla es más alta, hay más vigilancia, los aviones no tripulados andan por ahí viéndolo todo, hay helicópteros y agentes por todas partes. Es muy difícil”, dice Gutiérrez.

Otro hombre en el albergue, Eduardo Lucas, de 23 años, se dirige a Tijuana tras haber sido deportado para intentar de nuevo reunirse con su familia en San Diego.

Los padres de Lucas lo llevaron de Michoacán a San Diego cuando él tenía 7 años. Después de terminar la preparatoria se puso a trabajar como cocinero.

Pero una detención de la policía mientras manejaba bajo la influencia del alcohol, más lo que él llama fraude de su abogado, lo llevó a la deportación en abril por San Luis Río Colorado.

“Aquí es difícil, y si te agarra te dejan un tiempo” tras las rejas, dice Lucas. Como parte del régimen de seguridad aumentado, el Sector Yuma fue una de las primeras áreas fronterizas en adoptar la Operación Streamline, un programa federal que enjuicia a quienes entran de forma ilegal.

Con la amenaza de la cárcel en el área de San Luis, él cree que tiene mejores oportunidades de evadir la prisión si intenta volver a cruzar por el sur de California.

“Mi familia está allá, así es que tengo que volver a intentarlo”, dice. “No conozco nada de aquí, me fui cuando estaba muy chico. Todo es nuevo”.

Gran parte del creciente esfuerzo de seguridad en el Sector Yuma empezó en el 2005, con 138 mil 500 detenciones que le dieron al sector uno de los índices más altos de la frontera entre Estados Unidos y México. Después de construir más valla, poner más agentes e implementar un estricto programa de acción penal, las detenciones cayeron a siete mil en el 2015.

Escalante ha visto un aumento en el número de casos como el de Lucas, quien fue arrestado en California y deportado en San Luis Río Colorado.

La Patrulla Fronteriza del Sector San Diego deporta a algunos mexicanos detenidos ahí a través de San Luis bajo el Programa Transferencia de Salida de Extranjeros (Alien Transfer Exit Program), dice el vocero de la Patrulla, John Lawson. El programa intenta reventar las redes de contrabando al deportar a la gente lejos de donde fue detenida.

Con el alza de la seguridad fronteriza y las deportaciones, el albergue de San Luis está generalmente lleno de deportados, así como de algunos migrantes que se dirigen al norte procedentes del sur de México y Centroamérica.

El registro que Escalante mantiene en el albergue indica que el número de inmigrantes que se quedaron ahí creció a más del 100 por ciento, de 13 mil en 2006 a 27 mil en 2013. El año pasado la cifra bajó a 23 mil.

A pesar de las dificultades aparentemente insuperables, la gente sigue cruzando por la vaya de tres capas, trepando con una escalera o a veces con ganchos para escalar.

Y los narcotraficantes siguen viendo a San Luis Río Colorado y al Sector Yuma como un corredor de contrabando. Aunque la migración ilegal cayó estrepitosamente, la cantidad de mariguana incautada por los agentes creció en los últimos 10 años, de 46 mil libras en 2006 a 53 mil en 2015. Los agentes también confiscaron 643 libras de metanfetaminas el año pasado, algo inusual puesto que la mayor cantidad de drogas duras se descubre en las garitas de cruce legal.

Los contrabandistas de drogas tratan de sacar la vuelta a las vallas cavando túneles, entre ellos uno que surgió bajo una tienda en el centro de San Luis, Arizona, en el 2012. También envían aviones no tripulado sobre la frontera o avientan paquetes de droga sobre el cerco utilizando un cañón. En abril, la Patrulla Fronteriza vio tantos drones que contrabandeaban droga en el área de Yuma que emitió un aviso público.

Conforme hubo menos mexicanos intentando cruzar la frontera de forma ilegal, llegaron más de Honduras, Nicaragua y otros países de Centroamérica.

En el 2006, prácticamente todas las detenciones de inmigrantes ilegales en el Sector Yuma fueron de mexicanos. Para el 2015, aproximadamente la mitad de los detenidos eran de países distintos a México, la mayoría de Centroamérica.

Recientemente, el número de personas detenidas con más miembros de su familia se ha disparado. Desde octubre, en el Sector Yuma se han detenido a 2 mil 900 personas viajando en familia, seis veces más que en el mismo periodo del año fiscal 2015. Los niños no acompañados detenidos por agentes se han quintuplicado, de 363 a más de 1,700.

En el escenario más común, los agentes encuentran a las familias centroamericanas en la primera de las tres vallas, donde se entregan, dice el agente de la Patrulla Fronteriza Richard Withers.

Escalante dice que la mayoría de la gente que llega a su albergue está en busca de una forma de reunirse con su familia.

“Dejaron allá sus familias y no pueden regresar. Por supuesto que lo van a volver a intentar, ¿qué no?”, cuestiona.

La gente que llega la albergue le cuenta de la violencia y falta de empleos en sus lugares de origen.

“Es muy doloroso para ellos. Uno ve una gran cantidad de tristeza aquí”, dice.

Gutiérrez fue deportado por San Luis a principios de abril. Después de salir de su natal Guanajuato, México, pasó 15 años en Stockton, California, con su familia, trabajando en los campos agrícolas cercanos.

Dice que se metió en problemas cuando trató de arreglar sus papeles migratorios. Como resultado, le dijeron que tenía que salir de Estados Unidos por 10 años.

“Mi familia está allá, sufriendo en California”, dice. “Quiero ir a casa para ayudarlos, pero no puedo”.

A Gutiérrez ya no le queda dinero para pagar a un coyote, así es que está buscando una forma de cruzarse por su cuenta.

Dice que por mientras buscará un trabajo en México. Pero eso no significa que renuncia a la idea de volver a Estados Unidos.

“Lo que allá ganas en un día”, dice, “aquí no lo ganas ni en una semana”.


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