Redacción

La Estrella de Tucsón

El “hermoso muro” que el candidato presidencial republicano Donald Trump visualiza sería de 10 a 13 metros de alto y de casi 1,600 km de largo, con lo que cubriría aproximadamente la mitad de la frontera entre Estados Unidos y México. En el resto de la frontera, barreras naturales como ríos y montañas seguirán dividiendo a los dos países.

Trump calcula que el proyecto costaría 12 mil millones de dólares –aunque un estimado ubica el costo en 25 mil millones. Cualquiera que sea la cantidad, Trump dice que hará que México lo pague confiscando dinero de sus ciudadanos que viven en Estados Unidos y que envían recursos a sus familias en México.

No es fácil encontrar a alguien que viva en la frontera y que piense que un muro es la solución, ni siquiera entre aquellos que están de acuerdo con Trump en que la línea internacional no es segura. En cambio, muchos residentes de la frontera quieren una valla que tenga sentido en su área, con agentes y tecnología de vigilancia más cerca de la frontera, así como una vía para que los inmigrantes vengan a trabajar legalmente.

En más de la mitad de los 1,600 km (1,000 millas) en las que Trump quiere construir un muro ya existe una valla de postes de acero. En áreas remotas, donde la Patrulla Fronteriza quiere detener carros cargados de mercancía ilegal, hay barreras de vehículos, que casi llegan al pecho. En las ciudades, donde los inmigrantes tratan de escalar la valla y después correr, las barras de metal son más altas y difíciles de escalar.

Trump ha dado muy pocos detalles sobre su plan, pero en agosto del 2015 se refirió al muro diseñado con “hermosos y lindos tablones prefabricados”, lo que indica una pared sólida, la cual podría tomar el lugar de los varios cercos que ahora dividen la frontera.

Ya hemos estado aquí antes. En el 2006, seis periodistas del Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón viajaron por toda la frontera para analizar la viabilidad de la doble valla pedestre a lo largo de más de 1,120 km (700 millas) propuesta entonces a través de la Ley federal de la Valla de Seguridad (“Secure Fence Act”). La conclusión del equipo de reporteros fue que no funcionaría, dado que las barreras naturales como los ríos, cañones, montañas y arenas movedizas hacían imposible una valla continua.

El Congreso cambió un poco esa ley en 2008, ordenando al Departamento de Seguridad Nacional que construyera la cerca donde y como la dependencia la considerara necesaria.

En la primavera recién pasada, con el mensaje de Trump de construir un muro resonando tan fuerte que se convirtió en el nominado a la candidatura presidencial republicana, un nuevo equipo de periodistas del Arizona Daily Star y La Estrella de Tucsón volvió a la frontera. Su objetivo: ir más allá de la retórica política y hablar con la gente que vive y trabaja a lo largo de la línea internacional.

Muchas cosas han cambiado después de una década. La frontera ahora tiene 1,131 km (703 millas) de barrera -653 millas de valla lineal, y doble o triple línea en 50 de esas millas-, construida casi en su totalidad en los pasados 10 años a un costo de 2 mil 300 millones de dólares.

Y eso no incluye los casi 55 millones de dólares que cada año gasta Aduanas y Protección Fronteriza en mantener y reparar la valla, los caminos que conectan a ella, las luces y otra infraestructura.

A la vez que se levantó la cerca, el número de agentes de la Patrulla Fronteriza pasó de 12 mil a 20 mil, y el presupuesto anual de la dependencia prácticamente se duplicó a 4 mil millones de dólares. Miles de sensores de tierra, decenas de torres con cámara, helicópteros, aviones no tripulados (drones) y dirigibles ahora mantienen la vigilancia 24 horas al día.

Las detenciones de la Patrulla Fronteriza son la tercera parte de lo que eran hace 10 años, y las personas arrestadas tienen más probabilidades de ser procesadas. Por primera vez desde 2009, más mexicanos se están yendo de Estados Unidos que los que están viniendo.

Es imposible decir cuánto de eso se debe a la seguridad, puesto que la caída en la llegada de inmigrantes mexicanos coincide con una mejoría en la economía de México y las peores condiciones financieras de Estados Unidos desde la Gran Depresión de la década de los treintas.

Aun así, la gente viene.

Las huellas digitales marcan los altos palos de la valla que la gente escala para cruzar; miles de parches indican las reparaciones hechas después de que troques se atravesaran a toda velocidad; hay escaleras de madera apiladas en el suelo.

En una serie de viajes a la frontera durante la primavera y el verano, cuatro reporteros y dos fotógrafos de Daily Star/La Estrella hablaron con unos 100 residentes de ambos lados de la frontera, entre ellos rancheros, empresarios, ambientalistas, agentes de la Patrulla Fronteriza e investigadores, sobre el impacto y la viabilidad de un muro sólido.

El equipo encontró que algunas áreas que hace 10 años fueron consideradas como “imposibles de cercar” –por ejemplo un cañón en California y arenas movedizas en Yuma– fueron de hecho cercadas.

Con los cambios en la seguridad fronteriza en la década pasada, el equipo del Daily Star/La Estrella determinó que el muro que Trump propuso, “Un gran, gran muro”, ya está construido en ciertas formas, y construir el resto puede ser innecesario o inviable:

Las escarpadas montañas, los profundos cañones y serpenteantes ríos que aún no están cercados representan una barrera natural más efectiva que la que el hombre pudiera construir.

El tráfico ilegal se ha movido a áreas más ásperas en las que construir una valla sería extremadamente costoso y frenaría a los contrabandistas sólo por segundos en un viaje de varios días.

En Texas, el estado con menos valla, la frontera pasa por terrenos privados. Forzar a los propietarios de los terrenos a vender llevaría a elaboradas y costosas demandas.

Más allá de los retos de logística, ni el muro más alto resolvería el problema más serio en nuestra frontera:

Las drogas duras, una de las principales razones por las que Trump dijo que quiere un muro, entran mayormente por los 328 puertos de entrada legales de la frontera. Esas estaciones de cruce ven un flujo comercial de 500 mil millones al año y son utilizadas por muchos de los 15 millones de habitantes de la frontera entre México y Estados Unidos.

Un muro no detendría la ola actual de familias y niños centroamericanos que se entregan a la Patrulla Fronteriza en lugar de intentar evitar ser capturados.

No detendría a las personas que entran con visa y se quedan más tiempo del permitido, grupo, por cierto, que representa a casi la mitad de la población que vive en Estados Unidos sin autorización.

En pocas palabras, la valla que ya existe ha hecho ya prácticamente todo lo que cualquier valla puede hacer.


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