Por Curt Prendergast
La Estrella de Tucsón
La estatua de Pancho Villa en el centro de Tucsón logró de nuevo mantenerse de pie, luego de que varios tucsoneses hablaron en su defensa a mediados de diciembre.
El más reciente desafío para la estatua se presentó como un error de procedimiento de 37 años de antigüedad. Judicial Watch, un grupo conservador de vigilancia con sede en Washington, D.C., dijo que los archivos de Tucsón indican que no se sostuvo ninguna audiencia pública para escuchar objeciones sobre la estatua antes de que fuera develada en 1981, y que por ello debería ser removida.
La petición no fue bien recibida en la reunión del miércoles 12 de diciembre del Comité de Arte Público y Diseño Comunitario, el cual maneja la colección de arte público de Tucsón. Los 18 miembros del comité rechazaron la petición por unanimidad, argumentando que no cumplía con ninguno de los 10 criterios utilizados paran considerar la remoción de arte público, entre ellos que haya sido dañado o que el artista lo pida.
La votación se dio después de que habitantes de Tucsón dijeran en la reunión que la estatua era hermosa y subrayaran su papel en la celebración de la cultura mexicoamericana.
“No queremos olvidar esa historia, historia que se basa en la mexicanidad”, dijo Lydia Otero, profesora de Estudios Mexicoamericanos de la Universidad de Arizona.
“Toda persona que camina hasta la estatua tiene preguntas sobre por qué esa estatua está aquí, en el mero centro de la ciudad”, dijo Otero. “Y ellos mismos tienen que encontrar sus propias respuestas. ¿Saben por qué? Porque somos Tucsón y es complicado”.
Alejandro Escamilla, maestro en el Distrito Escolar Unificado de Tucsón, dijo que ver la estatua de Villa “siempre me hace sentir orgulloso de que haya una estatua de un mexicano justo en el centro, precisamente al otro lado de la calle de donde estaba una comunidad que fue destruida”, refiriéndose al barrio que fue derribado para la construcción del Centro de Convenciones de Tucsón (TCC) y de otros edificios en los años sesentas.
La única voz en apoyo a la petición de Judicial Watch fue la del hombre que la presentó, Mark Spencer, el coordinador de Proyectos del Sudoeste de Judicial Watch.
Spencer dijo que se acercaron a él tres tucsonenses que querían que la estatua fuera removida, pero necesitaban ayuda para hacer pública su queja.
“Nunca es demasiado tarde para hacer lo correcto”, dijo Spencer. “En lugar de permitir que la multitud nos rija”, dijo que sostener una audiencia pública “es el curso de acción más saludable aquí”.
Después de la reunión, Spencer dijo que consultaría a su equipo legal para ver si el comité se apegó a las políticas de la ciudad.
Además del tema del procedimiento, Spencer dijo que “la estatua tienen que irse” porque “Pancho Villa le hizo mucho daño a la gente”.
En el mero centro
Villa fue un líder de la Revolución Mexicana que en México fue idealizado como campeón de los campesinos oprimidos.
Al norte de la frontera entre Estados Unidos y México, fue más conocido como un bandido que ordenó el ataque de 1916 en Columbus, Nuevo México, ubicado unas cuantas millas al norte de la frontera y donde al menos 17 residentes fueron asesinados.
La más clara conexión de Villa con el sur de Arizona fue la batalla de 1915 en Agua Prieta, Sonora, frontera con Douglas.
En un ensayo histórico entregado al comité en la reunión del 12, Otero dijo que no existe una historia definitiva de la conexión de Villa con Tucsón, pero que algunas tiendas de Tucsón vendieron armas a varias facciones en la Revolución. En 1913, se dijo que Villa pasó cuatro días en Tucsón para comprar armas.
Por casi cuatro décadas, los conductores que bajan de la carretera Interestatal 10 y se dirigen hacia el centro de la ciudad por West Congress Street han sido recibidos por Villa montado en su caballo.
La estatua de bronce de más de 4 metros de altura (14 pies) está en medio de los árboles del Parque Veinte de Agosto, el cual divide a las calles Congress y Broadway. La placa en la base de la estatua dice que fue un obsequio hecho “en amistad” por el presidente mexicano José López Portillo.
Los archivos del Arizona Daily Star, diario hermano de La Estrella de Tucsón, indican que fue un obsequio del gobierno de México y de un grupo de periodistas mexicanos.
Originalmente era para Guadalupe, en el Condado Maricopa, pero terminó en Tucsón. La estatua fue obra del escultor español Julián Martínez, quien también es autor de la estatua del padre Eusebio Francisco Kino en South Kino Parkway.
El plan de colocar la estatua de Villa en el centro de la ciudad desató una controversia que llevó al alcalde Lew Murphy y al concejal Roy Laos a boicotear la ceremonia de develación del 30 de junio de 1981.
Cinco integrantes del Concejo municipal asistieron a la sesión de estudio del 11 de mayo de 1981 para discutir la recomendación del consejo de las artes de colocar la estatua en donde ahora está, así como como hablar de cualquier potencial riesgo de inseguridad para los niños que cruzaran la calle para ver la estatua.
Los cinco concejales presentes votaron por unanimidad a favor de la la estatua, de acuerdo con los archivos de la ciudad presentados por Judicial Watch bajo una petición de expediente y obtenidos por este periódico de manos del comité de arte.
Como lo subrayó Judicial Watch en su petición de remover la estatua, la ciudad recibió más de una decena de quejas públicas sobre la estatua. Una de ellas fue enviada antes de la sesión de estudio en mayo de 1981 y 12 se enviaron después.
Algunas de las quejas llegaron de grupos de veteranos diciendo que la ciudad no debería celebrar a alguien que peleó contra Estados Unidos. Ciudadanos particulares hicieron eco de ese sentimiento o dijeron que la estatua era “de mal gusto” o una “desgracia”. Otros dijeron que “Tucsón estaba ya bastante mexicanizado” y que “este lugar se vuelve tan mexicano”.
La última queja enviada a la oficina del alcalde estaba fechada el 29 de junio de 1981. En un lapso de cinco meses, la oficina del alcalde había dejado de recibir correspondencia sobre la estatua, según los archivos del Arizona Daily Star.
En junio de 1981, el empresario tucsonense Byron Ivancovich demandó a la ciudad en la Corte Superior del Condado Pima para que removiera la estatua.
“Las estatuas se ponen para reconocer a personas que lo valen”, dijo Ivancovich al reportero de Los Angeles Times en una nota de octubre de 1982 que se esparció por el país.
“En este caso, tenemos una estatua de un asesino y bandido”.
Ivancovich argumentó que la estatua había reducido el valor de sus bienes raíces en el centro de la ciudad.
Un hombre que se unió a su demanda, Bernardo Acedo, dijo que la estatua era una afrenta a las familias que sufrieron en la masacre a manos de Villa en el pueblo sonorense de San Pedro de la Cueva.
Un juez de la Corte Superior ordenó un juicio sumario en favor de la ciudad en abril de 1983, reportó el Star.
En junio de 1983, Jack B. Frost, residente de Show Low y veterano, protestó contra la estatua, de acuerdo con los archivos del periódico. Frost dijo que su padre resultó herido en la redada de Columbus y que después murió por envenenamiento por el plomo de la metralla.
“Destruyó a nuestra familia”, dijo. “He sufrido ese dolor toda mi vida”.
Otro hombre, Richard Sense, sostuvo una protesta solitaria anual al menos hasta 1990, reportó el Daily Star en marzo de 1990.
La petición de Judicial Watch se produjo cuando estatuas de oficiales Confederados están siendo removidas en todo el país, provocando frecuentes controversias sobre las figuras históricas que deben permanecer.
En contraste con las estatuas de la Confederación, la estatua de Villa “no fue puesta ahí para asustar a la gente” ni fue erigida bajo un sistema legal racista, dijo al comité Mari Herreras, quien trabaja para YWCA del Sur Arizona.
Spencer dijo después de la reunión que la única conexión con el tema de las estatuas de los Confederados es cómo se toman las decisiones sobre qué estatuas deben permanecer.
“La regla de las masas es peligrosa. La regla secreta es peligrosa”, dijo.
Spencer dijo que no había realizado solicitudes similares sobre la remoción de otras estatuas en Tucsón ni en ninguna parte del país.
“No estamos en el negocio de quitar estatuas”, dijo Spencer.