Jimbo

Kelly Presnell / La Estrella de TucSÓn, 2009

El supervisor de turno en la imprenta del Arizona Daily Star James “Jimbo” Krakowiak revisa el periódico que sale calientito de las prensas, durante la producción de un tiraje del ya extinto Tucson Citizen, en el 2009.

James Krakowiak nunca entendió las palabras “no puedo”.

Eso es lo que le dijeron cuando buscó un empleo en la imprenta de un periódico, un lugar en el que cuando las prensas se echan a andar generan un ruido estruendoso.

Krakowiak no podría trabaja como impresor porque él es sordo, le dijeron llanamente. Necesitaba oír las prensas y, en caso de que hubiera problemas, escuchar las alarmas.

Pero Krakowiak no tomaría nada de eso. Cuando fue alumno de la Escuela Estatal de Arizona para Sordos y Ciegos, en West Speedway, llevó clases de impresión, aunque con maquinaria pequeña. Se enamoró de ese oficio, de las manchas de tinta en la piel, del olor del papel recién impreso y de ver a las máquinas escupiendo palabras. Quería trabajar como impresor.

Y lo hizo. Este viernes 16 de enero, Krakowiac, conocido como “Jimbo” por sus compañeros, se jubila de la imprenta del Arizona Daily Star después de 42 años.

“Les dije a mis amigos que quería trabajar en una imprenta grande”, dijo Jimbo a través de su intérprete, Rusty Mitchell, de Z Video Relay Service, quien a través del video ayuda a que personas con dificultades auditivas se comuniquen.

No se le negaría. Sin embargo, Jimbo hizo algo más que permanecer en el trabajo que se suponía que no podía tener. Introdujo a sus compañeros a su mundo de sordo.

“Aquí hay 10 personas que han aprendido el lenguaje básico de señas”, dijo Jimbo, quien cumplió 66 años un día antes de su último día echando a andar las prensas.

John Lundgren, director de operaciones de impresión en el Arizona Daily Star, dijo que Jimbo nunca ha tenido ningún problema para comunicarse con sus colegas.

Los arduos trabajadores de la imprenta, quienes deben utilizar protectores auriculares para minimizar los altos decibeles, respetan a Jimbo, dijo Lundgren, quien empezó a trabajar en la imprenta varios años después de que Jimbo lo hiciera en el verano de 1972.

Jimbo, quien ha sido supervisor de turno por más de 25 años, usa su sordera a su favor en la imprenta.

“Siente las vibraciones del eje de transmisión. Incluso puede sentir la placa del piso. Es más sensitivo que los demás”, dijo Lundgren.

Y Jimbo nunca deja que sus ojos se aparten de los rodillos gigantes y todas las demás piezas que se mueven rápidamente. En sus 42 años sólo ha tenido dos reportes de accidente y han sido menores, dijo.

Su trabajo y dedicación han sido reconocidos por el periódico y por publicaciones comerciales nacionales.

Jimbo nació en Detroit y se crió en Tucsón. Graduó de la preparatoria en 1962 y se fue a estudiar tecnología de la impresión al Instituto Técnico Nacional para Sordos en Rochester, Nueva York. Su irrupción en una sala de impresión se dio en Pennsylvania, donde trabajó para una cadena de periódicos en Fort Washington, al norte de Philadelphia.

Ahí su ingreso se facilitó por el jefe de la imprenta. También era sordo. Además, el periódico tenía a otros dos empleados sordos en el área de producción.

La vieja creencia de que los empleados de una imprenta tienen que escuchar las máquinas y las alarmas fue echa añicos por Jimbo y sus colegas sordos.

Después de su temporada como aprendiz, Jimbo volvió al clima cálido para empezar a trabajar en el entonces Tucson Newspapers Inc., cuando se ubicaba en el centro de la ciudad. En sus primeros años en la imprenta, Jimbo utilizaba notas escritas y tarjetas con el abecedario en señas para comunicarse.

Con el tiempo, Jimbo enseñó a sus compañeros a hablar con señas. “Ha sido una alegría ver a la gente venir conmigo y aprender a crecer. El equipo ha sido muy bueno conmigo”, dijo.

En estos días, la tecnología, la transmisión de video y el correo electrónico facilitan la comunicación.

En casa, Jimbo y su esposa, Sarah, quien también es sorda, les enseñaron a sus hijos el Lenguaje de Señas Americano (ASL, por sus siglas en inglés), el cual emplea señas con las manos y expresión facial. Los cuatro han hecho carreras trabajando con personas con discapacidad auditiva. Sus seis nietos también aprenderán ASL. Dijo que el mayor, de 14 años, ya utiliza las señas muy bien.

“Estoy muy agradecido con nuestros hijos”, dijo.

Poco después de su retiro, Jimbo y Sarah se irán a Hawái a realizar trabajo misionero para su Iglesia Mormona. Trabajarán con gente con discapacidad auditiva. Él y Sarah planean mudarse más adelante a Gilbert para estar cerca de sus hijos y nietos.

Pero su legado seguirá aquí, en el 4850 S. Park Avenue.


Become a #ThisIsTucson member! Your contribution helps our team bring you stories that keep you connected to the community. Become a member today.

Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.