Seguramente usted ha de acordarse de la teleserie MacGyver (1985-92), en donde un sujeto realmente ingenioso (interpretado por Richard Dean Anderson) solía escapar de las situaciones más complicadas echando mano sólo de su navajita Victorinox y cualquier objeto que encontrara a su alcance.
Lo más probable es que este intrépido personaje venga a su memoria cuando vea las cosas que tiene que hacer el protagonista de la cinta “The Martian” (Ridley Scott, 2015), el último trabajo de ese director inglés que ha llevado a la pantalla dos joyitas de la ciencia ficción que compiten por ser las mejores del género: Alien (1979) y Blade Runner (1982).
La película cuenta la increíble historia de supervivencia de Mark Watney (Matt Damon), un astronauta/botánico/mecánico asentado en Marte que es dado por muerto por los miembros de la tripulación de su nave, luego de que una tormenta de arena lo arrastrara lejos de sus compañeros, quienes se vieron obligados a abortar la misión y realizar un despegue de emergencia para retornar a la Tierra.
Cuando Watney despierta se da cuenta de la gravedad de su situación: está solo en un planeta inhóspito, totalmente incomunicado y a 50 millones de kilómetros de la Tierra; sabe que tanto Houston como los miembros de su equipo ignoran que sobrevivió y que no tiene manera de hacérselos saber, además de que la NASA no planea realizar otro viaje al famoso Planeta Rojo sino hasta dentro de cuatro años.
Pero este astronauta no es un tipo cualquiera, y en lugar de lamentar su situación (bueno, luego de hacerlo) decide hacer un inventario de recursos y aplicar sus conocimientos científicos para buscarse una posibilidad real de sobrevivencia.
Para conseguir lo que parece imposible cuenta con las reservas de comida de sus compañeros (las cuales puede racionar para extender su duración), potentes paneles solares (mismos que alimentarán de energía su hábitat y los vehículos de traslado) y una buena cantidad de papas que podrá sembrar y cosechar (gracias a la tierra que trajo y a su propios excrementos, mismos que le servirán de fertilizante).
La cinta, hay que reconocerlo, es una buena adaptación del libro del mismo título, escrito por Andy Weir, pues aunque deja de lado bastantes cosas, se centra en lo esencial: la supervivencia de un individuo gracias a sus conocimientos científicos.
El género en donde se ubica esta historia es conocido como nerd thriller, en donde es muy importante para el autor aportar (muchas veces saturar) la trama con información especializada (de ciencia, sobre todo), en donde los datos son precisos y verificables.
La cinta, por supuesto, cuenta con las escenas clásicas (o lugares comunes, como quiera llamarles) de las historias espaciales, en donde los técnicos de la Nasa aplauden cada logro del protagonista, una vez que reanudan comunicación con él.
También podremos ver la lucha de egos entre ellos, ingrediente tan gustado en los dramas hollywoodenses; eso sí, llama la atención que tanto en el libro como en el filme se deje de lado esa veta de dramatismo que podría haber aportado el sufrimiento de los familiares de los protagonistas (se ve que lo escribió un nerd).
Conforman el elenco Michael Peña, Jessica Chastain, Kate Mara, Chiwetel Ejiofor, Jeff Danields (que cada que veo me acuerdo de Dumb and Dumber), Sean Bean (una de las pocas cintas en donde no muere) y Kristen Wiig.



