No es nada nuevo ver a actores maduros en películas de acción. Ahí están Stallone, Norris, Willis o Schwarzenegger como ejemplo, quienes a pesar de su edad no han dejado de filmar historias que, por un lado, les exigen mucho esfuerzo físico a ellos y, por el otro, demanda un extra de ingenio en los editores de sus películas para hacerlos lucir impresionantes (en la medida de lo posible) en la pantalla.
Lo que sí parece ser una tendencia más o menos reciente es el hecho de reclutar a actores maduros y serios para protagonizar historias de este género, personalidades más o menos respetadas cuyas carreras se caracterizaban más bien por encarnar a personajes histriónicamente pulidos y trabajados.
Fue Liam Neeson quien dio el pitazo de salida, aunque quizá habría que dividir el mérito entre él y Pierre Morel (“Banlieue 13”, “From Paris with Love”…), quien eligió al irlandés para que a sus 56 años protagonizara el hitazo “Taken” (2008), que incitó la aparición de otros proyectos similares que aspiraban a repetir el mismo éxito.
Y no es que el grupo de cintas sea muy abultado ni que muchos actores hayan dado este salto, pero si contamos todas las cintas recientes de Neeson (que en sí mismas constituyen ya un mini subgénero), a Kevin Costner con “3 Days to Kill” (McG, 2014) y a Denzel Washington por, entre otras, “Safe House” (Daniel Espinosa, 2012) y “The Equalizer” (Antoine Fuqua, 2014), ya alcanza para hablar de la presencia (o el inicio por lo menos), de cierta tendencia.
En esta semana hablaremos precisamente de “The Equalizer”, segunda colaboración de la mancuerna Washington/Fuqua luego de que hace más de 10 años colaboraran juntos en “Training Day” (2001), trabajo que le valiera el Oscar al Mejor Actor al venerado actor de color.
La película es una adaptación bastante libre de la serie de televisión del mismo nombre que apareciera de 1985 a 1989. En el programa fue el británico Edward Woodward quien le dio vida al detective privado Robert McCall, un sujeto dispuesto a ponerse al servicio de cualquier persona con la necesidad de eliminar alguna complicación.
En la versión de 2014 es Washington quien le da vida a McCall, pero ahora como el reservado empleado de una ferretería con un pasado misterioso, el cual, muy a pesar suyo, tendrá que poner en práctica sus ocultas habilidades para rescatar a una joven llamada Teri (Chloë Grace Moretz) de las garras de unos terribles gánsteres rusos.
Pero poco a poco nos iremos dando cuenta de que Robert no sólo no es un tipo común y corriente, sino que es un sujeto letal que sabe utilizar cualquier tipo de arma y que está dotado de unas facultades físicas de combate que van más allá de lo sobresaliente.
Lo malo es que los mafiosos rusos no están dispuestos a permitirle a este extraño justiciero salirse con la suya, por lo que la intervención del susodicho, lejos de terminar con el accidentado rescate de la adolescente, apenas está comenzando, inaugurando así una guerra sin cuartel contra la organización completa liderada por el terrible Teddy (Marton Csokas).
El filme tiene todo lo necesario para satisfacer al más rigorista fan de las cintas de acción pero también a quienes demandan un buen nivel de actuación. Por cierto, no podían faltar las persecuciones, los combates cuerpo a cuerpo bien coreografiados y, sobre todo, diálogos memorables colocados en momentos estratégicos de la historia; si no me cree, ya verá cómo las frases “Sixteen seconds/nineteen seconds” y “What you see when you look at me?” toman un significado especial.



