El cine bélico es un género que, por su propia naturaleza, ofrece mucho material cinematográfico: explosiones, secuencias de combate, metralla exuberante, heroicidad, etc. El de Hollywood, por ejemplo, ha servido para ensalzar el patriotismo a la manera americana, es decir, contando historias en donde la nobleza de sus soldados se sobrepone a la maldad de sus enemigos, sean de la nacionalidad que sean.

Son pocas las excepciones en donde se critica (o por lo menos se expone) el sinsentido de la guerra, sobresaliendo casos como “Paths of Glory” y “Full Metal Jacket”, ambas de Stanley Kubrick (1957 y 1987, respectivamente); están también “Deer Hunter” (Michael Cimino, 1978), “Platoon” (Oliver Stone, 1986), “Jarhead” (Sam Mendes, 2005) y hasta las sátiras mordaces “The Great Dictator” (Charles Chaplin, 1940) y “Dr. Strangelove or: How I learned to Stop Worrying and Love the Bomb” (1964), de nuevo con Kubrick como director.

El lado conservador de esta poderosa nación suele encontrar en las cintas bélicas basadas en historias supuestamente reales a sus héroes por excelencia, hombres de carne y hueso que arriesgaron su vida (o la perdieron) para continuar brindándoles a ellos ese modo de vida que tanto estiman. Ejemplos de éstos abundan por montones, siendo sus modelos más recientes las conmovedoras “Lone Survivor” (Peter Berg, 2013) y “Unbroken” (Angelina Jolie, 2014).

Eso sí, siempre ha existido (sobre todo a partir de los 60’s y 70’s) el sector crítico que no sólo censura este tipo de manifestaciones, sino que protesta contra ellas y hasta las ridiculiza, siendo actualmente Michael Moore, director de los famosos documentales “Bowling for Colombine” (2002) y “Sicko” (2007) su abanderado más conocido.

“American Sniper” (Clint Eastwood, 2015) pertenece precisamente a ese grupo de filmes que el documentalista critica con saña y que divide al país en dos, con opiniones encontradas y confrontaciones que forman algo parecido a una guerra, sólo que ésta tiene lugar en periódicos, noticieros y talk shows.

Todo mundo conoce la calidad del trabajo fílmico de Eastwood, así como también sabe de su rancio y tradicional espíritu conservador, hecho que queda claro cada que el octogenario director tiene la oportunidad de expresar tanto ideales políticos (es un republicano hasta los huesos) como el concepto que tiene de la americanidad.

En American Sniper, Eastwood cuenta la historia de Chris Kyle (Bradley Cooper), un vaquero texano que un buen día decide que quiere servir a su amada “América” de alguna forma, y esa forma consistió en unirse a los marines, concretamente al equipo SEAL (siglas que corresponden a su área de acción, es decir, Sea, Air and Land) para así combatir al terrorismo.

Es ahí donde descubre que tiene un talento sobresaliente tras su arma, lo que lo convierte en un francotirador sumamente letal, cuyas facultades, además de salvar incontables vidas estadounidenses, lo convierten pronto en toda una leyenda.

Mientras un gran sector de la audiencia juzgará a esta cinta como una simple forma de propaganda más que la maquinaria patriota norteamericana utiliza para excusar sus incursiones en otros países, para otros será una historia profunda sobre los conflictos morales y familiares de un hombre que libra una batalla física (en Irak) y otra espiritual (la que se da en su interior).

Finalmente, lo cierto es que, dejando de lado ambas tendencias, la cinta de Eastwood es un trabajo impecable en lo cinematográfico, sobre todo en el nivel de actuación conseguido por Bradley Cooper; lamentablemente y a pesar de ser ésta su tercera nominación consecutiva al Oscar, no creo que le alcance para obtener la ansiada estatuilla.

Completan el elenco Sienna Miller (como la sufrida esposa de Chris) y Kyle Gallner como Goat-Winston.


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