Foto de Kristina D. Holt, cortesía de Collins

Richard Collins nos lleva en su libro por las zanjas y las colinas, los ranchos y los pueblos, conociendo gente y viendo la tierras de Sonora y Arizona.

Richard C. Collins tiene una visión de la frontera tan hermosa como pocas existen para compartir.

Proviene de sus paseos a caballo, en ambos lados de la frontera. Desde su montura, Collins, ranchero de Sonoita, originario de Arizona, ve a la región fronteriza de una forma muy distinta a la de la mayoría de los norteamericanos, incluso de aquellos que viven justo al norte de la línea. Collins ve una región rica y a gente que comparte geografía, historia y preocupaciones comunes.

“No estamos en una zona de guerra”, dijo Collins, cuyo libro recién lanzado narra sus relaciones con amigos de Sonora y de Sonoita, sus cabalgatas transfronterizas y su afecto por su atesorada tierra a ambos lados de la frontera.

“Riding Behind the Padre: Horseback View From Both Sides of the Border” (Cabalgando detrás del Padre: Vista a caballo desde ambos lados de la frontera) es la emotiva y fundamentada visión de Collins sobre la frontera y la historia del explorador y misionero jesuita Eusebio Francisco Kino, cuyas rutas han sido recorridas por los caballos de Collins y sus compañeros.

Collins, quien no es católico, participó en seis cabalgatas, viajes a caballo organizados por la familia de Jesús Enrique Salgado Bojórquez, de Hermosillo, Sonora, a finales de los años ochentas.

La familia Salgado, devotos católicos, siguieron las rutas documentadas de Kino, quien atravesó miles de kilómetros en caballo y burro a lo largo de la Pimería Alta durante 24 años, desde 1687 hasta su muerte en 1711.

Era su forma de honrar a Kino y reconocer sus logros, los cuales incluyeron cartografía, la introducción del trigo y cítricos y la cría de ganado.

El relato de Collins abarca cuatro de las cabalgatas, partiendo del 2008 con un recorrido de cuatro días y a unos 200 km (125 millas) desde Sonoyta, Sonora, a Caborca, reconocido por su agricultura.

Otro de los viajes, en el 2010, se realizó en Arizona. Los jinetes siguieron el Río San Pedro desde la frontera a Cascabel, al norte de Benson.

Los recorridos se realizaron sin ningún problema, lo que sorprendería a mucha gente que cree que la frontera y viajar por Sonora están llenos de peligros.

En su libro, Collins, de 73 años de edad –quien trabajó el rancho C6 de más de 5200 hectáreas (13,000 acres) en Canelo Hills, entre Sonoita y la línea fronteriza– nos lleva por las zanjas y las colinas, los ranchos y los pueblos, conociendo gente y viendo la tierra.

“No se trata sólo de pasearse a caballo sino de bajarse del caballo y ver la hierba y acercarse a la gente”, dijo Collins vía telefónica. A principios de la semana pasada, Collins tuvo una presentación en la Biblioteca Himmel Park, ubicada en el 1035 N. Treat Ave.

Aunque Collins preferiría centrarse en la gente, la tierra, sus plantas y criaturas, hablar de la frontera invariablemente nos lleva a discernir sobre algunos temas: la inmigración y el contrabando, y los intentos militarizados de detener el flujo de gente, drogas y armas.

En esos tópicos, Collins, quien antes de estar como ranchero en Sonoita vivió en áreas rurales de Centroamérica y en el sur de México trabajando en proyectos de salud pública para los Centros de Control de Enfermedades, tiene opiniones muy sólidas.

“La corrupción que existe en México se duplica en este lado de la frontera por nuestro aparentemente enorme apetito por los narcóticos ilegales y la mano de obra barata”, dijo Collins. Estados Unidos provee las armas y compra las drogas ilegales mientras México libra la guerra, añadió.

Pero Collins, un hombre alto, de voz suave, cuya cadencia es como el fácil andar de un robusto caballo de rancho, prefiere hablar de la gente del norte de Sonora, familias que han vivido en la frontera por generaciones, que siguen cruzando de aquí para allá y algunos de cuyos hijos han graduado de la Universidad de Arizona.

“Son como yo. Somos pares. Quieren las mismas cosas que nosotros queremos: criar a sus familias en un ambiente pacífico y sin drogas”.




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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo al 573-4187 o en netopjr@tucson.com.