De iqz. a der: Mahajub Adam, Ghislain Árido, Rostow Gasore y Shadrack Kosseke son integrantes de uno de los equipos deportivos más diversos de las escuelas preparatorias en Tucsón. Catalina High School es una escuela con un alto número de refugiados e inmigrantes. Los jugadores de los dos equipos varoniles de futbol soccer vienen de 20 países.

En su primera temporada como entrenador, Gabriel Rocha tenía dos objetivos para los jóvenes del equipo varonil de futbol soccer de Catalina High School: cambiar la cultura y calificar (y ganar) un título estatal.

Los Trojans quedaron a dos escaños de la clasificación para los playoffs estatales tras perder su juego final de la temporada por 3-0 ante Sabino.

Pero no fue una derrota total. En el papel, los Trojans quedaron con récord de 8-5-2, más del doble de triunfos totales que el año anterior. Y luego, pues, estaba todo lo demás.

“Cambiamos la cultura aquí”, dijo Rocha. “Teníamos a la gente interesada. Generamos mucho ruido en torno a la escuela, desde la administración hasta los fans y nuestros jugadores”.

Lo que hizo que esta escuadra fuera muy diferente de los equipos anteriores de la escuela -o incluso de cualquier equipo de Tucsón- es la gran diversidad en la alineación de los Trojans.

En el roster varsity de Catalina había jugadores de 14 países; y si sumamos los de JV (Junior Varsity), el número de nacionalidades sube a 20. En la categoría varsity había seis nacidos en Estados Unidos y los demás eran de Italia, Sudán, Panamá, Uganda, República Central de África, México, Brasil, Somalia, Cuba, Honduras, Turquía, Camerún y Kenia. En el equipo JV también había de El Salvador, Guatemala, Eritrea, El Congo, Tanzania y Togo.

Antonio Morales, estudiante de 12avo grado, quien vino de Cuba, dijo que el año pasado el equipo no era tan diverso. Quizá sólo había influencia de diversos estudiantes en la escuela este año. O quizá más estudiantes se presentaron a la prueba que antes.

“Esa ha sido nuestra máxima fortaleza”, dijo Rocha. “Nos apoyamos mucho en la diversidad”.

Pero con ese nivel de diversidad vienen ciertos retos.

Algunos crecieron jugando futbol en las calles, pero nunca habían jugado en un ambiente formal. Y luego está la barrera del idioma. Aunque todos los jugadores hablan algo de inglés, la mayoría no lo considera su lengua dominante.

Afortunadamente, el personal de apoyo de Rocha habla cuatro idiomas: inglés, español, francés y swahili.

“Tengo algunos muchachos que son de Latinoamérica, como Guatemala, Honduras y El Salvador, quienes básicamente hablan sólo español”, dijo Rocha. “Si no hablas español, no puedes trabajar con ellos. No te entienden. No se desarrollan.

“O viceversa: tenemos muchachos que hablan predominantemente francés o sólo entienden francés o swahili. Tenemos algunos de esos otros entrenadores que ayudan a traducir y ayudan a pasar las ideas y de verdad se relacionan con ellos y les dan la bienvenida a esta gran familia que hemos empezado a crear”.

Pero incluso con las barreras de todos los distintos idiomas, el equipo encontró una forma de comunicarse efectivamente en el campo.

“Diría que el futbol fue nuestra lengua primaria”, dijo el defensa Giorgio Alfieri.

Katib Shakhmamedov, inmigrante turco quien se mudó a Tucsón en el pasado ciclo escolar, conoció a Rocha en agosto en una reunión en la biblioteca de la escuela. Dijo que el entrenador primerizo estaba “realmente esforzándose por formar un buen equipo”.

“Estaba diciendo cosas buenas y todo mundo se interesó en el futbol”, dijo Shakhmamedov, defensa en su último año de preparatoria. “Esa es la razón por la que tenemos muchos muchachos y por lo que nos fue bien este año”.

Rocha, tucsonense de 26 años, empezó a ser entrenador de soccer a los 17 años. Decidió que quería pasar al niver de preparatoria y envió su solicitud a varias escuelas locales; Catalina fue la que le regresó la llamada.

“Vine a Catalina porque fue la única escuela que me dio la oportunidad”, dijo Rocha. “Solicité en escuelas como Cholla, Pueblo, Tucson High … pero Catalina fue la que me dio la oportunidad en el verano”.

Los jugadores de la alineación más cautivadora de Tucsón se fueron conociendo unos a otros en el juego. Descubrieron diferentes estilos de juego e idiomas, comida y música que de otra forma no habrían conocido.

“Cada uno tiene su propio estilo jugando futbol”, dijo Shakhmamedov. “Cada uno aprende algo del otro. Y creo que también de mí aprendieron algo. Siempre traté de enseñarlos el futbol de Turquía”.

Rocha dijo que le emociona ver hasta dónde llegará el equipo el próximo año, especialmente después del éxito que tuvo en su primer año.

“Si el coach Gabriel … sigue aquí en esta escuela, pienso que el futbol en Catalina va a continuar”, dijo Shakhmamedov. “Él da motivación a todos. … Lo hace desde su corazón. Esa es la razón por la que el próximo año estarán bien. Si lo intentan duro, si trabajan duro cada día, les irá bien”.


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Traducido por Liliana López Ruelas.