Foto por Ernesto Portillo Jr. / La Estrella de Tucsón

Christian Ortiz y sus hijos Ana Venezia y Adrián José siembran matitas un pequeño huerto en el patio de su casa, con la ayuda del Banco Comunitario de Alimentos del Sur de Arizona. Es algo que más familias pueden hacer juntos.

A pesar del calor y la escasez de agua, sembrar es una opción exitosa en Tucsón.

Christian Ortiz y su esposo Yasbin Herrera, cuando estaban en Nicaragua, aprendieron jardinería en un área donde el exceso de agua es un problema. Ahora que viven en Tucsón, su problema es exactamente lo contrario.

Pero esta pareja, padres de dos niños pequeños, han plantado un pequeño jardín en el patio de su casa al este de la ciudad, sumándose así al creciente número de personas que realizan jardinería desde su casa en Tucsón.

“Es saludable y sostenible”, dijo Ortiz, oriunda de Tucsón y ex voluntaria de Peace Corps en Nicaragua, donde conoció a su esposo. “Y también podemos enseñarles a los niños de dónde viene la comida, cómo crece y cómo podemos cuidarla”.

Los nuevos jardineros han recibido ayuda del Banco Comunitario de Alimentos del Sur de Arizona. Mediante su programa de huertos caseros, Ortiz y Herrera recibieron de forma gratuita plantas, semillas, líneas de irrigación y la asesoría práctica de Luis Herrera, coordinador del programa.

Hace una semana, Herrera, quien no tiene ningún parentesco con Yasbin, visitó la casa de ellos cerca de la preparatoria Sahuaro y los ayudó a cavar una parcela de 3 x 20 pies (aproximadamente 1 x 6 mts), agregar mejoras a la tierra, acordonarla, instalar líneas de aguas negras y plantar una selección de verduras, entre otras cosas.

“Yo quería sandía”, dijo Yasbin Herrera.

Escogieron una variedad local, la sandía de los Tohono O’odham, cuya pulpa es entre amarillo y naranja y es llamada Gepi en O’odham. Se adapta a nuestro calor seco del verano. Además, los nuevos jardineros también sembraron calabaza, tomate, chiles serrano y jalapeño, pimiento, pepino, berenjena, albahaca y girasoles.

“Querían un poquito de todo”, dijo Luis Herrera, quien ha sido asesor de huertos caseros desde hace cinco años. Y aunque la jardinería puede ser vista por muchos como un gran reto en Tucsón, debido a nuestra tierra dura, la escasa lluvia y el sol abrazador, no tiene por qué ser así, dijo Jared R. McKinley, jardinero urbano y editor asociado de Edible Baja Arizona, una revista enfocada en los alimentos y la jardinería local sostenible.

La jardinería puede ser exitosa, pero los jardineros cometerán errores e incluso fallarán, dijo. Porque hasta los mejores jardineros cometen errores, agregó McKinley. Es cuestión de hablar con otros jardineros y tomar cursos para aprender qué es lo que mejor crece y cuándo, dijo.

“Entre más atención le pongas, mejor se dará”, dijo McKinley.

En el programa de huertos caseros del Banco Comunitario de Alimentos, los participantes aceptan asistir a por lo menos tres clases de jardinería y ayudar a otros jardineros caseros a construir sus parcelas, esto a cambio de las plantas, semillas y la asesoría que recibirán, dijo Herrera, el coordinador del programa.

El Banco de Alimentos tiene aproximadamente a mil 500 familias en su programa de huertos caseros, añadió. Sin embargo, hay un límite en el número de familias a las que puede ayudar.

“Hay lista de espera”, comentó Herrera.

En la casa de los Ortiz-Herrera, su parcela recién cultivada da al Sur. Algunos árboles darán sombra parcial al brutal cielo del oeste durante el verano. Si el sol resulta demasiado hostil, los jardineros planean cubrir la parcela con alguna sombra para sol.

McKinley, quien se describe a sí mismo como un nerd con las plantas, les sugirió a los jardineros utilizar paja o algún abono para conservar la humedad en el jardín. También les aconsejó a todos los jardineros caseros empezar una cesta de composta, lo que reduce el desperdicio y genera composta para el jardín. La jardinería casera no tiene por qué ser cara, dijo McKinley.

Cuando él empezó a cultivar, empezó criando gallinas y pavos para usar sus deshechos como fertilizante. Y cuando trabajó en un restaurante en el centro de la ciudad, se llevaba a casa pescado del que no se utilizaba, lo batía en la emulsión de pez y alimentaba con eso sus plantas.

Y si el espacio es un problema, siempre hay macetas para cultivar frutas y verduras.

McKinley dice que cada vez encuentra a más personas que se vuelcan sobre la tierra en sus patios, “En estos días, se trata de todo tipo de gente”, dijo.

Ahora que Ortiz y su familia se han iniciado en la jardinería, verán si avanzan en ver sus plantas crecer o no. Pero Ortiz dijo que van a seguir en esto, por sus grandes beneficios y porque es divertido.

Y después de que cosechen sus verduras y sus sandías, pensarán en su siguiente proyecto.

Un gallinero.

ENGLISH VERSION

Christian Ortiz and her husband Yasbin Herrera, when they lived in Nicaragua, learned to garden where too much water was a problem. Now living in Tucson, her home town, their problem is exactly opposite.

But the couple, parents of two tots, have planted a small garden in the back yard of their east-side home and become part of a growing number of home gardeners in Tucson.

“It’s healthy and sustainable,” said Ortiz, a former Peace Corps volunteer in Nicaragua where she met her husband. “Also we can teach the children where food comes from, how it grows and how we can take care of it.”

The new gardeners have been helped by the Community Food Bank of Southern Arizona. Through its home gardening program, Ortiz and Herrera received free plants, seeds, irrigation lines and the hands-on advice of Luis Herrera, the program coordinator.

A week ago, Herrera, no relation to Yasbin, visited their home near Sahuaro High School, helped the couple dig out a 3-by-20-foot plot, add soil amendments, string out thin, black water lines, and plant an array of vegetables and more.

“I wanted watermelon,” said Yasbin Herrera.

They selected a local variety, a Tohono O’odham watermelon, which has yellow-orange flesh and is called Gepi in O’odham. It suits our dry, summer heat. In addition, the novice gardeners planted squash, tomatoes, jalepeño and serrano chiles, sweet peppers, cucumbers, eqgplant, basil and sunflowers.

“They wanted a little bit of everything,” said Luis Herrera, who has been a home garden consultant for five years.

While gardening in Tucson may seem as a huge challenge to many because of our tough soil, scarce rain and blazing sun, it doesn’t have to be, said Jared R. McKinley, an urban gardener and associate publisher of Edible Baja Arizona, a magazine devoted to local sustainable food and gardening.

Gardening can be successful but gardeners will make mistakes and even fail, he said. But even the best gardeners make mistakes, McKinley added. It’s a matter of talking to other gardeners and taking classes to learn what grows best and when, he said.

“The more you keep on it the better it’s going to be,” McKinley said.

In the Community Food Bank home garden program, the participants agree to attend a minimum three gardening classes and assist other home gardeners in creating their backyard plots, in exchange for the plants, seeds and assistance, said Herrera the program coordinator. The Food Bank has about 1,500 families in its home garden program, said Herrera. However it is limited on the number of families it can assist each growing season, he added.

“There is a waiting list,” he said.

At the Ortiz-Herrera house, their newly tilled plot faces the south. Some trees will give partial shade to the western sky, brutal during the summer. If the sun proves to be too hostile, the gardeners plan to cover the plot with a sun shade.

McKinley, a self-describe plant nerd, suggested gardeners use straw or some mulch to encourage the garden to retain moisture. He also recommended home gardeners start a composting bin which reduces waste and creates compost for the garden. Home gardening need not be expensive, said McKinley.

When he began gardening, he began raising chickens and turkeys to use their droppings for manure. And when he worked at a downtown restaurant, he took home unused fish from the kitchen, blended it into fish emulsion and fed his plants with it.

And if space is a problem, there’s always pots to grow vegetables and fruits.

McKinley said that he finds more and more people turning over the soil in their yards. “Nowadays it’s all kinds of people,” he said.

Now that Ortiz and her family are on their way to gardening, they’ll look forward to seeing their plants grow or not. But Ortiz said they’ll keep at it because of its benefits and because it’s fun.

And after they harvest their veggies and watermelons, they’ll consider their next project.

Chickens.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de

La Estrella de Tucsón. Contáctalo al 573-4187

o en netopjr@azstarnet.com.