Por Christopher Rugaber
The Associated Press
WASHINGTON — Ken McNamee puede ver de primera mano la riqueza que fluye por los barrios caros de Seattle en estos días.
Chef a domicilio, McNamee busca clientes en un country club donde pasa parte de su semana preparando comidas refinadas. El estacionamiento está lleno de Ferraris y Porsches. Entre los socios figuran Bill Gates y Jeff Bezos.
McNamee ha preparado manjares en clubes exclusivos de todo el mundo. Pero de todos modos a veces se siente abrumado por la riqueza que ve en Seattle. En una visita a la casa de un potencial cliente en Lake Washington, no lejos de donde vive Gates, McNamee se topó con una piscina bajo techo, dos cocinas, un montacargas y numerosas obras de arte.
“Esa”, relató, “es una de las pocas veces en que sentí anonadado”.
Cada vez más trabajadores deben sentirse igual de asombrados. Uno de los sectores del mercado laboral de mayor crecimiento en la última década es el de lo que el profesor de economía de MIT David Autor describe como “personal al servicio de los ricos”: Que satisface todos los caprichos y los deseos de las familias acaudaladas.
La tendencia coincide con el periodo de expansión económica más largo de que se tenga memoria en Estados Unidos, que ya supera la década. Durante este periodo, caracterizado por grandes ganancias en la bolsa de valores, los sectores más ricos acumularon un mayor porcentaje de la riqueza que antes de la recesión del 2007. En contraste, solo el 2 por ciento del aumento en la riqueza fue para la mitad menos adinerada de la población.
La mayoría de los empleos asociados con el concepto de “servir a los ricos” no son tan glamurosos como el de McNamee. Pero cada vez son más.
La cantidad de trabajos para terapia de masajes se ha más que duplicado en la última década. Lo mismo se puede decir de manicuras y pedicuras. La cantidad de chefs a domicilio como McNamee se ha quintuplicado. El ramo de peluqueros y paseadores de perros aumentó un 60 por ciento. Hoy por hoy se puede sacar un título en “entrenamiento y manejo de perros”.
Los economistas dicen que estos empleos no benefician al trabajador ni a la economía del mismo modo que lo hace un empleo tradicional. La mayoría de estos trabajadores se manejan por su cuenta y carecen de seguros médicos ofrecidos por una empresa, de planes de ahorro para cuando se jubilen y de otros beneficios.
Generalmente ganan poco y sus ingresos dependen de cuántos clientes tienen. Tampoco tienen demasiadas oportunidades de aprender nuevas tareas, capacitarse y progresar en una firma.
“Cumplen una función en este momento agitado, de mucha ansiedad”, dijo Mark Muro, de la Brookings Institution. “Es un boom que parece precario”.
En un análisis de información exclusivo para la Associated Press, Muro calculó que hubo 3.2 millones de personas al servicio de los ricos en el 2017, comparado con los 2.8 millones del 2010. El crecimiento fue superior al de ramos tradicionales como ventas, educación, trabajos en fábricas y trabajos de oficina. Ganaron un promedio de 36,000 dólares anuales, mucho menos que el promedio de todas las otras ocupaciones, que fue de 51,000 dólares.
De todos modos, estas ocupaciones constituyen una fuente vital de empleo y de ingresos, sobre todo para quienes no tienen títulos universitarios, según dio Autor en un ensayo publicado este año.
Estos empleos tienen una ventaja: Dado que requieren un contacto personal con el cliente, son inmunes a la automatización y la tercerización.
“No puedes tener a alguien haciéndote hacer ejercicios desde China”, dijo Lucas Puente, ex economista en jefe de Thumbtack, un servicio digital que conecta clientes con profesionales de su zona.
Muro calcula que aproximadamente el 60% de los trabajadores que requieren un contacto personal son mujeres.
El principal causante del crecimiento de este sector es la expansión de la clase media-alta. Casi el 8% de los hogares de Estados Unidos ganaron 200,000 dólares o más en el 2017, según la oficina del censo. Esa cifra representa un marcado aumento respecto al 2007, que fue del 6%.
Los trabajadores al servicio de los ricos son más comunes en las áreas metropolitanas grandes, donde se concentran estos clientes.
“Sé que soy un capricho de lujo”, comentó Nicholas Smith, preparador físico personal de San Francisco. “Si la economía se desmoronase, yo sería una de las primeras cosas de las que prescindirán”.