Creo que la razón por la que los X-Men me parecieron un exceso cuando supe de ellos es porque crecí en una comunidad pequeña (15 mil habitantes repartidos entre pueblo y USA).
Y es que si se vivía en Juchipila, Zacatecas, en mis tiempos mozos los únicos superhéroes que conocías eran los de las revistas nacionales (Kalimán, Águila Solitaria…) y los clásicos de la tv abierta (Supermán, Batman, Spider-Man, Iron Man, Hulk, La Mujer Maravilla…) que, aunque fueran muchos, siempre protagonizaban sus propias historias.
Cuando conocí la Liga de la Justicia y los famosos Súper Amigos la ocurrencia me pareció un bufete de lujo (los bufetes también eran vistos por mí como algo de otro nivel). “¿Cómo?”, pensé asombrado, “¿Un montón de superhéroes en una misma caricatura?, ¡Espectacular!” De los Avengers supe cuando vi la película de Joss Whedon en 2012, la verdad.
Con todo lo anterior, queda claro que nunca he sido fan de los cómics (a los pueblos no llega tanto de esas cosas), por lo que nunca supe de los famosos mutantes sino hasta que los conocí en el cine por obra de Bryan Singer. Lo bueno es que cualquier duda que tengo me la resuelve mi compa Juan Villalobos (cuando puede), quien sí sabe de estas cosas.
Si contamos a Deadpool (Tim Miller, 2016), X-Men: Apocalypse (Bryan Singer, 2016) será ya la novena cinta sobre las aventuras de estos personajes del universo MARVEL; eso sí, a diferencia de otras sagas, esta franquicia ha mantenido un nivel de calidad respetable (sólo Brett Ratner desentonó un poco con The Last Stand), contado buenas historias y apoyándose en un elenco y directores serios (Vaughn, Mangold, Hood y el propio Singer).
Apocalypse, que junto a First Class y Days of Future Past completa la trilogía sobre el origen de estos personajes, tiene como villano a un mutante/deidad que, a través de su existencia, ha absorbido los poderes de otros, lo que lo ha convertido, probablemente, en el más poderoso de todos.
Enterrado y puesto a dormir en el antiguo Egipto, Apocalypse (interpretado por Oscar Isaac) es despertado en los 80’s por una extraña secta, pero cuando se da cuenta de que el mundo está en manos de seres inferiores (los humanos) decide, como todo buen villano, destruir todo.
Para lograrlo recluta en sus filas a Storm (Alexandra Shipp), Psylocke (Olivia Munn), Angel (Ben Hardy) y sobre todo a Magneto (Michael Fassbender), un personaje cuya historia secundaria es bastante interesante.
Por cierto, sobresalen un par de cosas: una, que los cuatro potencializan sus poderes a niveles nunca imaginados gracias a este ser y, la otra, que tanto Xavier (James McAvoy) como Magneto serán sus armas principales.
Es así como, una vez más, el Profesor X y algunos miembros de su escuela se asociarán para hacer frente a la amenaza y proteger a la humanidad del caos.
En esta ocasión, su equipo estará compuesto por Jean Grey (Sophie Turner), Beast (Nicolas Hoult), Quicksilver (Evan Peters), Cyclops (Tye Sheridan), NightCrawler (Kodi Smit-McPhee) y Mystique (Jennifer Lawrence) quien, al igual que Magneto, vive su propio drama personal.
Como ha ocurrido en el resto de los capítulos, el caos en el mundo es provocado por igual tanto por quienes quieren salvarlo como por los que lo quieren destruir; pero eso es lo de menos, lo importante aquí es ver cómo los edificios se pulverizan, los puentes se quiebran, los autos vuelan, la tierra se abre y, sobre todo, que los mutantes se dan con todo.
Digna de mención es la intensidad de todo el tercer acto, poniéndose a la par con los momentos más extravagantes de Civil War, Batman V Superman o incluso Avengers.
Por último, no puedo terminar esta columna sin subrayar lo siguiente: tal como ocurrió en la entrega anterior (Days of Future Past), la mejor secuencia, (y la más divertida) está protagonizada por Quicksilver (Evan Peters), quien realiza un rescate espectacular.
Hasta la próxima semana.
