Como nunca antes en la historia del cine de acción, las dos últimas décadas (o tres, si partimos del Batman de Burton) le han pertenecido a los superhéroes, adaptaciones que tienen más o menos garantizado el éxito gracias a una sólida base de fans que los siguen desde que nacieron en viñetas, haya sido en el universo MARVEL o en el de DC Comics.

El primer paso fue, obviamente, trasladar del papel y la tinta a la pantalla grande a sus creaciones más emblemáticas: Batman y Superman (por parte de DC Comics), y Spiderman, Iron Man, Hulk, X-Men, Captain America y Thor (por el lado de Marvel).

El segundo fue intentar hacer de cada cinta una franquicia redituable, objetivo que se ha conseguido con distintos niveles de éxito, exceptuando casos lastimosos como el de Green Lantern, o cuando se ha tenido que interrumpir el camino para recomponerlo (Hulk, Spider-Man, Superman, Batman, Fantastic Four…).

Un tercer movimiento consistió en darle vida a sus superhéroes menores, es decir, los no tan populares (Daredevil, Elektra, The Punisher, Guardians of the Galaxy, Watchman…), en donde está incluido el caso que nos ocupa esta semana: Ant-Man.

Por cierto, las acciones anteriores, en conjunto, pertenecían de antemano a un plan mayor de los estudios: reunir a la mayor cantidad de superhéroes en las mismas misiones que, a su vez, se pudieran transformar en lucrativas franquicias.

Marvel y Paramount ya lo consiguieron con las dos taquilleras entregas de Avengers, mientras que DC Cómics (junto a la Warner Bros.) no entrará a la competencia sino hasta 2016, en donde reunirá a sus personajes emblemas en el proyecto “Batman vs Superman” (Zack Snyder).

“Ant-Man” (Peyton Reed, 2015) cuenta la historia de Scott Lang (Paul Rudd), un delincuente inofensivo que recibe la oportunidad de redimirse por una ruta ciertamente extraña: transformarse en un superhéroe con poderes bastante peculiares, como encogerse al tamaño de una hormiga e incrementar su fuerza de forma increíble.

El responsable de elegirlo para tal responsabilidad es el Dr. Hank Pym (Michael Douglas), creador del impresionante traje con el que Scott adquiere las cualidades mencionadas antes.

En ésta su primera aventura, Scott/Ant-Man y su mentor intentarán destruir los planes de Yellowjacket (Corey Stoll), quien planea utilizar los descubrimientos de Pym para hacer el mal.

Para destacar, están el buen humor que abunda en el guión, el excelente ritmo con el que se desarrolla la historia y la atinada elección para encarnar al superhéroe de Paul Rudd, quien, muy al estilo de Chris Pratt (ninguno parecía una opción natural para un papel así), se sometió a un entrenamiento arduo para adquirir el físico solicitado.

Al final no pude resistirme a comentar lo siguiente: independientemente de lo que ocurra en adelante, es obvio que la historia del proyecto Ant-Man pudo haber sido distinta si Edgar Right (Shaun of the Dead, Hot Fuzz…) hubiera continuado en él; pero el hubiera, como ya lo sabrá usted, no existe, así que hasta la próxima.


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