Sacramento, el mayor de mis siete hermanos, tiene la rara costumbre de contar el mismo chiste varias veces lueguito de que lo termina, exprimiéndolo una y otra vez hasta que la última gota de humor desaparece.

Su proceso es el siguiente: primero cuenta el chiste como si fuera una anécdota que ocurrió realmente (y lo hace bien, hasta eso); luego, cuando en la audiencia se va apagando la risa, lo cuenta de nuevo, pero ya en forma resumida; finalmente, procede a repetir el punch varias veces, hasta que nota que la única respuesta del respetable es una sonrisa medio obligada, acompañada del clásico “no” con la cabeza.

Lo anterior tiene relación con la cinta de esta semana: “Un gallo con muchos huevos” (Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste, 2015), la tercera instalación de esa saga que nació a partir de unos simpáticos sketches protagonizados por un grupo de huevos parlanchines y malhablados; por cierto, la trilogía la completan “Una película de huevos (2006) y “Otra película de huevos y un pollo” (2009).

Para mí, ver un largometraje con estos personajes era lo más cercano a escuchar un chiste de Sacramento, es decir, un sketch extendido hasta el hartazgo que repetiría una y otra vez los mismos chistes que los Huevo Cartoon hicieron famosos hace años en You Tube, como el de los huevos poetas publicitando el célebre brandy Huevo Totote, su trabajo más famoso a la fecha.

Sin embargo, debo aceptar que esta tercera entrega resultó una grata sorpresa: animación de buen nivel, un elenco famoso aportando las voces, un guión más o menos ingenioso y un buen número de chistes, ciertamente efectivos, que aprovecharon muy bien algunas situaciones de dominio público: el palenque, la euforia del box, chistes de la Internet, etc.

La cinta cuenta la historia de un gallo joven llamado Toto (Bruno Bichir) quien, a pesar de no distinguirse por ser muy valiente que digamos, aspira a convertirse en un gallo de pelea y no conformarse con ser sólo un gallo cantador.

La oportunidad le llega inesperadamente cuando tanto el banco como un ranchero ambicioso amenazan con quedarse con el rancho donde vive al lado de la dueña (una anciana viuda y medio sorda), sus amigos huevos, algunos pollitos y un simpático tocino mudo.

La solución para rescatar la propiedad se antoja realmente complicada, pues consiste en apostar las escrituras del rancho en una pelea en donde el debilucho Toto tendrá que derrotar al poderoso campeón reinante.

Es ahí donde entra en escena lo más atractivo de la historia: el pato Patín Patán (Omar Chaparro), un personaje extremadamente intenso, medio zafado y locuaz que le enseñará a Toto algunos trucos para enfrentar de la mejor manera el compromiso.

De verdad que habría que destacar la participación Chaparro, quien logra una caracterización que califico de genuina porque, además haber sostenido la misma intensidad a lo largo de su intervención, fue capaz de de sacarle la risa hasta al más incrédulo y apático de la sala (es decir, a mí).

No voy a decir que “Un gallo con muchos huevos” es algo fuera de serie, pero sí que le alcanza y sobra para convencer a quien no crea que en México puedan hacerse cintas de animación de calidad que, además, sean divertidas.

Además de los asomos geniales de Chaparro, en la película hay momentos cómicos simplones pero efectivos, como aquéllos que hacen referencia a celebridades de las redes sociales, como “La Canaca” (el que gritaba “Me amarraron como peeerco!) o el yupie que repetía la frase “Tengo miedo” una y otra vez.

Completan el elenco Angélica Vale, Ninel Conde, Carlos Espejel, Maite Perroni y Sergio Sendel. Hasta la próxima.


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