Los amantes de los musicales han de estar ya comiéndose las uñas, danzando de gusto y relamiéndose los bigotes con el estreno de “La La Land” (Damien Chazelle, 2016), una cinta que intenta revivir la estética y la esencia de los grandes musicales de la historia (Oliver!, The Sound of Music, Singin’ in the Rain, West Side Story, My Fair Lady, Mary Poppins…).

Mires usted, yo en lo personal suelo clasificar a los musicales en dos grupos: los que cantan todo lo que hacen (Les Miserables, Evita...) y aquellos que cuentan con diálogos normales y que insertan de cuando en cuando sus números musicales (Moulin Rouge!, Grease, etc.).

De cualquier manera y en lo que a mí respecta, siempre me ha parecido algo bastante surrealista el que los personajes, de estar platicando normalmente entre ellos, abandonen su realidad para comenzar a bailar y entonar canciones y, no sólo eso, sino que toda la gente a su alrededor los acompañe en los coros y la coreografía.

Eso sí, finalmente uno termina por tomarle gusto al género, siempre y cuando la historia sea buena y las canciones sean pegajosas; ahí están, por ejemplo, The Rocky Horror Picture Show y Hedwig and the Angry Hitch, mis musicales preferidos.

Lo cierto es que el filme tiene encantados a todos los que lo han visto, quienes no se cansan de repetir que ya no se hacen películas de éstas, que la música y la química de los protagonistas (Ryan Gosling y Emma Stone) son un deleite al oído y la vista y que la historia es encantadora.

Lo cierto es que lo que sí resulta realmente interesante es el hecho de que su joven director y guionista (Chazelle) haya alcanzado tal solidez tras la cámara en éste su segundo largomentraje, luego de que consiguiera conmover a propios y extraños con Whiplash (2014), su ópera prima, obra que resultó ser una de las cintas más llamativas de ese año.

La La Land nos presenta la historia de Mia (Stone), una de las muchísimas chicas que viajan a California para a hacer una carrera de actriz en Hollywood, pero que por el momento se la pasa trabajando de mesera y soñando despierta mientras sirve bebidas a los famosos.

Por el otro lado tenemos a Sebastian, un músico de jazz y hábil pianista que sobrevive como puede derrochando talento en todo tipo de bares, pero que sueña con hacer una carrera exitosa ejecutando con su arte.

Cuando ambos se encuentran, la atracción y el amor son inevitables, por lo que el romance entre ellos es tan inmediato como fulminante. Sin embargo, ya cuando su relación pudo hacerse sólida gracias al apoyo mutuo hacia la carrera del otro, la fama comienza a sonreírles, aunque también lo hace la amenaza de que ésta pueda transformar o lastimar su relación.

Es entonces que no sólo su vida de pareja comienza a tambalear, sino también los mismos sueños por los que ambos habían luchado desde siempre.

La cinta incluye todo tipo de números musicales: desde ésos en donde los protagonistas, de estar platicando normalmente comienzan a cantarle al otro y terminan ambos en tremenda coreografía; las acostumbradas baladas melancólicas que acompañan los momentos más tristes de la trama, hasta las infaltables coreografías multitudinarias en donde participa media ciudad.

Conociendo los gustos de los miembros de la Academia, no hay duda de que La La Land será una seria contendiente en la carrera por los Oscar.

Completan el elenco J. K. Simmons, Rosemarie DeWitt y el cantante John Legend.


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