Capitol Media Services, Foto por Howard Fischer El entonces superintendente estatal de educación, John Huppenthal, rompió en llanto al final de la conferencia de prensa en la que admitió y repudió haber llamado “lazy pigs’ (cerdos perezosos) a quienes reciben asistencia social, así como haber despotricado contra quienes hablan español.

Por Tim Steller

La Estrella De Tucsón

John Huppenthal perdió su influencia con los republicanos, habiendo sido vencido en las elecciones primarias de agosto por la insurgente candidata republicana Diane Douglas.

Conservador, Huppenthal nunca ha tenido influencia con los demócratas.

Pero una entidad sobre la que aún tuvo cierto poder el último día de su gestión como superintendente de educación pública del estado fue el Distrito Escolar Unificado de Tucsón. Y así, el viernes 2 de enero, en las últimas horas de su carrera política, Huppenthal dio un golpe de despedida a su viejo némesis, el TUSD.

Característicamente, fue un golpe bajo.

Para Huppenthal, los cursos de Estudios Mexicoamericanos y Afroamericanos del Distrito Escolar Unificado de Tucsón violan la ley estatal que fue aprobada para dar al estado el poder de veto sobre esas clases de estudios étnicos. Estos cursos nuevos son requeridos por orden de una corte federal por el tema de la no segregación racial en el TUSD, de forma que su postura parece enfrentar la orden de la corte federal contra la ley estatal.

Si usted revisa la acusación, la “Notificación de Incumplimiento” enviada al TUSD el viernes 2 de enero por la tarde, quizá encuentre algo qué objetar. Personalmente, nunca he estado convencido de que sea necesario utilizar la “teoría crítica de la raza” (“critical race theory”) como marco para diseñar las clases de estudios étnicos, como lo sigue haciendo el TUSD.

Pero la notificación de Huppenthal no es sólo poco convincente, es algo de lo que un hombre de mayor estatura que Huppenthal se habría abstenido.

La notificación es risible en ciertas partes. Presenta ejemplos del plan de estudios o del material de lectura que podría ofender a los estrechos residentes de Sun City en el Condado Maricopa, pero que a la mayoría de nosotros nos sacarían sólo un encogimiento de hombros o una risita.

“El Hip Hop se define como la respuesta artística a la opresión”, dice una pieza del material de lectura que formaba parte de una lección de la clase de Estudios Afroamericanos en Cholla High School.

“Aquellos que utilizan el idioma inglés para describir el Hip Hop mientras que lo escriben de forma incorrecta como hiphop o hip-hop no sólo están mal gramáticamente; también subestiman la importancia de lo que el Hiphop realmente es para lo hiphopero. Ellos participan en la esclavitud del Hip Hop al reducir nuestra cultura y forma de vida a un género musical y un producto que se compra y se vende”.

Esta siniestra lectura, dice Huppenthal, viola la prohibición estatal en contra de material que abogue por “la solidaridad étnica en lugar de tratar a los alumnos como individuos”.

Veamos, de forma aislada ese material es una tontería para mí, pero la pregunta es: ¿Realmente aboga por la solidaridad étnica? ¿Está diciendo Huppenthal que para ser un verdadero hiphopero tienes que ser negro? Esa interpretación no se sustenta en una lectura más amplia de la página Web de donde proviene esa cita.

O tememos este ejemplo de la clase de historia de Estados Unidos desde la perspectiva mexicoamericana en la preparatoria Cholla. La maestra encargó un ensayo sobre el impacto que tuvo la colonización europea en los nativos del Nuevo Mundo. Como muestra de lo que podía ser una tesis para los estudiantes, escribió que la colonización europea tuvo un horrible y negativo efecto en los nativos que habían estado aquí por miles de años.

Esto, dijo Huppenthal, es un ejemplo de la violación de la ley estatal que prohíbe promover el “resentimiento contra una raza o clase de gente”.

Puedo entender que la entrada de la maestra se vea como un dictado de un punto de vista específico de la historia. ¿Pero qué punto de vista propondría Huppenthal? ¿Qué la colonización europea tuvo un efecto maravilloso en los indígenas y que simplemente deberíamos ignorar a los millones de muertos y la casi completa pérdida de autodeterminación y soberanía sobre sus tierras?

Vamos, John: la historia no es una simple y bella imagen de la excepcionalidad norteamericana que te gustaría que se enseñara, y reconocerlo no es lo mismo que promover el resentimiento.

Pero todo esto, pienso, deja de lado un punto más importante: Huppenthal nunca debió haber estado tomando esta decisión. No olvidemos sus largos años de carrera como troll del Internet, escribiendo en diversos sitios de política bajo seudónimos como Thucydides y Falcon9, exponiendo puntos de vista que no habría podido hacer públicos sin una justificada reacción negativa en contra –como su deseo, planteado en el 2010, de prohibir los medios de comunicación en español.

En 2012, escribió de forma anónima sobre el programa de Estudios Mexicoamericanos (MAS, por sus siglas en inglés) del TUSD que “MAS = KKK (Ku Kux Klan) en diferente color”. Ese fue el más señalado de muchos comentarios relacionado que Huppenthal hizo sobre los estudios étnicos y el que mostró más vívidamente que él no era un juez imparcial de los programas de estudios étnicos.

Un hombre de mayor estatura habría reconocido sus propios prejuicios y evitado emitir un juicio sobre los nuevos cursos del TUSD.

Un servidor público de mayor estatura también se habría dado cuenta de que esta era una decisión que era mejor dejarle al político que los derrotó a él y al aspirante demócrata a la superintendencia.

Diane Douglas bien podría estar de acuerdo con la visión de Huppenthal sobre estos cursos. Pero ella es la que se ganó el derecho de tomar esa decisión al vencer en la elección. También se ganó la responsabilidad de defender esa decisión.

Pero estamos hablando de John Huppenthal. Un hombre que no pudo resistirse al golpe bajo de despedida. Un hombre que de verdad podría pasar algunos semestres tomando clases de estudios étnicos.


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