Kathleen Dreier

Houda en el estudio de KXCI-FM. Llegó a Tucsón junto con su familia en el 2016, después de que su amada ciudad de Alepo quedara devastada.

Cuando Houda, una refugiada siria de 18 años de edad, y su familia llegaron a Tucsón en julio del 2016, no conocían a nadie. Habían estado en un viaje largo y difícil desde que tres años antes dejaron su casa en su amada pero devastada ciudad de Alepo.

Su familia salió de prisa. Huyeron del miedo. Terminaron en Ammán, Jordania, en el limbo, rezando y soñando con emigrar a Estados Unidos. Tras un largo y agotador proceso de investigación exhaustiva, a Houda, a su papás y su hermana menor se les concedió el estatus de refugiados. Pero tuvieron que dejar en Jordania a su hermana mayor, al esposo de ella y a su pequeña hija.

Houda y su familia pensaron que su reubicación y adaptación podrían ser lentas. Pero a los pocos meses de haber llegado a Tucsón, Houda, quien ahora tiene 19 años y está en su primer año de preparatoria, se ha convertido en voz de los que como ella y su familia son refugiados.

El mes pasado, la voz de Houda salió al aire a través de la estación de radio comunitaria KXCI-FM, de la cual soy voluntario. Ella es coconductora de un programa llamado “Mn Huna”, que en árabe significa “De aquí”. La otra copresentadora es Melanie, a quien conoció dos semanas después de haber llegado a Tucsón en una recepción para refugiados sirios organizada por el nuevo grupo Arizona Welcomes Refugees (Arizona Recibe a los Refugiados). El grupo realiza reuniones mensuales.

Para el programa, Melanie, de 46 años de edad y originaria de Washington, D.C., y Houda, utilizan sólo su primer nombre. Platican. Se ríen. Houda, quien no hablaba nada de inglés cuando llegó a Tucsón, se oye relativamente cómoda y cada vez mejor. En el sitio web de KXCI está disponible una transcripción en inglés y en árabe, lo que amplía su público.

“Mi primera historia para ustedes será sobre mi mamá”, dice Houda en la primera transmisión, la cual salió al aire el 22 de enero. Melani y Houda han producido tres programas que están disponibles en www.kxci.org.

Cuando Cathy Rivers, gerente general de la estación de radio, se enteró de las reuniones de refugiados, le pareció buena idea “compartir la experiencia de ellos con nuestros radioescuchas, nuestra comunidad. Así fue que tomó forma la idea de un pequeño programa y transmisión”, me escribió Rivers en un correo electrónico.

En medio de la prohibición del presidente Trump de refugiados e inmigrantes de siete naciones predominantemente musulmanas, incluida Siria, un programa como este es crucial. “Es exactamente lo que todos necesitamos ahora”, escribió Rivers.

Hace poco visité a Houda y a su familia en su departamento en el este de la ciudad, junto con Melanie. El papá de Houda estaba trabajando en un restaurante. Nos acompañó Safa Najjar Merheb, traductora nacida en Líbano. La mamá de Houda nos sirvió postres sirios y un café cargado. Melanie me dijo que los sirios son famosos por su hospitalidad. Sara, hermana de Houda y quien disfruta del dibujo, me dijo algunas palabras en español que ha aprendido en la secundaria.

Primero, la familia solicitó refugio a Francia pero les fue negado. Después lo solicitaron a Estados Unidos, donde los aceptaron, pero no tenían idea de dónde serían ubicados.

Houda dijo que Alepo era conocida por su belleza, historia y costumbres. Gente de distintas religiones vivía pacíficamente en todos lados, respetándose unos a otros, dijo.

“Vivían juntos, en armonía”, dijo Houda.

Entonces vino la guerra civil entre el régimen del presidente Bashar al-Assad y sus oponentes, otras facciones religiosas y políticas, y eventualmente la intervención de Rusia.

“Todo está de cabeza”, dijo Houda.

La familia intentó hacer lo mejor ante esa situación. Tenían la esperanza de que la guerra civil llegara a su fin. Sin embargo, la guerra se metió en su vida diaria.

Un día, Houda llegó a su escuela. Un mercado que estaba al lado había desaparecido. Una bomba lo había eliminado más temprano, dispersando todo y a todos los que estaban ahí. En el patio de la escuela, Houda y sus compañeros vieron restos humanos.

Y después de que su padre fue arrestado, detenido por cinco días y torturado, la familia comprendió que debía marcharse.

Houda y su familia se sienten afortunados de haber encontrado refugio a través de nuevas amistades en Tucsón. Pero sienten miedo por miembros de la familia que siguen en Siria y por la hermana de Houda, su esposo y su hija.

Escribir y compartir historias de familias refugiadas es el sueño de Houda. Quiere que su ciudad adoptiva entienda sus experiencias, sus anhelos y sus miedos.

“Houda está haciendo un trabajo increíble”, escribió Rivers, de KXCI. “Quiero experimentar su aprendizaje, crecimiento y aventuras en nuestra comunidad como lo hacen nuestros radioescuchas”.

Me temo que vamos a seguir oyendo de Houda en los años venideros.


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Ernesto Neto Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 5734187.