Cuando el equipo de futbol americano de la preparatoria Tucson (Tucson High School, THS) llegó al campo a finales de agosto para su primer partido de la temporada en casa, la mayoría de la gente no se percató de que la gran “T” que da al Oeste en la parte alta del edificio principal de la escuela lucía diferente.
Resplandecía con unos brillantes rojo y blanco. Es más intensa con su forma moldeada por bloques.
La “Badger T” está más perrona que nunca.
“Todo salió mejor de lo previsto”, dijo John Warnock, quien ayudó a coordinar la restauración de este emblema de 53 años de vida.
La “T” original fue un obsequio de la generación del ‘59 de la THS.
Warnock, profesor de la Universidad de Arizona, era el presidente de la generación Badger de ese año. Él y su ex compañero de clase Ricardo “Dickie” Cota-Robles encabezaron la recaudación de dinero y la restauración.
La “T” es una tradición que se tenía que mantener y mejorar, dijo Cota-Robles.
A diferencia de la anterior “T”, la restaurada está montada en una base y las puntas de sus brazos extendidos caen ligeramente hacia abajo. Una nueva capa de aluminio rojo cubre la letra. Está llena de un rojo fresco y de blanco neón, y se instaló un transformador para iluminar la “T” en las noches en que el equipo juegue en casa y en ocasiones especiales.
La renovada “T” se encendió el pasado 29 de agosto, cuando los Badgers recibieron en casa a los Cougars de la preparatoria Sahuaro, juego que perdieron 31-28.
Aunque fueron los ex alumnos de la generación del ’59 los que encabezaron la restauración, Warnock dijo que la Asociación de Ex Alumnos de la T (Alumni T Club) y ex alumnos de 25 distintas generaciones de la preparatoria Tucson contribuyeron a este proyecto que costó 7 mil dólares.
Este esfuerzo es fruto de mucha gente de la Nación Badger que apoya la escuela, la primera prepa en Tucsón, dijo Warnock.
Cuando se erigió la primera “T”, luego de que la generación del ‘59 egresara, la THS competía con muchas otras preparatorias de la ciudad.
La Amphitheater había sido su rival por casi 20 años, y tres nuevas preparatorias habían abierto sus puertas a la creciente población cuando Cota-Robles y Warnock vistieron sus togas y birretes.
La THS aún dominaba Tucsón y a su juventud. Tenía el mayor número de alumnos, y el equipo de beisbol de 1959, donde estaban Cota-Robles y Warnock, ganó el campeonato estatal.
En 1959, Tucsón tenía una población de alrededor de 220 mil habitantes. Pero estaba creciendo rápido: el número de residentes se había cuadruplicado en los 10 años previos.
En el campus, Cota-Robles, quien creció en East 12th Street en el Barrio Miles, era atleta e integrante del Club de Cazadores (Chasers Club).
“Cazábamos muchachas”, dijo Cota-Robles. Pero en realidad él sólo perseguía a una, Patti Dunlap. Cuando él iba en el segundo año de prepa ella estaba en primero; se casaron en 1964.
En algunas noches de fin de semana, Cota-Robles y sus amigos cazadores se iban de caza por la East Speedway y se reunían en Johnie’s Drive-In, en la esquina del Tucson Boulevard.
“Sólo íbamos a pasarla bien. No nos metíamos en problemas”, dijo.
Cota-Robles era la envidia de algunos de sus amigos, porque manejaba un Chevy ‘51 azul oscuro de dos puertas. Era de segunda mano, se lo había pasado su hermano Armando Cota-Robles.
Warnock no era “oficialmente” de los Cazadores, pero de todas formas salía con ellos.
“Yo era más bien nerd”, dijo Warnock, quien vivía en East Poe Street, en el Barrio Poets Corner del centro, cuando salió de la THS. Ahora da clases de Retórica y Composición en el Departamento de Inglés de la UA.
Pero los cambios políticos y sociales llegaron al Tucsón de los “días felices”. En todo el país se abrió una fisura en las relaciones raciales. Los reclamos de igualdad y de justicia social se hicieron más fuertes entre los jóvenes y los viejos negros norteamericanos en los límites del Sur y en las principales ciudades del Norte. El descontento de los mexicoamericanos desde California a Texas se volvió más evidente.
En la preparatoria Tucson, el roce por cuestiones raciales no era explícito pero estaban en el aire, dijo Warnock.
Como un gesto de unidad con los futuros Badgers y con la creciente ciudad de Tucsón, la generación del ‘59 compró e instaló la “T”.
Los ex alumnos volvieron a principios de este año a ese ícono desteñido de las cinco décadas pasadas.
Cota-Robles, quien ha trabajado con láminas de metal a lo largo de estos años, subió a revisar la “T”. El rojo se había vuelto rosa, pero aún tenía una estructura fuerte. Hizo un nuevo diseño y el grupo de ex alumnos instalaron el nuevo símbolo. Warnock y la Asociación de Ex Alumnos juntaron el dinero para una “T” remarcada.
“Mientras la preparatoria Tucson esté ahí”, dijo Cota-Robles, “la queremos allá arriba”.