Cuando la familia de Francisco Romero se mudó de Nogales, Sonora, a Tucsón, el aficionado al beisbol de 12 años de edad descubrió a Vin Scully, la voz de Los Angeles Dodgers. Romero pasaba horas escuchando al ícono narrar los juegos, algunos de ellos con la sensación del pitcheo en aquel momento, Fernando Valenzuela.

Y un día, muchos años después, Romero estaba sentado en la cabina de transmisiones de los Arizona Diamondbacks preparándose para narrar su primer partido, que casualmente era contra los Dodgers. El legendario Scully pasó por ahí, y un nervioso Romero lo detuvo.

“Le dije quién era, y que de niño aprendí inglés oyendo sus narraciones”, dijo Romero. Scully después continuó su camino haca la cabina y lo mismo hizo Romero, quien ese día inició una exitosa carrera como comentarista deportivo en español.

Ahora, Romero, de 48 años y egresado de Pueblo Magnet High School y de la Universidad de Arizona, es el narrador oficial en español de los juegos de los actuales campeones del béisbol, los Houston Astros. Ha estado con los Astros desde el 2008. Pero eso no es todo. Romero es además el comentarista en español de los partidos de futbol y de basquetbol varonil de la UA.

Aunque muchos tucsonenses no conocerían a Romero como Francisco García o Francisco Jones, en muchas casas de Tucsón él es una estrella, una voz familiar no sólo de la radio sino también de la televisión, por los muchos años que trabajó en Telemundo.

Es por eso que el columnista deportivo del Arizona Daily Star, Greg Hansen, ubicó a Romero en el No. 3 de su lista de las 100 máximas figuras deportivas de Tucsón en el 2017.

“Pase lo que pase de aquí en adelante, eso nadie te lo quita”, dijo Romero sobre su carrera y sus logros.

Visité a Romero en la casa de sus papás en el barrio de clase trabajadora mexicana C.E. Rose, cerca de la Avenida 12. Esa ha sido la casa de la familia desde que se vinieron para estar más cerca del trabajo de su papá en la mina en San Manuel, al norte de Tucsón.

Romero jugaba béisbol en improvisados campos llenos de piedras en Nogales, a veces usando cabezas de muñecas como si fueran pelotas, porque no tenían más. Pero él no retomó al juego cuando llegó a Tucsón.

“Pude hacerlo, debí hacerlo”, dijo con relación a que no jugó béisbol organizado cuando era niño.

Pero su interés en el juego no decayó. En lugar de hacer “swing” a los lanzamientos o de “fildear” pelotas, aprendió a nombrar los lanzamientos y cantar los strikes escuchando a los profesionales en la radio y la televisión, tanto en inglés como en español.

Después de graduar de la UA con un título en ciencias políticas en 1995, Romero encontró trabajo en el condado respondiendo el teléfono de la Mesa de Supervisores. Quizá en ese tiempo no se veía como la gran cosa, pero Romero dijo que ahí aprendió a tratar con todo tipo de gente y cómo hablarles. Esos atributos rendirían frutos después en el trato con jugadores profesionales, manejadores y fanáticos.

También le sirvió mucho haber crecido cerca de la frontera, hablando dos idiomas y comprendiendo dos culturas mientras se enamoraba de un deporte.

Hasta que un día recibió una llamada, que resultó cambiarle la vida.

Los estaban invitando a unirse a los Tucson Toros, un equipo de beisbol de ligas menores. Era un trabajo de medio tiempo, pero era poner un pie adentro. Pasaron un par de años y los Sidewinders remplazaron a los Toros, y Romero dejó el condado para unirse a los Sidewinders. Un año después, en 1999, los Diamondbacks le dieron a Romero la oportunidad de usar sus habilidades en español en la cabina de transmisión.

Ahí despegó su carrera.

Aunque Romero no es el primero en el campo de los comentaristas jugada por jugada en español, ha formado parte de las transmisiones en español de los Diamondbacks, los Milwaukee Brewers, los Cincinnati Reds, los Kansas City Royals y los Minnesota Twins. Y también ha narrado juegos de softbol femenil, béisbol varonil y basquetbol femenil de la UA.

Mike Feder, quien por mucho tiempo ha estado involucrado en el béisbol profesional de Tucsón, dijo que Romero era la opción perfecta para los Toros en su último año.

“La forma en que hablaba, además de su profesionalismo, era la persona perfecta”, dijo Feder, presidente de la Fiesta Mexicana de Besibol Vamos a Tucson. “Yo sabía que él se merecía un trabajo en las ligas mayores”.

Apenas terminó la caótica temporada de basquetbol varonil de la UA, Romero salió de su casa en Sahuarita para ir a su departamento en Houston y prepararse para iniciar la temporada de las Ligas Mayores. Su esposa y su hija de 11 años viven en Sahuarita durante el año escolar y pasan los veranos en Houston.

Está emocionado de volver a su trabajo, con la esperanza de que los Astros repitan como campeones. Está difícil, pero Romero siente que el equipo tiene algo más que una buena oportunidad.

Pero retengan o no los Astros su título, Romero está contento con su trabajo de ensueño, mismo que su esposa y su familia disfrutan con él.

“¿Quién iba a pensar que un niño del barrio La Pila en Nogales iba a terminar narrando juegos de beisbol de las Grandes Ligas?”, dijo. “Es algo muy especial”.


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Ernesto Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo al 573-4187 o en netopjr@tucson.com.