Por Perla Trevizo

La Estrella De Tucsón

Un año después del devastador derrame de una mina en México, Estados Unidos enfrenta su propia tragedia por los millones de galones de aguas residuales que desembocaron en un afluente del Río Animas en Colorado.

El 6 de agosto de 2014, 11 millones de galones de una solución de sulfato de cobre se derramó de un estanque de contención y contaminó los ríos Bacanuchi y Sonora, afectando la vida de más de 22 mil sonorenses a unos 40 km de la frontera con Arizona.

El agua contaminada generada por la mina al esparcir ácido sulfúrico sobre pilas de mineral triturado se envió a un estanque de retención que se rompió, dijo Ann Maest, jefe de científicos de E-Tech International, una organización no lucrativa con base en Nuevo México que ofrece apoyo ambiental técnico a comunidades en países poco industrializados.

En la Gold King Mine en Colorado, un equipo de la Agencia de Protección Ambiental detonó accidentalmente una explosión en una mina activa que liberó unos tres millones de galones de agua contaminada creada por la lluvia y nieve derretida en contacto con las paredes y los desechos de la mina.

Pero ambos eran altamente ácidos –el derrame de Sonora aún más– y llevaban altas concentraciones de metales tóxicos como cadmio, cobre y zinc, que en altas concentraciones puede ser dañino para los humanos y para la vida acuática. Los metales predominantes en ambos casos eran el aluminio y el hierro, relativamente menos tóxicos.

Después de ambos derrames, reinaron el miedo y la confusión. La gente quería saber si era seguro beber el agua, así como si el sedimento asentado en el río era peligroso y cuáles serían las consecuencias a largo plazo.

Después del Derrame

De cierto modo, la vida a lo largo del Río Sonora ha vuelto a la normalidad. Los niños están de regreso en la escuela, hay agua corriente, los campos se cultivan y hay ganadería. Los tanques de agua negros o color café que salpicaban el paisaje prácticamente han desaparecido, dicen los lugareños.

Pero la gente aún no toma agua de la llave si tienen para comprar un garrafón con capacidad para cinco galones. En la escuela, a los niños les dan agua purificada. Los agricultores no han vuelto a cultivar la totalidad de su tierra.

“La gente no estaba preparada para sembrar en el otoño pasado, porque no sabían si los pozos iban a ser reabiertos”, dijo Adolfo López, ex alcalde de Banámichi, quien pertenece a una familia de rancheros y agricultores.

Antes del derrame, dijo, por cada hectárea sembrada él cosechaba 2,720 kg (unas 6,000 libras) de cacahuate y ganaba unos 65 mil pesos, equivalentes a aproximadamente 4 mil dólares. Después del derrame, dijo, sólo pudo cosechar unos 500 kg de cacahuate por cada hectárea. Y el año pasado su familia no sembró nada en sus 15 hectáreas.

Y no fueron sólo ellos. El año pasado, cerca del 70 por ciento de la tierra de Banámichi no fue sembrada, dijo. La gente simplemente no sabía qué esperar.

Los campos contiguos al río estaban inundados de agua contaminada, pues las lluvias del Huracán Odile causaron que el río creciera un mes después del derrame. Los pozos que están a un radio no mayor a 500 metros fueron cerrados inicialmente.

Agricultores y ganaderos han recibido unos 270 millones de pesos en compensación por sus pérdidas, provenientes de un fideicomiso de 2 mil millones de pesos –equivalente a unos 125 millones de dólares, al tipo de cambio actual– creado por Grupo México. Pero López dijo que lo recibido de forma individual no alcanza a cubrir sus pérdidas.

Rumbo al primer aniversario del derrame de la mina, un comité de dependencias del gobierno federal de México que supervisan la calidad del agua y de protección ambiental revisó lo realizado hasta el momento:

* Pagaron 1,200 millones de pesos a residentes, agricultores y ganaderos para remediar el impacto en la zona.

* Removieron 6 mil metros cúbicos de sedimento contaminado en 30 km desde el lugar del derrame (el área total afectada es de 270 km).

* Brindaron atención médica a 360 personas, la mayoría con problemas en la piel y algunas con males gastrointestinales, con afectación en los ojos o problemas neurológicos.

* Crearon un portal de Internet donde publican los resultados de las pruebas del agua por área y por pozo, además de reportes sobre a dónde ha ido el dinero.

Alto escepticismo

Muchos residentes no creen en lo que dice el gobierno.

“No tenemos ningún tipo de certificado que diga que el área está limpia”, dijo López. “No tenemos la tranquilidad de que nuestras futuras generaciones tendrán una buena calidad de vida en el río”.

Poder, una organización sin fines de lucro que trabaja para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en Latinoamérica, está ayudando a unos 600 residentes a llenar solicitudes de información pública relacionada con el derrame y su seguimiento. El grupo también ha tomado acciones legales para asegurarse de que las empresas mineras sea más respetuosas del medioambiente y que el gobierno mexicano eleve los estándares del agua potable para que estén más alineados con los de países como Estados Unidos. Por ejemplo, el nivel de arsénico permitido en el agua para consumo humano en México es 2.5 veces más alto que el permitido en Estados Unidos.

El gobierno le aseguró a los residentes que tendría plantas tratadoras de agua y una clínica médica especializada. Nada de eso ha sucedido, dijo Julieta Lamberti, investigadora de Poder.

Otras firmas han presentado dos demandas colectivas, y un abogado de Cananea está negociando con el comité del gobierno federal en representación de los residentes de Bacanuchi, un pequeño pueblo cercano a donde ocurrió el derrame.

La Disputa

por los Recursos

Además de establecer el fideicomiso, Grupo México fue multado con más de 22 millones de pesos. La empresa utilizaba instalaciones que no estaban terminadas y no tenían los permisos necesarios para operar, violando varias leyes federales al momento del derrame. Dado que el proyecto estaba bajo construcción, no había estanques de desbordamiento o fondos impermeables para contener el derrame. La válvula que lo hubiera podido detener no había sido instalada.

La mina de cobre a cielo abierto está en vías de convertirse en la segunda mina más grande del mundo en términos de producción, dijo Grupo México. El 2012, anunció una inversión de 4 mil 100 millones de dólares, que se completará el próximo año, lo cual aumentaría la producción anual de cobre de 200 mil toneladas a 510 mil.

Grupo México y el gobierno de México dijeron que el fideicomiso podría aumentarse si fuese necesario. Pero algunos residentes dicen que el dinero únicamente ha dividido a la gente.

“Están enojados unos con otros porque alguien recibió más que ellos”, dijo Tom Matthews, propietario del Hotel Los Arcos en Banámichi.

Él y otros ciudadanos norteamericanos que viven a lo largo del Río Sonora fundaron una organización no lucrativa para presionar por la limpieza en el lugar de la mina en Cananea y del río, dijo. La Fundación Río Sonora, incorporada en Arizona, trabajará con investigadores para realizar monitoreo independiente y pruebas de sangre. Tendrá un componente educativo y trabajará a través de la remediación y prevención de futuros derrames, dijo Jesús Romo, abogado tucsonense que también vive en Banámichi parte del año.

“El río está dañado en extremo, pero no está muerto”, dijo Romo. “Todavía podemos prevenir una catástrofe y remediar lo que ha sucedido”.

Los metales pesados no desaparecen; sólo pueden ser diluidos o cambiar de forma. Conforme disminuyen los niveles de acidez los metales se vuelven sólidos, y si el río no se mueve rápido, los sólidos pueden asentarse y cubrir el fondo del río, dijo Maest. Podrían agitarse durante una tormenta fuerte, cuando el flujo es mucho mayor.

Un punto de preocupación para mucha gente es la presa el Molinito, la cual provee de agua a unos 800 mil habitantes de Hermosillo, capital de Sonora.

Si los metales asentados en el sedimento causarán algún problema –la mayor interrogante en los derrames tanto de los ríos Sonora como de Animas– es una gran pregunta científica, dijo James Field, profesor del Departamento de Química e Ingeniería Ambiental de la Universidad de Arizona e investigador del programa Superfund.

“Algunas de las preguntas clave son si los organismos que viven en el sedimento del río están recibiendo los metales , si es así, esa podría ser una forma en la que los metales lleguen a la cadena alimenticia”, dijo. Y ¿qué sucede si hay cambios en la química o la acidez del agua?

Viendo hacia adelante

El derrame del 6 de agosto de 2014 no fue el primero en la región.

En 1979, un gran derrame en la misma zona minera contaminó el Río San Pedro y acabó con la vida acuática de casi 100 km al norte de la frontera. Las muestras de agua mostraban altas concentraciones de metales pesados y acidez.

Richard Kamp, quien ha estudiado las amenazas a la calidad del agua relacionada con la minería en Cananea y las cuencas hidrográficas, trabaja en la formación de un comité de consulta que pudiera incluir un programa de tres años para monitoreo del agua, sedimento y tierra en el Río Sonora y en una pequeña parte del Río San Pedro. Kamp es director de E-Tech International.

Maest, quien trabaja con Kamp, dijo que la información sobre los pozos que ella ha visto luce bien, pero que toma tiempo el que el agua del río se mueva a las aguas subterráneas. Un estudio de las cuencas hidrográficas investigaría otras fuentes de contaminación, incluyendo los metales y ácidos naturales y la contaminación por actividades como la agricultura y las aguas residuales para poner en perspectiva la participación de la mina y priorizar la limpieza de la cuenca.

“Esa mina tiene largos caminos por recorrer”, dijo Kamp, “y Cananea y el río merecen estar protegidos”.


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Contacta a Perla Trevizo al 573-4213 o en ptrevizo@tucson.com. En Twitter: @Perla_Trevizo.