Kelly Presnell / La Estrella de Tucsón

Esta residente de Tucsón estaba en Nepal cuando el terremoto de 7.8 grados de magnitud estremeció violentamente a ese país.

Faltaban unos minutos para las 12 del mediodía cuando Laurie Starr sintió “que la piel de la Tierra” se enrollaba bajo sus pies.

Su primera sensación fue que estaba surfeando. Luego, ella y los que estaban alrededor empezaron a correr.

“Se sintió como si hubiéramos estado en el epicentro”, dijo Starr.

Esta residente de Tucsón estaba en Nepal cuando el terremoto de magnitud de 7.8 grados estremeció violentamente ese país sin salida al mar en el sur de Asia, el 25 de abril. Se cree que más de siete mil personas murieron, aunque la cifra sigue en aumento, y más del doble resultaron heridos.

Starr regresó a casa varios días después del terremoto. Había estado en el distrito Sindhuli, a unos 145 km de la capital, Kathmandu. Volvió renuentemente, debatiéndose entre el deseo de quedarse para ayudar y la realidad de que ella no contaba con las herramientas necesarias para rescatar gente de entre los escombros o atender sus heridas.

“Iba a quitar más de lo que yo podía dar”, dijo Starr en nuestra conversación en su casa de Armory Park.

Estuvo en Nepal casi una semana antes del enorme terremoto. Coincidentemente, Starr estaba en ese país trabajando en un programa sobre cómo responde la gente allá a las calamidades y cómo pueden recuperarse. Nepal está oprimido entre India y el Tibet.

Starr es consejera técnica avanzada en Tango International, una firma local que ofrece asistencia técnica y evaluaciones de programa a organizaciones no gubernamentales que trabajan en alivio y desarrollo en todo el mundo. Era su segunda visita a Nepal.

Antes del sismo, Starr estaba con un equipo nepalés en una pequeña villa, rellena básicamente de estructuras de madera, esperando a que llegaran algunos residentes para iniciar una reunión comunitaria.

Cuando llegó la primera sacudida, Starr no se dio cuenta. Pero la gente del lugar inmediatamente supo que se trataba de un sismo.

“Todos corrimos a un campo abierto”, dijo. Entonces, todo fue una locura, agregó.

La tierra se sentía enojada. Siguieron algunas réplicas, incluyendo un sismo de 6.7 grados de magnitud un día después.

Starr, quien en sus ocho años trabajando con Tango ha viajado a África y Asia, y estuvo en Nepal hace justamente un año, nunca había experimentado un desastre natural. En la secuela, la confusión y el miedo invaden a todos.

Conforme escuchaba las noticias, se daba cuenta de qué tan fuerte había sido el sismo y los daños que causó.

Sorpresivamente, su teléfono celular tenía servicio, irregular, pero recibía llamadas, entre ellas una de una compañera de trabajo que estaba en Bangladesh, a más de 643 km de distancia, y que también había sentido el terremoto.

Al día siguiente del temblor, Starr viajó a Katmandú, a varias horas de ahí. Conforme se acercaba a los límites de la ciudad, veía la dimensión de la destrucción. Algunas casas se habían convertido en polvo, dijo.

Pero grandes extensiones de Katmandú quedaron intactas, dijo.

“Estábamos asombrados”, dijo. “Creíamos que íbamos a llegar a una ciudad aplastada”.

Aun así, el terremoto dejó muchos muertos y a muchas personas sin vivienda. Casas, edificios y muchos sitios denominados Patrimonio Mundial de la Unesco, incluyendo la Torre Dharahara de 30 metros, se destruyeron.

Las réplicas dejaron a la gente arriesgándose dentro de casas y edificios. Había gente que dormía afuera. Starr acampó afuera de su hotel.

Pensó en quedarse, pero se volvió evidente que debía desalojar. No había mucho que pudiera hacer, concluyó.

Esa decisión la hizo sentir culpable.

Pero espera regresar a Nepal, sin trepidaciones. Quiere que Tucsón no se olvide de Nepal mientras su gente empieza el largo y arduo camino de la reconstrucción. Mucho después de que los medios abandonen la zona, dijo Starr, los nepaleses seguirán luchando con la reconstrucción.

Seguirán necesitando nuestra ayuda y atención por muchos meses más.

Starr sugiere que la gente que desee donar dinero a las organizaciones de ayuda se tome el tiempo de investigar a los posibles grupos. Que donen a grupos que estén trabajando en Nepal, a grupos que tengan planes y objetivos específicos.

Recomendó Save the Children, CARE y Groundswell International.

Y ella está buscando una forma personal y directa de ayudar.

La noche en que ella volvió a Tucsón tras un largo vuelo desde Hong Kong, se paró en una tiendita cerca de su casa. Cuando estaba pagando, se dio cuenta de que el empleado del mostrador era de Nepal.

Rápidamente intercambiaron información. El cajero le dijo a Starr que su familia salió ilesa. Starr le contó dónde había estado ella y lo que vio.

“Debimos haber estado hablando por 20 minutos”, dijo.

Esos 20 minutos podrían convertirse en una larga amistad, dijo. Cuando ella vuelva a Nepal, espera poder llevar cosas que le sirvan a la familia del cajero.

“Hubo una razón por la que yo llegué a esa tienda a comprar algo que no necesitaba”, dijo.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.

En Twitter: @netopjr.