A estas alturas, ningún columnista de cine se luciría ya lanzando el comentario de que la adaptación cinematográfica hecha a la serie de televisión Mission: Impossible es infinitamente superior; también saldría sobrando decir (así como para justificar) que la serie tenía su buena base de fans, pero que nunca fue el fenómeno mundial que Tom Cruise fue construyendo con cada entrega.

La lista de directores de prestigio que ha echado mano a la saga es bastante respetable; desde Brian de Palma y pasando por John Woo y J. J. Abrams (entre otros), han sabido todos mantener el nivel de calidad de la franquicia. Esto la ha convertido en la gallina de los huevos de oro del propio Cruise, quien con cada capítulo se embolsa millones de dólares al fungir como productor y protagonista.

Lo que sea de cada quien, la versión fílmica ha respetado mucho de la esencia del programa de tv; recordemos que esta serie tuvo dos momentos: el primero de 1966 a 1973 (con 7 temporadas) y el segundo de 1988 a 1990 (con 2).

Sin embargo, el sello que distingue a la versión fílmica de Cruise lo ha tomado de esta segunda etapa, donde el célebre diálogo “Tu misión, si decides aceptarla…”, la famosa pieza musical del argentino Lalo Schifrin, hasta los impecables disfraces del camaleónico Ethan Hunt, son elementos que los fans celebran cada que aparecen en la entrega en turno.

Con sus ya 56 años, parece ser que nada es imposible para Cruise, y para muestra basta verlo salir bien librado de los escándalos que han formado parte de su vida privada; desde los rumores siniestros que le ha acarreado su afiliación a la Cientología, sus divorcios de Nicole Kidman y Katie Holmes, hasta el ridículo que hizo saltando en un sofá frente a Oprah Winfrey.

La tarea (la sexta) a realizar en “Mission: Impossible — Fallout” (Christopher McQuarrie, 2018) la cual, como era de esperarse, ha sido aceptada por Hunt (Cruise), se liga directamente con los hechos ocurridos en la entrega anterior (Rogue Nation), en donde el agente estrella de la FMI (Hunt) tuvo que actuar por su cuenta y sin permiso de sus superiores para salvar el día.

El hecho anterior lo ha colocado, para variar, en un predicamento pues, para algunos, el espía no es otra cosa que un renegado que podría resultar incómodo e incluso peligroso en el juego de la diplomacia internacional, mientras para otros es el único que pudo detener al malévolo Syndicate y resolver (con todo y sus métodos temerarios) situaciones de este calibre.

Para su nueva misión (que en parte intentará reparar el daño ocasionado en la entrega previa), Hunt y su equipo base (Simon Pegg, Ving Rhames), intentarán detener a los Apostles, organización terrorista que por su culpa ahora posee el peligroso Platonium, con el cual se podría realizar una ataque nuclear de grandes magnitudes.

Lo bueno es que para acabar con ellos contarán (luego de algunos breves enfrentamientos mutuos) con la ayuda de la ya conocida agente Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), a la cual se agrega el decidido y habilidoso August Walker (Henry Cavill) para sumar fuerzas y hacerle frente a este peligroso grupo terrorista sobreviviente del ya mencionado Syndicate.

Lo que no sobra decir es que las secuencias de acción serán la cereza en el pastel, las cuales el mismo Cruise insistió en encarar sin ayuda de extras, como es su costumbre; y lo mismo puede decirse de sus compañeros de elenco. Ya verá usted que las peleas a puño limpio, las persecuciones en autos y motos, así como los impactos entre ellos, le sorprenderán por la calidad de las acrobacias perfectamente coreografiadas.

Completan el elenco Sean Harris, Angela Basset, Vanessa Kirby, Wes Bentley, Alec Baldwin y Michelle Monaghan.

Hasta la próxima.


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