Por Stephanie Innes

La Estrella de Tucsón

Gabe López, de 10 años de edad, nació biológicamente con el sexo femenino pero desde muy chico supo que es un niño.

Gabe “hizo la transición social” de femenino a masculino a los 8 años. El doctor Andrew Cronyn, pediatra en El Rio Community Health Center en Tucsón, ahora ayuda a Gabe dándole ‘bloqueadores de pubertad’, también llamados suspensores temporales de pubertad “puberty pauser”, para evitar que atraviese por la pubertad como niña.

Desde el 2014, Cronyn y la Dra. Tracey Kurtzman, su compañera en El Rio Community Health Center, han pasado de un paciente transgénero a 75, los cuales van desde los 4 a los 19 años de edad.

Los pacientes llegan a El Rio no sólo de Tucsón, sino de todo Arizona, incluyendo Flagstaff, Safford y Phoenix.

Cronyn y Kurtzman están abiertos a tratar a sus pacientes con medicamento para inhibir la pubertad y con hormonas del otro sexo, intervenciones que para ciertos niños son tanto positivas como saludables, dijeron.

La Southern Arizona Gender Alliance (Alianza de Género del Sur de Arizona) estima que en el área de Tucsón viven entre mil y mil 500 niños transgénero. Transgénero es un término amplio para la gente que no está conforme con el sexo que se le asignó al nacer.

Se calcula que 0.7 por ciento de los jóvenes entre 13 y 17 años, es decir, unos 150 mil adolescentes, se identifican como transgénero en Estados Unidos, indica un estudio de la Facultad de Leyes de la Universidad de California en Los Ángeles.

La mamá de Gabe, Chris López, escuchó sobre El Rio de otros padres que también asisten a un grupo de apoyo para papás de niños transgénero y de género creativo. Gabe ha sido uno de los pacientes de Cronyn desde el 2015.

“El Dr. Cronyn entendió lo que significa ser transgénero para alguien de la edad de Gabe”, dijo López. “Él (Cronyn) metió una autorización previa con la aseguradora para un bloqueador de pubertad hace un año. Quería que estuviera resuelta para cuando Gabe estuviera listo”.

Gabe, quien va en 5to grado, platicó ampliamente con Cronyn antes de decidir tomar el medicamento que evitara que su cuerpo pasara por la pubertad como niña.

“El nivel de ansiedad de Gabe acerca de esto hizo que la decisión fuera más fácil”, dijo López. “Pero hablamos mucho sobre eso. El Dr. Cronyn fue muy paciente y comprensivo. Hizo todos los esfuerzos por asegurarse de que esto era lo correcto para Gabe”.

Gabe, quien está pensando en hacer una carrera como policía, recibió su primer implante de bloqueador de pubertad el mes pasado.

Los pediatras de El Rio ofrecen apoyo a papás como López que por lo general necesitan aceptar a sus hijos. López, por ejemplo, siempre había sido defensora de los derechos LGBT pero nunca había considerado que un niño tan chico como Gabe podía ser transgénero.

“Muchos niños transgénero son muy espabilados”, dijo Kurtzman. “Nuestros formularios de consentimiento son 6 o 7 páginas, a espacio sencillo. Muchos niños ya saben lo que va a venir ahí”.

Conforme Gabe crecía deseando un corte de pelo como niño, deseando vestirse como niño e ir al baño de los niños, López asumió que sería lesbiana cuando creciera.

“Estábamos equivocados en tantas cosas”, dijo. “Durante 8 años Gabe estuvo tratando de decirles algo que nosotros no entendíamos”.

Lo que López entiende ahora es que el género es algo ajeno a la sexualidad de alguien. Ser transgénero no implica ninguna orientación sexual específica. Como mucha gente lo describe, el sexo tiene que ver con la anatomía y el género está en el cerebro y en el corazón.

El primer paciente

El primer paciente transgénero de Cronyn fue un niño transgénero de 8 años cuyo médico insistía en llamarlo niña.

El niño era anatómicamente una niña cuando nació, pero muy pequeño se dio cuenta de que era niño. No había ninguna duda. Tener un médico que lo llamaba niña era más que frustrante.

El desacuerdo llevó al médico a retirar la atención al niño. Acompañado por su familia, el niño terminó en la oficina de Cronyn en El Rio.

“El médico le decía, ‘tienes vagina, eres niña’”, dijo Cronyn sobre su primer paciente trans. “Era casi increíble. El niño tenía problemas de salud crónicos que no estaban siendo atendidos porque el médico estaba muy enfocado en la parte del transgénero”.

Se fue corriendo la voz entre los niños y sus familias de que Cronyn los apoyaba y estaba abierto a darles a los niños hormonas agonistas que inhibían la pubertad y a dar a los adolescentes hormonas que les ayudaran a tener características del sexo opuesto. Más niños transgénero empezaron a buscar atención en El Rio.

Cronyn atendió al niño con tres pasos básicos y ahora capacita a otros médicos para que también los utilicen: llamen al paciente por su nombre (como ellos quieran que les digan); conozcan la identidad de género de su paciente, y no revisen sus partes íntimas a menos que sea médicamente necesario.

“¿Cómo te gustaría ser llamado?” y “prefieres que te nombren él, ella o de otra forma?” son preguntas fáciles de hacer, dicen los doctores. Y hacen la diferencia.

“Es una nueva área de la medicina en Estados Unidos que realmente ha tenido como una explosión en la última década”, dijo Kurtzman.

Para el estudiante del Colegio Comunitario Pima Oliver Wagner, encontrar a Kurtzman fue un alivio. Otros prestadores de servicios médicos necesitan ser educados sobre “asuntos de género”, lo que puede ser tanto desgastante como frustrante, dijo Oliver, de 18 años, quien prefiere el pronombre neutral en cuanto a género “ellos’.

“No tuve que pensar sobre cómo decir las cosas”, dijo Oliver en relación con Kurtzman. “Me siento cómodo con ella”.

Oliver, quien nación con anatomía femenina, fue recientemente rechazado por el seguro médico familiar para una “alta cirugía” para quitarle los senos. Kurtzman está ayudando a la familia de Oliver a apelar la decisión, argumentando que la cirugía es una necesidad médica.

Cronyn y Kurtzman se enfrentan regularmente a las aseguradoras para que paguen por dosis apropiada de supresores de pubertad que eviten el desarrollo de características sexuales secundarias.

Los inhibidores de pubertad han sido declarados seguros por la Sociedad Endocrinología internacional, pero son costosos: pueden llegar a costar hasta 30 mil dólares anuales en una farmacia minorista si el seguro médico no los cubre.

Cuando los niños crecen, los médicos de El Rio pueden canalizarlos a cirujanos que realizan la operación de confirmación de género, que algunas veces también es llamada reasignación de género.

Esa cirugía generalmente se reserva para personas de 18 años o mayores, pero no hay médicos locales que la practiquen en Tucsón, aunque algunos aquí realizan histerectomías electivas, remoción de testículos y mastectomías para extirpar los senos, dijeron Cronyn y Kurtzman.

Traición biológica

Los investigadores dicen que aún hay mucho por aprender sobre los niños transgénero. El género es complicado, el lenguaje utilizado para hablar sobre temas de transgénero está evolucionando, y aunque la información sobre los jóvenes transgénero se está expandiendo, se necesitan más estudios a largo plazo.

Lo que se sabe es que para ciertos niños que sufren angustia por el sentimiento de que su género no concuerda con su biología, llamada en inglés “gender dysphoria”, la pubertad puede sentirse horrible, como una traición de su cuerpo. Utilizar bloqueadores de pubertad y hormonas transversales puede traer como consecuencia una mejora en su salud mental, dijo Cronyn.

“Retrasar la pubertad no le hace daño al niño. Puede evitar que crezcan los senos y que llegue la menstruación, y dar al niño una oportunidad de llegar a la edad adulta y entonces tomar la decisión”, dijo Erin Russ, directora de programas de la Alianza de Género del Sur de Arizona.

Los médicos de El Rio enfatizan a las familias los diferentes tipos de intervenciones médicas, clasificándolas por reversibles, parcialmente reversibles e irreversibles, y sostienen largas discusiones con las familias sobre los riegos aún desconocidos.

Los bloqueadores de pubertad, que ponen en pausa la pubertad, son reversibles. Los niños pueden parar ese tratamiento y pasar por la etapa natural de pubertad o también continuar con tratamientos de hormonas del otro sexo. Algunas veces los bloqueadore les dan un tiempo extra para explorar el significado del género, dijo Cronyn.

Fertilidad

Uno de los mayores factores a considerar sobre las intervenciones médicas a niños es la fertilidad.

Si un niño se mantiene con bloqueadores de pubertad, después pasa a hormonas transgénero y nunca atraviesa por la “pubertad natal”, lo más probable es que en el fututo no pueda tener hijos biológicos, dijo Cronyn. Algunos niños eligen pasar por su pubertad natal el tiempo suficiente para poder congelar sus huevos o espermatozoide, aunque eso cuesta dinero.

“Es una de las cosas difíciles que tenemos que considerar en la toma de decisiones”, dijo Cronyn. “Es una decisión muy grande para las familias”.

Las hormonas del sexo opuesto son parcialmente reversibles –el crecimiento de senos y una posible esterilidad no son reversibles, por ejemplo, tampoco el engrosamiento de la voz ni el crecimiento del bello facial y corporal.

Y la cirugía de reasignación, muchas veces llamada cirugía de afirmación de género, está en la categoría de procesos irreversibles.

Si los niños utilizan bloqueadores por un largo tiempo sin ningún tipo de hormonas, hay un riesgo en problemas de densidad de huesos, que es la razón por la que los pediatras piden a sus pacientes que tomen calcio y suplementos de vitamina D.

Algunos profesionales médicos dicen que se necesita más información para entender las repercusiones a largo plazo de las intervenciones médicas.

Panorama

Cronyn y Kurtzman se han convertido en recursos para familias que tienen interrogantes sobre asuntos como, por ejemplo, cómo un niño transgénero se puede afiliar a ligas deportivas, dónde cortarse el pelo, dónde comprar ropa y cómo obtener documentos legales que vayan acorde con la identidad de género del niño.

Las familias empezaron a pedir información sobre terapias locales en reafirmación de género, por ejemplo, y Cronyn y Kurtzman empezaron con una lista de tres. Esa lista se ha expandido significativamente, aunque encontrar psiquiatras para niños y adolescentes que no tienen cobertura de Medicaid sigue siendo un reto, puesto que muchos otros no aceptan seguros o tienen lista de espera, dijo Kurtzman.

Otros doctores en Tucsón están ofreciendo intervenciones médicas para niños transgénero, pero Cronyn y Kurtzman fueron los pioneros, dijo Russ.

Russ puede recordar cuando, hace unos 10 años, integrantes de un grupo local de apoyo entre padres de familia con hijos transgénero querían saber sobre los supresores de pubertad y las hormonas del sexo opuesto. No había mucha información. Unas cuantas familias optaron por ir a California –ya fiera a Los Ángeles o a San Francisco– en busca de tratamiento, dijo.

“El Rio hizo posible que más familias recibieran atención médica para sus hijos”, dijo Russ. “Ahora los niños tienen la oportunidad de desarrollarse como ellos quieren”.

El Rio ha sido un centro de salud por mucho tiempo destinado a la población vulnerable. Cualquier persona contratada por El Rio debe cumplir con tres horas de entrenamiento sobre la atención a población marginada, y en ella se incluye a la comunidad LGBTQIA+ (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Queer, Intersexual, Asexual y más), explicó Cronyn.

LGBTQIA+ es un término paraguas para la población cuya identidad de género u orientación sexual difiere de la población heterosexual (que le atraen las personas del sexo opuesto) y cisgénero (que se identifica exclusivamente con el sexo que les fue asignado al nacer).

En su Índice de Igualdad en el Cuidado de la Salud de 2018, la Campaña por los Derechos Humanos nombró a El Rio como una de las 418 organizaciones de salud que lideran el país en materia de salud LGBTQ (Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Queer,). El Rio fue la única organización de Arizona en obtener esa designación.

El crecimiento en la población transgénero pediátrica de El Rio ha impulsado un esfuerzo más reciente para identificar las necesidades no satisfechas.

El Rio tendrá un primer día LGBTQIA+ para jóvenes y familias este 28 de abril en el Centro de Recreación Donna R. Liggins, en el 2160 N. Sixth Ave. (ver recuadro)

“Las disparidades de salud para las personas transgénero son horribles, como lo son para las personas indocumentadas, las personas de color y las personas de bajos ingresos. Sabemos que hay una gran cantidad de pacientes que no nos llegan y no estamos seguros de cómo llegar a ellos”.

La Campaña por los Derechos Humanos define la identidad de género como el “concepto más íntimo de uno mismo como hombre, mujer, una combinación de ambos o ninguno”, y “cómo los individuos se perciben a sí mismos y cómo se llaman a sí mismos”.

Los niños transgénero que buscan intervenciones médicas representan una “porción” de la población general de jóvenes transgénero, destacó Russell B. Toomey, profesor asociado de Estudios Familiares y Desarrollo Humano en la Universidad de Arizona.

Toomey dijo que estudios recientes de la Campaña de Derechos Humanos sugieren que una gran parte de los niños transgénero no se consideran a sí mismos como hombres o mujeres, sino más bien una combinación de dos o como un tercer género. A esos niños frecuentemente se les llama “no binarios”.

Cronyn y Kurtzman tienen pacientes transgénero que son no binarios. Algunos quieren intervenciones médicas, otros no. Todos necesitan apoyo.

Los médicos de El Río ven a los pacientes a través de situaciones en las que tienen problemas con el rechazo y el ostracismo por ser diferentes, ya sea de familiares, amigos o escuelas.

La mayoría de las veces, las familias se acercan.

“He visto tantos ejemplos de padres sinceros que simplemente aman tanto a sus hijos: padres en el ejército, prestadores de auxilio, de todas las diferentes profesiones”, dijo Cronyn. “Te haces parte de este equipo. También ha cambiado la forma en que soy con pacientes no transgénero. Creo que ha cambiado mi práctica”.


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