En la mayor parte de su vida adulta, Raúl Ramírez prestó servicio social en La Frontera, Arizona, que brinda atención en salud mental y ayuda en casos de adicción, y en el Centro de la Corte Juvenil del Condado Pima.

Pero en el interior de este tucsonense late el corazón de un historiador, un conservacionista, un trabajador social diferente.

En una esquinita de su esencia permanecía el deseo de reconocer las contribuciones históricas de los indígenas y los mexicoamericanos a nuestra región y de honrar el papel que desempeñó Eusebio Francisco Kino, el explorador jesuita europeo en la Pimería Alta.

Desde su jubilación hace siete años, Ramírez, de 72 años de edad, ha dedicado mucho de su tiempo a varios grupos comunitarios dedicados a mantener vivos algunos fragmentos de nuestra rica historia.

“La recompensa es presentarle a la comunidad una parte de la historia de Tucsón que no conocemos”, dijo Ramírez.

Nos reunimos en San Agustín Mission Garden, al pie del Cerro de la “A” en South Grande Avenue, en los límites del Barrio San Agustín, al que los antiguos residentes llamaban el Barrio Sin Nombre. El jardín de 1.6 hectáreas, rodeado por una barda de adobe que recrea los tiempos de la Colonia española, es fruto del grupo Friends of Tucson’s Birthplace (Amigos del Lugar de Nacimiento de Tucsón), en cuya fundación participó Ramírez y el cual reconocía el pasado agrícola de Tucsón.

Otros grupos en los que Ramírez ha estado involucrado o forma parte de ellos son el Patronato de Kino de Tucsón y Kino Heritage Society (Sociedad del Patrimonio de Kino), así como Los Descendientes del Presidio de Tucsón, una organización cultural y educativa sin fines de lucro que apoya esfuerzos locales por preservar la historia.

Uno de los proyectos con Los Descendientes fue la realización y ubicación de la estatua llamada La Primera Vista, creada por el tucsonense Luis Mena. La estatua muestra a un hombre, una mujer y un niño indígenas atestiguando la llegada de Kino a finales del siglo 17. La estatua, colocada justo al sur del Mission Garden (o Jardín Misión), rinde homenaje a los habitantes originales de la villa Pima de Chuk Son.

En la Sociedad del Patrimonio de Kino Ramírez ayudó a organizar la restauración de la campana de bronce colonial española de 1807 que alguna vez colgó fuera de la pequeña capilla de adobe del Presidio Real de San Agustín del Tucsón. La campana, dedicada a la Virgen de Guadalupe, fue regresada a la Catedral San Agustín el pasado mes de agosto como parte de las celebraciones por el aniversario 241 de Tucsón.

Pero quizá el proyecto más grande sea el Jardín Misión, el cual se ubica en el lugar donde estuvo la Misión San Cosme y Damián de Tucsón, establecida por Kino en 1692, el mismo año en que fundó la primera misión en San Xavier, al sur de Tucsón. San Cosme no sobrevivió, pero después se construyó ahí un convento de dos pisos y un jardín, aunque con los años quedó cubierto con relleno sanitario.

En el jardín actual se han sembrado varias plantas y árboles para reflejar la trayectoria de la agricultura a lo largo del Río Santa Cruz. Ellos visualizan un jardín integral dedicado a los productores de alimentos multiétnicos de Tucsón.

La vena misionera de Ramírez se refleja en sus días de trabajo social, donde ayudó a resolver problemas, a unir a la gente y a encontrar respuestas. Su pasión también viene de sus experiencias de vida, empezando por sus viajes a México cuando era joven y el activismo comunitario de su madre ya fallecida, Velia Jiménez Villegas. Y sus conexiones con indígenas las creó a través de su mentor, Tito Carrillo, quien por más de tres décadas ayudó a conectar comunidades indígenas de Sonora y Chihuahua con Tucsón. Cuando estuvo en La Frontera, Ramírez trabajó también con la comunidad Pascua Yaqui.

Todas estas experiencias, dijo, forjaron su interés y su participación en la promoción de la historia de los indígenas y los mexicoamericanos de Tucsón, historia que muchas veces es ignorada y olvidada.

Un caso específico: Se suponía que el lugar donde está el Jardín Misión tenía que haber sido un componente clave del proyecto Rio Nuevo aprobado por los electores de Tucsón en 1999. El proyecto de ese entonces abarcaba un campus educacional e interpretativo enfocado en el pasado indígena, colonial y territorial de Tucsón. En esa mezcla había también un centro científico.

Pero eso quedó en la historia. En su lugar estará la nueva sede regional de Caterpillar Inc. El distrito de Rio Nuevo contribuyó al proyecto con 52 millones de dólares en impuestos.

Ramírez y el pequeño grupo de personas que apoyan el Mission Garden seguirán haciéndolo crecer y expandirán sus programas para atraer a más visitantes. Al mismo tiempo, esperan que las semillas que plantan hagan crecer el interés de la gente en preservar y exponer la historia de Tucsón.

“Ese es el reto”, dijo Ramírez. “Hacer que la gente se involucre poco a poco”.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com.