Oscar Soria

Foto: Jeffry Scott

Oscar Soria.

La pretemporada de Major League Baseball ha cambiado en muchas cosas: cada vez se invita a un mayor número de peloteros, hay más plazas en juego, los precios de los boletos parecen de temporada regular, la cobertura de los medios de comunicación es mayor -por ejemplo, los Chicago Cubs transmitirán todos sus juegos de la Cactus League, ya sea por radio, televisión o Internet-, en fin, sin duda es algo diferente a lo que se vivía hace unos 30 años.

Donde no ha cambiado es en la manera de dirigir los partidos. Les importará a muchos peloteros las estadísticas, tiene que ser así, dependen en buena parte de las estadísticas; sin embargo, los mánagers siguen poniendo poca atención al marcador final.

Ellos quieren ver las actuaciones de los peloteros, y si alguien viene mal no importa, se le da el tiempo suficiente para ver si se recupera y puede cerrar fuerte la labor, no importa que se deje ir una ventaja de cinco o seis carreras.

Hace unos días se presentó un partido donde los Detroit Tigers hicieron ocho carreras en la octava entrada y le dieron la vuelta al juego para derrotar a los Atlanta Braves. Todo el daño lo hicieron los Tigers ante sólo dos lanzadores; por supuesto, ni uno de esos dos lanzadores está contemplado para trabajar en la parte final de los encuentros de los Braves durante el rol regular.

Que un equipo pegue cuatro cuadrangulares seguidos está difícil; sin embargo, ha ocurrido recientemente. Me tocó estar en la narración de uno de esos juegos, cuando los Arizona Diamondbacks se los pegaron a los Milwaukee Brewers. Pero lo que está doblemente difícil es que los cuatro jonrones los reciba el mismo pitcher.

En una temporada regular, difícilmente un pitcher se mantiene en el encuentro luego de recibir tres cañonazos seguidos; sin embargo, en los juegos de marzo se puede dar fácilmente.

Me tocó también trabajar alguna vez en un juego de pretemporada donde el pitcher Dan Carlson, de los Diamondbacks, recibió tres jonrones seguidos. Siguió en el montículo para enfrentar al siguiente bateador y de nuevo recibió un batazo descomunal que, para su buena fortuna, se fue a terreno de foul.

Yogi Berra dijo “esto no se acaba hasta que se acaba”. Podemos decir que con más razón si se trata de un juego de pretemporada. A ningún mánager despedirán en marzo, y por eso prefieren aguantar a sus lanzadores sin importar el peligro de perder el encuentro, y por ende se pueden dar regresos espectaculares.

El intenso Randy Johnson

Cuentan que cuando Randy Johnson lanzaba con los Arizona Diamondbacks se preocupaba por las decisiones del mánager en torno al orden al bat, quería que estuvieran todos los titulares el día en que él subía al montículo.

Se supone que el único seguro en el orden al bat es el pitcher programado para el juego; sin embargo, Johnson en cuanto llegaba al estadio iba y observaba el orden al bat del día, no para ver quién era el noveno bat, o sea el pitcher del día, sino más bien para ver si estaban los titulares en la alineación.

El colmo es que había veces que hacía lo mismo en juegos de pretemporada. Cuentan que en más de una ocasión llegó a preguntarles a los titulares por qué no estaban en el orden al bat, cuestionaba si tenían algún malestar. Cuando le respondían que estaban bien pero que el mánager había ordenado descanso, hubo ocasiones en que pidió su presencia en el orden al bat, aún en juegos de marzo.

Cada año se presentan buenas historias durante una temporada regular, pero en ocasiones llegan desde la misma pretemporada.


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Contacta a Oscar Soria en: oscsoria@aol.com.