Por Ernesto Portillo Jr.

La Estrella de Tucsón

Fue pionero de la música mexicana en el suroeste y más allá; escribió cientos de canciones en múltiples géneros, incluyendo dos clásicos de su tiempo.

Su obra, esparcida a lo largo de 70 años, reflejaba retos políticos y cambios sociales antes de que la mayoría de los músicos adoptara una causa. E inspiró a numerosos jóvenes músicos a derribar las barreras que tenían enfrente.

Eduardo “Lalo” Guerrero, estadounidense de nacimiento, fue un campeón de la cultura chicana-mexicana, la cual se nutrió de sus contribuciones en el Barrio Viejo de Tucsón y en sus años como profesional en Los Ángeles.

Lalo, quien murió en el 2005, cumpliría 100 años en esta Noche Buena. Su familia, amigos y seguidores lo recordarán el 9 de diciembre en El Casino Ballroom, en Sur Tucsón.

“Lalopalooza: Celebrating A Century Of The Father Of Chicano Music, Tucson’s Own Lalo Guerrero” (Lalopalooza: Celebrando un siglo del padre de la música chicana, el tucsonense Lalo Guerrero), patrocinado por la estación de radio KXCI-FM estará lleno de recuerdos y la música de Guerrero interpretada por sus hijos Dan y Mark Guerrero; cantante Ersi Arvizu con el guitarrista Ry Cooder; el cantante de ranchero tucsonense Adalberto Gallegos; el bajista de jazz René Camacho, basado en Los Ángeles y nacido en Tucsón; la banda tucsonense de tributo a Lalo Guerrero Los Nawdy Dogs; los músicos locales de folk Ted Ramírez y Bobby Benton, y el mariachi juvenil Los Changuitos Feos.

Es el tipo de fiesta tucsonense que Lalo habría apreciado.

“Nació una Noche Buena y murió un Día de San Patricio. Si iba o venía, Lalo era el alma la fiesta”, dijo el documentalista Dan Buckley, quien ideó esta celebración junto con Pepe Gálvez, de KXCI.

Buckley, ex periodista del Tucson Citizen quien entrevistó a Lalo en numerosas ocasiones, considera a Lalo “uno de los cantautores más importantes del siglo 20”.

EL BARRIO

En su autobiografía del 2002, “Lalo: My Life and Music”, coescrito con Sherilyn Meece Mentes, escribió sobre su vida feliz pero difícil en el barrio. Su mamá, Concepción, dio a luz a 18 hijos; sólo 11 pasaron del primer año. Su papá, Eduardo, trabajaba en el ferrocarril Southern Pacific e hizo todo lo que pudo por sostener a la familia.

Lalo nació en una casa en la esquina de las calles Meyer y Simpson en el Barrio Viejo, un lugar al que regresaba seguido cuando vivía en California. Su canción “Barrio Viejo” rememora el vecindario y se convirtió después en la piedra angular de “Chávez Ravine: A Record by Ry Cooder”. Ese fue el último grabado por Lalo y salió a la luz poco después de su muerte, en Rancho Mirage, California. Tenía 88 años.

Fue la madre de Lalo, con su hermosa voz de soprano, quien lo sumergió en el amor a la música y le enseñó a tocar la guitarra y la música mexicana.

De niño y adolescente, Lalo gravitaba sobre la música. Él solo aprendió a tocar el piano. Idolatraba al baladista Rudy Vallee y a otros intérpretes populares. Le encantaba ver películas del Oeste y musicales en el cine Lyric por West Congress Street. Y absorbió los sonidos y ritmos que escuchaba en el club de jazz y blues Beehive, en el barrio.

Lalo fue el chicano original.

“Cuando se trataba de música, yo era como un embudo”, escribió en su libro. “Lo tomaba todo. No me importaba de dónde viniera ni si era en inglés o en español”.

Los carlistas

Con su dominio musical y de la guitarra, y poseedor de una buena voz, el joven Guerrero y otros dos adolescentes del barrio formaron un trío con el que se presentaban por la ciudad. Pero cuando empezó a dejar su huella musical fue cuando se unió al cuarteto Los Carlistas.

Guerrero, Greg “Goyo” Escalante, y Soledad “Chole” y Joe “Yuca” Salaz eran las estrellas del barrio y de Tucsón. El cuarteto bilingüe tocaba en bodas, aniversarios, quinceañeras y en la radio local. También se presentaban al otro lado de las vías del ferrocarril para complacer a sus seguidores de habla inglesa en el Arizona Inn, el Hotel Pioneer y el Hotel El Conquistador. El grupo se mudó a Los Ángeles y tocaba en centros nocturnos, en la radio y en presentaciones. Los Carlistas tuvieron también un pequeño papel en la película Gene Autry.

Años después, Lalo cantó en la casa de un gran admirador, Gilbert Ronstadt, cuyo padre sonorense fue un empresario pionero en Tucsón. Muy jovencita, Linda Ronstadt se sentó a escuchar las clásicas canciones mexicanas, y a mediados de los noventas la súper estrella musical grabó el gran disco con mariachi “Canciones de mi Padre”.

Los Carlistas llegaron a su apogeo en 1939, cuando se presentaron en World’s Fair en la Ciudad de Nueva York y cantaron en el programa radial “The Major Bowes Amateur Hour”, algo así como el “American Idol” de aquel tiempo. Era quizá la primera vez que un grupo musical chicano interpretaba canciones en español e inglés para un país que ni siquiera sabía lo que significaba ser chicano.

Los Carlistas lanzaron su carrera, pero fue una canción la que lo inmortalizó.

“Canción Mexicana”

Los padres de Lalo, mexicanos por nacimiento, y sus vecinos inmigrantes le inculcaron el amor por México –su música, su historia y su cultura. Sus papás habían huido de México al inicio de la lucha por la Revolución de 1910. Cuando Lalo estaba en su último año de preparatoria en Tucson High, su papá se llevó a la familia a vivir a la Ciudad de México, pero ante la insistencia de su madre regresaron pronto.

Cuando Lalo tenía 17 años, incluso antes de que fuera a México, escribió su canción más significativa, “Canción Mexicana”. En su libro, Lalo escribió que fue “un regalo para la gente de mi viejo barrio, para recordarles que aun cuando éramos pobres, teníamos algo de qué sentirnos orgullosos.

Conforme se fue dando a conocer, fue un regalo para todo México y para la diáspora de mexicanos en todo el mundo. Es el himno no oficial de México, dijo Dan Guerrero, actor y productor teatral en Los Ángeles.

“No existe mariachi que no conozca esta canción”, dijo.

Pero, por poco y Lalo perdía esta canción –y el merecido reconocimiento. Varios años después de escribirla, viajó a la Ciudad de México en 1939 con la esperanza de vender “Canción Mexicana” y otras tres composiciones. Las registró con una casa productora, pero salió de ahí sin contrato.

Después de que estallara la Segunda Guerra Mundial, Lalo trabajaba y vivía en San Diego con su primera esposa, Margaret Marmion, de Tucsón. Una noche, escuchó la voz de la popular Lucha Reyes cantando su canción en la radio. Un día después iba en tren a la Ciudad de México y se presentó en la productora preguntando sobre su canción, la cual Lucha Reyes presentaba como suya.

Años después, el afamado Trío Los Panchos escuchó una canción interpretada por Guerrero. El trío le pidió grabarla. “Nunca Jamás” se convirtió en un gran éxito y ha sido grabada infinidad de veces.

La última vez que Guerrero interpretó públicamente “Canción Mexicana” fue el 9 de octubre de 2004 en el AVA, Casino del Sol. Era la celebración por el 40 aniversario de Los Changuitos Feos de Tucsón, el primer mariachi juvenil de Tucsón.

Victoria Sánchez se acuerda. Tenía 13 años, estudiaba el octavo grado y pertenecía a Los Changuitos. Cantó la canción con Lalo, con el coro del Mariachi Cobre de Tucsón.

“Significa mucho para mí. Me sentí muy orgullosa de la letra”, dijo Sánchez, de 25 años, egresada de la Universidad de Arizona y bailarina del Ballet Folklórico Tapatío. Al recordar aquella noche, Sánchez se siente afortunada.

“Fue una bendición. Nunca lo olvidaré”, agregó.

Chávez Ravine

El guitarrista y productor Cooder recuerda muy bien su encuentro con Lalo. Su aclamada “Chávez Ravine”, un tributo al encave mexicoamericano de Los Ángeles que fue arrasado para construir el estadio de beisbol de los Dodgers y una ciudad norteamericana cambiante después de la Segunda Guerra Mundial, no se hubiera logrado sin la participación de Lalo.

Lalo ya lo había vivido en Tucsón y en Los Ángeles, y documentó la experiencia urbana chicana con sus canciones.

“Es maravilloso tener el entendimiento de las cosas que él tenía”, dijo Cooder, quien vive en Santa Mónica. “Lalo puso su conocimiento a trabajar. No era un simple líder de una banda en el Este de Los Ángeles. Esa es una perspectiva demasiado estrecha”.

Además de “Barrio Viejo”, el disco incluye “Los Chucos Suaves”, una de muchas canciones que capturaron el periodo pachuco de los cuarenta, tiempo en el que los jóvenes chicanos expresaron su creciente identidad cultural en su caló influenciado por el periodo de sus trajes anchos, su vestimenta y su lenguaje. Treinta años después, sus canciones de pachucos fueron la base de la obra “Zoot Suit” de Luis Valdez, que contaba la historia de los choques culturales en una época de sentimiento antimexicanos.

Lalo se metió a escribir canciones sobre el activista agrícola César Chávez, el candidato presidencial Robert Kennedy, y el periodista chicano Ruben Salazar, quien fue asesinado por la policía. También lanzó serias críticas con canciones cono “No Chicanos on TV” y “El Chicano”.

Las generaciones subsecuentes fueron descubriendo la música y los mensajes de Lalo.

“Fue el pulso de los chicanos en Estados Unidos”, dijo Buckley. “Y siempre estaba a tiempo”.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.