José Vargas pasó su infancia entre clínicas y hospitales, tanto en Estados Unidos como en México. A lo largo de los años, el oriundo de Nogales, Sonora, debió someterse a más de 20 cirugías. Convivió con innumerables pacientes de diversos padecimientos. Todas esas experiencias, asegura, “me motivaron para entrar al campo de la salud”.
Su primer paso fue una licenciatura en psicología en la Universidad de Arizona. “Yo quería comprender mejor la mente y la conducta humana en el área de la salud”, dice Vargas. Aunque planeaba después ingresar al Colegio de Medicina, luego de graduarse de psicología la vida lo fue llevando poco a poco por el sendero de la medicina alternativa, específicamente hacia la acupuntura.
Esta práctica de la medicina tradicional china y sus resultados impresionaron tanto a Vargas que decidió cursar una maestría de acupuntura y medicina tradicional oriental en la Escuela de Acupuntura y Medicina Oriental de Arizona (Arizona School of Acupuncture & Oriental Medicine) en Tucsón.
A Bianca Valencia, de Nogales, Arizona, también le interesaron desde temprana edad los temas de salud; quería cuidar a las personas.
Las inquietudes de Valencia la llevaron a graduarse en Pre-Medicina en la Universidad Estatal de Arizona en Phoenix (ASU). “Después de graduarme fui a Tennessee y comencé a trabajar con una corporación que tenía más de 200 hospitales en todo el mundo. Ahí vi cómo funcionan los hospitales, y sentí que me estaba dejando de gustar la medicina ‘normal’”.
La alta carga de trabajo y de responsabilidades terminaron deteriorando la propia salud de Valencia, razón por la que en algún momento se decidió a consultar a una acupunturista en Nashville. Los fuertes dolores de espalda que los médicos trataban con relajantes musculares y otros medicamentos, desaparecieron a la cuarta sesión de acupuntura, dice. “Yo tenía 23, 24 años y ya estaba acumulando pastillas. No quería depender de medicinas”, cuenta Valencia.
“La acupuntura me ayudó tanto que, aunque el dolor se fue, yo seguía yendo a las citas (de acupuntura), porque me sentía muy bien, estaba incluso más contenta”, dice Valencia.
Dos meses después, esta experiencia condujo a Valencia a una decisión que le dio un giro a su vida y a su práctica médica: comenzar a estudiar, como Vargas, en la Escuela de Acupuntura y Medicina Oriental de Arizona.
El regreso a Arizona además conectó a Valencia con su abuela, quien vivía en Nogales, Arizona, y enfrentaba una enfermedad crónica. “Yo la veía a ella y pensaba que todas esas medicinas que tenía que tomar quizá le estaban ayudando, pero también le estaban dañando el cuerpo. No eran pastillas solamente", dice Bianca. "Fue importante para mí aprender que hay otra ruta hacia la sanación y que es natural: las hierbas, el ejercicio, dormir bien, comer bien”.
Durante sus estudios de acupuntura, tanto José Vargas como Bianca Valencia conocieron en Tucsón a la Dra. Susan Wagner, una maestra para ambos, en el más amplio sentido de la palabra.
Wagner comenzó su carrera a los 17 años como técnica de emergencias médicas y luego sirvió en la Marina de Estados Unidos por 22 años en el campo de la medicina. Un accidente la dejó cerca de perder la movilidad, la cual recuperó con acupuntura. Su propio testimonio fue impulso suficiente para que Wagner viajara a China a estudiar de lleno la medicina Oriental.
¿Qué es la acupuntura?
La acupuntura se practica desde hace siglos, forma parte de la medicina tradicional china.
Avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1979, se considera que la acupuntura –junto con otras prácticas alternativas de la medicina oriental– puede tratar efectivamente 49 enfermedades y algunas dolencias. (El aval de la OMS, sin embargo, no estuvo excento de polémica por parte de los seguidores de la medicina científica).
Ansiedad, dolores de cabeza constantes, insomnio o exceso de sueño, artritis, problemas digestivos, hipertensión, malestares menstruales, menopausia e imbalances hormonales, son algunos de los males que, de acuerdo a la OMS, se pueden tratar con acupuntura.
Sobre la filosofía de la acupuntura, la Dra. Wagner explica que “la teoría es que el Qi (flujo de la energía vital) fluye a través del cuerpo en un cierto orden, y si ese orden se interrumpe, comienzan los trastornos como el dolor o la enfermedad”. A través de su práctica, Wagner busca ayudar a los pacientes a restaurar el Qi (que se pronuncia "chi").
Cuando alguien llega a consultarla, explica Wagner, ella se toma el tiempo de conversar sobre las dolencias o el caso particular, revisar el historial médico y discutir lo que se espera lograr con cada tratamiento. “Cada caso es único”, dice.
En Tucsón existe una amplia oferta de clínicas y acupunturistas particulares, y los costos por consulta están en el rango de los $30 a los $80.
José Vargas define la acupuntura como: “Un procedimiento terapéutico que proviene originalmente de la antigua China y forma parte de un sistema médico completo que integra diversos tipos de terapias ancestrales como las ventosas, el gua sha, el tui na, y el qigong”.
Vargas explica que la acupuntura incluye la inserción y manipulación de agujas finas (igual de delgadas que un cabello) en distintos puntos del cuerpo humano distribuidos a través de vías energéticas denominadas meridianos. Esta terapia se utiliza para disminuir o eliminar dolores, malestares y otros padecimientos.
Bianca Valencia explica que la acupuntura “utiliza puntos en el cuerpo que ayudan a regular su homeostasis –estado de equilibrio en todos los sistemas–, para que éste (el cuerpo) pueda repararse a sí mismo”.
Ella menciona que esta práctica devuelve al paciente a un modo parasimpático en el que su cuerpo se siente más relajado y, con los puntos que se tocan, el cuerpo sabe qué hacer para equilibrarse y sanarse. “Si, por ejemplo, una persona tiene siempre sueño o, de lo contrario, no puede dormir, usamos ciertos puntos y el cuerpo los reconoce y es capaz de aliviarse solo. Aunque no es tan fácil como suena y a veces no es rápido, es efectivo”.
El hecho de que se pongan agujas en distintas partes del cuerpo es una de las razones por las cuales muchas personas se abstienen de consultar a un acupunturista, coinciden los entrevistados.
“Si ya has probado todo lo que puedas, y no ha funcionado, ¿qué más puedes hacer?”, cuestiona Valencia. Que “no te dé miedo tratar algo diferente y muy natural, porque nada malo puede pasar, no hay ningún efecto secundario distinto a que vas a sentirte mejor, vas a tener mejor energía, a dormir mejor, los dolores van a dejar de ser intensos y frecuentes, la ansiedad va a irse, todo va a ser mejor. ¿Por qué no intentarlo?”.
Vargas explica que las agujas utilizadas en la acupuntura para acupuntos en el cuerpo son muy delgadas y flexibles. "Es mínima la molestia que producen y en muchas ocasiones ni se sienten. Algunas personas dicen sentir un leve hormigueo o un ´jaloncito´muscular, otros experimentan una sensación de relajación o de energía, ya sea en un sitio o en todo el cuerpo", dice.
En búsqueda de alternativas naturales
En la experiencia de Vargas, y contrario a lo que podría pensarse, la comunidad latina está abierta a conocer diversos sistemas de la medicina tradicional asiática. "Mucho de esto se debe a nuestra cultura y nuestras tradiciones –que se transmiten de generación en generación, como la herbolaria mexicana y algunas de las recetas de nuestros abuelos y abuelas– que han demostrado en la práctica ser eficientes para el tratamiento de muchos padecimientos”.
Vargas considera que gracias a esta sabiduría y a los conocimientos de la madre naturaleza, los mexicanos, al igual que la población de otros países latinos, han podido desarrollar remedios naturales para varios padecimientos, lo cual abre las puertas y le da la bienvenida a otras formas antiguas de sanación.
Al final de cuentas, a Vargas no le sorprende la aceptación de la práctica de la acupuntura en esta región del mundo. Él encuentra una conexión cultural entre las costumbres de muchos latinos y la medicina tradicional china.