No sé a ustedes, pero a mí ya se me hizo costumbre que los Oscar terminen con sabor a México. Y es que desde que en 2013 Alfonso Cuarón se alzó con la estatuilla con Gravity, han sido puros mexicanos los ganadores en la categoría de Mejor Director, a excepción de 2016, cuando Damien Chazelle interrumpió la oleada de triunfos cosechada por alguno de los “Three Amigos”.

Así es; luego de que Gravity le dio su primer Oscar a Cuarón, Iñárritu ganó dos consecutivos con Birdman (2014) y The Revenant (2015); por su parte y para no quedarse atrás, el tapatío Guillermo del Toro obtuvo el suyo con The Shape of Water (2017), mientras el propio Cuarón acaba de cerrar el marcador con su reconocida y multipremiada Roma (2019). El tanteador oficial de los últimos 6 años queda entonces así: México 5 — Otros 1.

Por cierto, la reciente entrega no lució un conductor estrella que preparara números llamativos, sin embargo fueron los discursos de los ganadores los que se llevaron los momentos emotivos de la noche; fue realmente un placer, por ejemplo, ver que los premiados en categorías llamadas “menores” (documentales, cortos, etc.) despertaran el lado sentimental del respetable en la ceremonia.

Algo especial se vivió también cuando Spike Lee no pudo contener su emoción al escuchar que su cinta BlacKkKlansman había ganado en el renglón de Mejor Guion Adaptado; en cuanto subió al escenario, saltó a los brazos de Samuel L. Jackson, quien tuvo que cargarlo por varios segundos antes de que tomara el micrófono para leer su discurso que, como siempre, abordaba el tema racial.

El momento de más emotividad se lo llevaron, sin duda, los ganadores a Mejor Actor y Actriz. Por un lado Rami Malek hizo referencia a su origen egipcio y al hecho de haber sido un niño que buscaba encontrar su identidad; sin embargo, fue Olivia Colman quien se llevó la noche gracias a un discurso improvisado y con tal grado de naturalidad que logró provocar lágrimas y risas al público presente y al que la veía por TV.

Los casos de Malek y Colman significaron un reconocimiento más que merecido, pues fueron sus caracterizaciones las que cargaron con el peso de las respectivas obras que representaban: el Freddy Mercury de Bohemian Rhapsody (Bryan Singer) y la Reina Anne de Inglaterra de The Favorite (Yorgos Lanthimos).

Confieso que celebré (con cierta pena) cuando Lady Gaga subió a recoger la estatuilla a Mejor Canción, y que aplaudí con emoción (y sin pena) cuando escuché que Spider-Man: Into the Spider-Verse (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman, 2018) triunfaba como Mejor Película Animada; sin duda esta animación fue una de mis sorpresas del año.

Se ve que la Academia quiso recomponer el “Oscars so White” del año pasado, pues en esta edición predominó la diversidad. Como ejemplo de ello están Regina King, quien ganó como Mejor Actriz Secundaria con If Beale Street Could Talk (Barry Jenkins), pero sobre todo el reconocimiento a Green Book (Peter Farrely) como Mejor Película y a Mahershala Ali como Mejor Actor Secundario por la misma cinta, además de las estatuillas que obtuvo por oleada Black Panther (Ryan Coogler).

Para cerrar, está el asunto de Roma que, aunque no ganó como Mejor Película del Año, fue una de las ganadoras de la noche al levantarse con 3 premios importantes: Mejor Película Extranjera, Mejor Fotografía y Mejor Director. Eso sí, es una lástima que Cuarón no aprovechara ninguno de los tres momentos que subió a recoger su reconocimiento para agradecer en serio a quien de verdad se debe que su cinta sea la más premiada del año en el mundo; me refiero a Yalitza Aparicio y a Netflix, sin los cuales Roma habría pasado de noche.

Tengo que decirlo: Cuarón debió haber subido con sus dos actrices protagónicas (como hacen algunos) para que recibieran, junto con él, una ovación de pie. Ni modo.

Hasta la próxima.


Become a #ThisIsTucson member! Your contribution helps our team bring you stories that keep you connected to the community. Become a member today.