Si la columna anterior sirvió para listar las películas más sobresalientes en 2019, la presente abordará las más malitas o decepciones del año. He aquí, entonces, mi lista de lo peor del año.
5. Replicas. Keanu Reeves es uno de los actores consentidos de las redes sociales por sus actos de humildad y su actitud siempre respetuosa, además de que “John Wick: Parabellum” (Chad Stahelski) fue de las cintas preferidas del año. Lamentablemente, ese no fue el caso de su otro estreno: Replicas (Jeffrey Nachmanoff), un filme que de bueno sólo tiene la premisa: un padre pierde a su familia en un accidente y, aprovechando que es un científico experto en clonación y que trabaja en un laboratorio con todo lo necesario para clonar, pues…..
De verdad que resulta hasta molesta la facilidad con la que el personaje de Reeves realiza las copias de sus seres queridos en un fin de semana, para que en el laboratorio no noten la ausencia de los mentados aparatos. Eso y lo predecible del desarrollo (cuando los suyos sospechan que son clones) convierten a la cinta en una de las más desabridas del año.
4. The Hustle y Playing with Fire. La comedia es uno de mis géneros menos celebrados, pero me resulta odioso cuando las cintas rayan en lo ridículo. Tal fue el caso de The Hustle (Chris Addison) y de Playing with Fire (Andy Fickman) que, en lugares comunes y chistes simplones, compitieron entre sí a ver cuál era la más desafortunada.
La primera es un remake de Blame it on Rio (Stanley Donen, 1984), con Steve Martin y Michael Caine en los protagónicos; la nueva versión tiene a Rebel Wilson y Anne Hathaway, así que en la comparación ni cómo competir. En ambas versiones, un artista del fraude principiante compite con un maestro del engaño por seducir a su próxima víctima y, de paso, robarle su fortuna.
Playing with Fire es la clásica historia del tipo rudo y amargado que descubre que en el fondo tiene un corazón enorme. En esta ocasión, los protagonistas de esta trama (contada ya decenas de veces antes) son el rudísimo bombero Jake Carson (Jonh Cena) y un trío de niños que le harán la vida de cuadritos pero que, de paso, le enseñarán muchos valores familiares.
3. Mary. Como mi género favorito es el terror y el misterio, y Mary (Michael Goi) tenía un elenco de primer nivel (Gary Oldman, Emily Mortimer y el mexicano Manuel García-Rulfo), di por hecho que esta sería una joyita de horror. Cuál va siendo mi sorpresa cuando me di cuenta de que la cinta era de esos proyectos que uno no entiende cómo pudo atraer a figuras respetables de la actuación.
Lo más probable es que éstos tenían un par de semanas desocupadas en su agenda y se involucraron sólo para cobrar un cheque. La trama involucra a una familia que compra un pequeño barco para repararlo y realizar su primer viaje por el mar. Las posesiones de los pasajeros (uno a uno), una que otra pelea conyugal y los tradicionales berrinches de sus dos hijas es lo que más abunda, pero de sustos… ¡Nada!
2. Midway. Si de algo sabe el alemán Roland Emerich (Independence Day, Godzilla, 2012…) es de confeccionar filmes llenos de efectos especiales y acción sin parar. Otra cosa para lo que también es bueno es para rodar guiones chafas y diálogos tan penosos que parecen ser escritos por estudiantes de secundaria.
Midway posee los dos sellos de Emerich: derroche de efectos y diálogos y actuaciones ridículos. La cinta narra el episodio histórico conocido como la Batalla de Midway, ocurrida 6 semanas después del bombardeo a Pearl Harbor. De que es mala, es mala, pero hay dos cosas dignas de mención: el cineasta logró financiar esta película de manera independiente y dos: no he visto ningún filme con batallas aéreas tan espectaculares.
1. The Dead Don’t Die. Jim Jarmusch es un cineasta que ya se ganó su sitio en el cine, y siempre que se habla del independiente o del de autor, su nombre suele aparecer. Y aunque es verdad que en su filmografía hay buenos trabajos (Dead Man, Ghost Dog, Broken Flowers…), también es cierto que se toma demasiadas libertades pseudointelectuales en sus cintas (tomas larguísimas, secuencias sin diálogo, acciones sin sentido…), a tal grado que le puede quitar la pose hasta al espectador más hipócrita.
The Dead Don’t Die es un intento de Jarmusch por incursionar al tan de moda cine de zombies, sólo que con su toque intelectualoide tan conocido: una trama que avanza tan lentísimo que el espectador no sabe si sentirse demasiado tonto como para no reconocer arte en la cinta o de plano salirse de la sala. En mi caso me quedé porque ya tengo callo y para eso soy hombre, pero… ¿y el humano promedio que no tenía obligación de verla?
DOS MENCIONES: Glass (M. Night. Shyamalan), porque no pudo igualar la expectativa que se generó cuando el final de su precuela, Split (2016), se sacó de la manga que era la secuela de Unbreakable (2000), y Hellboy (Neil Marshall), porque no pudo igualar el nivel de calidad que dejó Guillermo Del Toro en la franquicia.
¡Feliz 2020!