™ and © 2016 Twentieth Century Fox Film Corporation Siempre supimos que iban a volver. Después de que “Día de la Independencia” redefinió el género de las películas de evento, el siguiente capítulo épico ofrece un espectáculo global a una escala inimaginable. Las naciones de la Tierra han colaborado en un programa de defensa inmensa para proteger el planeta, pero nada nos puede preparar para la fuerza avanzada y sin precedentes de los alienígenas.

Algo ha de tener de torcido el ser humano que le encuentra placer al hecho de sentarse a ver una película en donde el mundo que le rodea es destruido por terremotos, inundaciones, heladas, invasiones extraterrestres, guerras mundiales, meteoritos, monstruos gigantes, epidemias, erupciones volcánicas, tornados, avalanchas descomunales y demás.

Este tipo de espectáculos visuales han apantallado desde los inicios del cine a las audiencias del mundo con las herramientas (muchas o pocas) con las que ha contado; de manera que, haya sido con un stop motion rudimentario (el King Kong de 1933), efectos fotográficos elementales (The Ten Commandments en 1956) o una animación computarizada avanzada (el King Kong de Peter Jackson en 2005), los estudios se la han arreglado para ofrecerle al respetable historias de este tenor.

Cintas como Deep Impact (1998), Volcano (1997), 2012 (2009), The Core (2003), The Day After Tomorrow (2004), San Andreas (2015), Dante’s Peak (1997), Armageddon (1998), Knowing (2009), Noah (2014), Cloverfield (2008), Pacific Rim (2013), las dos de War of the Worlds (la de 1953 y la de 2005), todas las de Transformers, todas las de Godzilla, las de Resident Evil, las de King Kong, y una lista interminable de trabajos del tipo, le han sabido sacar muy buen provecho a este revelador morbo humano.

Ahora que, para mí, hablando de este tema y sin dudarlo ni tantito, puedo decir que Independence Day (Roland Emerich, 1998) siempre ha sido y seguirá siendo mi blockbuster de desastre universal favorito.

A lo mejor mis acompañantes y yo no estábamos listos para tanta destrucción hace 20 años o tal vez el realismo de los derrumbes masivos y las explosiones era demasiado para nosotros, el caso es que su espectacularidad visual (la destrucción del edificio Empire State, la Casa Blanca, las calles de Nueva York…) nos tomó totalmente por sorpresa.

La (in)esperada secuela, “Independence Day: Resurgence” (Roland Emerich, 2016), nos ubica a 20 años de lo ocurrido en la primera parte, tiempo en el que la Tierra ha utilizado la tecnología de los extraterrestres para prevenir su posible regreso; por su parte, los invasores han hecho lo suyo y retornan mucho más fortalecidos.

Quitando la ausencia de Will Smith (más por su enorme sueldo que por estar haciendo Suicide Squad), casi todo el elenco está de regreso: Levinson (Jeff Goldblum) y su padre (Judd Hirsch), Jasmine Hiller, quien hacía de ex de Smith (Vivica A. Fox), el presidente Whitmore (Bill Pullman) y hasta el Dr. Okum (Brent Spiner).

Sobresale el balance que Emerich intenta hacer de las historias de los personajes originales (ya más viejos) y las que vive el reparto joven (que son hijos de los primeros o amigos de éstos), con todo el humor y la rebeldía de la edad, sus intereses amorosos y demás. Por cierto, neta que hasta en eso Emerich supera a Michael Bay.

La verdad es que la cinta es un banquete visual que no desentona para nada con su predecesora y, en mi opinión, cumple con creces con las expectativas: mucha destrucción de ciudades reconocibles (destaca el momento en que una ciudad China es elevada para echársela encima a Londres), explosiones y combates bien coreografiados, todo esto en un ritmo bastante bueno.

Eso sí, para disfrutar Independence Day: Resurgence recomiendo hacer oídos sordos a los innumerables lugares comunes, las celebraciones grupales que acompañan a cada éxito logrado y los diálogos melosos y pícaros que se dan en medio del apocalipsis en vivo que los rodea.

Haga esto y ya verá cómo va a disfrutar el show de destrucción que inicia en el segundo cuarto de la película, gozará que de pronto ésta se convierte en una monster movie (los aliens aparecen más), se conmoverá con los sacrificios (parte del elenco ya no volverá en la continuación) y se entusiasmará, como mis compas (Juan y Donovan) y yo, con la posibilidad de que la tercera parte involucre una guerra intergaláctica.

Hasta la próxima semana.


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