STX Productions

Jeffrey Dean Morgan y Gael García Bernal en “Desierto”, dirigida por Jonás Cuarón.

Para algunos -yo, por ejemplo- Desierto (Jonás Cuarón, 2015) no es otra cosa que un ejercicio de práctica para verificar si el hijo de Alfonso Cuarón es capaz de hacerse cargo de proyectos con más presupuesto; para otros, la cinta es un thriller aceptable, bien actuado y con un ritmo bastante bueno.

Sin embargo, para la mayoría es una historia de alarmante actualidad que recrea eficazmente lo que viven los inmigrantes que intentan cruzar la frontera hacia EE.UU. en busca del famoso “American Dream”.

El elegido para protagonizar el ensayo cinematográfico de Jonás Cuarón no fue otro que un recurrente en la familia: Gael García Bernal, quien ya había trabajado con su padre (Alfonso) en Y tu mamá también (2001) y con su tío Carlos en Rudo y Cursi (2008) con muy buenos resultados.

Al parecer, ambos (Jonás y Gael) pasaron la prueba y ya recibieron luz verde para comenzar a preparar el proyecto titulado Z, un reboot actualizado de las aventuras del famoso justiciero fronterizo conocido como Zorro que antes llevaran a la pantalla figuras de la envergadura de Douglas Fairbanks, Tyrone Power, Alain Delon y Antonio Banderas.

La cinta da inicio con un grupo de indocumentados siendo transportados en la parte trasera de una camioneta con la intención de cruzar la frontera hacia EE.UU. El grupo es bastante representativo e incluye hombres y mujeres de todas las edades, quienes tienen, cada uno de ellos, sus propias razones para pasar las penurias que suelen vivirse de manera rutinaria en esta zona geográfica.

No podían faltar los crueles “polleros” o “coyotes”, seres de bajísima calidad moral que, para ser honestos, rivalizan en inhumanidad con los sujetos desquiciados que, bajo la estúpida razón de defender su país de lo que consideran una invasión, llegan a asesinar indocumentados que tienen la mala fortuna de toparse con ellos.

Entre ellos hay también una joven atractiva (Alondra Hidalgo) que es acompañada por un adulto, quien en este caso representa al típico descarado que intenta abusar de su condición y aprovecharse de ella.

Esta situación no pasa desapercibida para Moisés (García Bernal), un sujeto que trae consigo un oso de peluche que tiene decidido entregar a la pequeña hija que lo espera con ansias en una ciudad estadounidense.

La desgracia del grupo comienza cuando el vehículo que los transporta se descompone en medio del desierto, conscientes todos de que les espera una larguísima caminata a través de un paisaje desolador.

Pero el verdadero infierno surge con la aparición de un sujeto llamado Sam (Jeffrey Dean Morgan), quien, armado de un rifle de alto alcance y de un perro entrenado, tiene el objetivo de “servir/defender a su país”, eliminando a cuanto indocumentado se atreva a cruzar a su amada nación.

Tal como haría un hábil cazador, Sam asecha desde la distancia al grupo, eliminando uno a uno con admirable sangre fría. Es así como Moisés, quien poco a poco se va quedando solo, entiende que la única manera de sobrevivir a esta locura no será huyendo o escondiéndose como haría cualquier presa indefensa, sino haciendo frente al peligro y, tal vez, de la misma manera en que el loco pretende cazarlo.

Las secuencias de persecución son bastante buenas y sus momentos de tensión dignos de cualquier thriller de suspenso respetable. Lo anterior, sumado a un Dean Morgan sobresaliente y un Gael García en su acostumbrado gran nivel, hacen que de momento nos olvidemos un poco de que el guion pudo haberse ejecutado perfectamente en un cortometraje.

Pero no son las escenas realizadas por los actores arriba mencionados las que más conmoverán a la audiencia, sino aquellas que incluyen al feroz perro, ya sea persiguiendo a sus presas o atacándolas sin detenerse ante nada para realizar la tarea para la que fue entrenado.

La cinta es un muy buen trabajo de dirección de Jonás Cuarón, quien viene dejando evidencias de su talento desde su ópera prima “Año Uña” (2007) hasta su facultad como guionista junto a su padre en “Gravity” (2013).

Eso sí, lo mejor de todo fue la química que logró con García Bernal, situación que logró abrirles la puerta para poder realizar Z en el futuro, la cual es, sin duda alguna, una colaboración que promete. Hasta la próxima.


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