Por Johanna Willett

La Estrella de Tucsón

Tras 15 años de servicio en la Diócesis Católica Romana de Tucsón, el obispo Gerald F. Kicanas debe enviar a Roma una carta de retiro a más tardar a mediados de agosto.

No tiene alternativa. Las leyes canónicas de la Iglesia requieren a los obispos haber enviado la carta de jubilación al momento de cumplir 75 años de edad. Kicanas alcanza esa marca el 18 de agosto.

A partir de ese momento, será decisión del Papa Francisco aceptar o rechazar la renuncia. Por lo general, el Papa acepta. Pero los obispos jubilados suelen quedarse en el cargo hasta que el Papa nombra a su sucesor. Eso puede tomar de seis a ocho meses, y a veces más.

Pero aun cuando se designe al nuevo obispo, Kicanas, originario de Chicago, no tiene planes de vivir en otra parte.

“Seguirá activo, en el sentido de que viviré aquí en Tucsón y espero ayudar al nuevo obispo en cualquier cosa que él necesite”, dijo Kicanas. “Creo que será una nueva coyuntura en mi vida, y estoy seguro de que será buena”.

Kicanas está en paz con la transición como cabeza de una diócesis que atiende a 450 mil católicos.

Sus inicios

Kicanas fue avisado de su nombramiento como obispo adjunto de la Diócesis de Tucsón en un viernes 13 del 2001.

En ese tiempo era obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Chicago y estaba dando una plática a pastores y directores cuando recibió una nota que decía que el Nuncio Apostólico lo había llamado.

“Y, bueno, uno sabe que si él te llama no es para comentar el clima”, bromeó Kicanas. “Terminé la plática, le marqué, y dijo: ‘Oh, Obispo, me complace informarle’ –y por supuesto uno ahí para oreja– ‘que ha sido nombrado obispo adjunto en Tucsón’. A lo que respondí, ‘¿Perdón?’”.

“Le pregunté al Nuncio Apostólico, ‘Y, hay problemas allá (en Tucsón)?’. Y él respondió: ‘No, para nada. Todo está bien’”, dijo Kicanas.

Un reporte que recibió poco después decía lo contrario.

Problemas en Tucsón

Kicanas fue instalado como obispo auxiliar en Tucsón en enero del 2002 para servir bajo el liderazgo del obispo Manuel D. Moreno, quien luchaba contra el cáncer de próstata y tenía la Enfermedad del Parkinson en su etapa inicial.

Moreno se retiró antes de tiempo, a los 72 años, en el 2003. Como auxiliar, Kicanas inmediatamente se convirtió en el sexto obispo de Tucsón.

Antes de que llegara Kicanas, la diócesis había pagado 155 mil dólares para resolver los reclamos de ocho personas que decían haber sido abusadas sexualmente por personal diocesano, indican los archivos del Arizona Daily Star.

Los próximos años traerían acuerdos de 14 millones de dólares con 10 hombres que describieron abuso de cuatro miembros del clérigo entre 1960 y 1980, las sentencias de prisión a tres sacerdotes por abuso sexual infantil y 22 demandas que llevaron a la diócesis a acogerse al Capítulo 11 de protección a la bancarrota en el 2004.

“Enfrentábamos denuncias de abuso, y no teníamos idea de dónde iba a terminar eso”, dijo Kicanas. “La preocupación era: ¿Cómo tratamos a la gente con igualdad y justicia para que los recursos estuvieran disponibles para ayudar a cualquiera que pudiera venir después? Y fue entonces que nos declaramos en bancarrota”.

La diócesis de Tucsón siguió los pasos de la Arquidiócesis de Portland en Oregon en esa acción sin mayor precedente.

El proceso de reorganización les tomó un año y requirió de la venta de propiedades de la diócesis y la creación de un fideicomiso de 22.2 millones de dólares para las víctimas conocidas y desconocidas, se lee en las notas publicadas por el diario Arizona Daily Star.

“Siempre tratamos de reconocer a las víctimas y de llegar a una conclusión justa y apropiada”, dijo monseñor Al Schifano, sacerdote retirado de la Iglesia del Apóstol Santo Tomás y director de vocaciones del seminario.

Lynne Cadigan, quien representó a la mayoría de los demandantes, reconoce la capacidad de Kicanas y su respeto por las víctimas.

“Lo más importante para las víctimas era una solución rápida para que ellos pudieran sanar pronto y recibir una disculpa significativa en forma de un pago”, dijo Cadigan.

Kicanas cree que su posición como recién llegado a Tucsón le ayudó a hacer fuertes llamados.

“Era muy doloroso (para Moreno) tener que atender los casos de abuso sexual porque él conocía a esos sacerdotes. Venir de fuera ayudó, porque uno podía ver las cosas con un poquito más de objetividad”, dijo Kicanas.

Durante esos años, la diócesis también implementó un nuevo código de conducta y creó una oficina para supervisar la protección de niños, adolescentes y adultos.

David Clohessy, director de la Red de Sobrevivientes de Personas Abusadas por Curas (Suvivors Network of those Abused by Priests, SNAP), escribió en un correo electrónico que “Kicanas fue el primero de sólo 30 obispos de Estados Unidos que publicó los nombres de los pederastas en su sitio de internet”, aunque Clohessy dio contrapeso a su comentario al considerar que la bancarrota fue una forma de “proteger secretos y carreras clericales”.

La lista publicada en la Diócesis de Tucsón ahora incluye los nombres y cargos de 39 miembros del clero y personal de la iglesia “creíblemente acusados”.

Un nuevo capítulo

Después de la bancarrota y la venta de propiedades de la diócesis, Kicanas y otros líderes de la iglesia lanzaron una campaña de recaudación para reunir 28 millones de dólares.

Llamada “Nuestra Fe, Nuestra Esperanza y Nuestro Futuro”, la campaña permitió la compra de un nuevo terreno, la renovación de la Catedral San Agustín, de escuelas y de programas religiosos, así como fondos para sacerdotes jubilados, dijo Kicanas.

La Diócesis de Tucsón abarca nueve condados en Arizona e incluye 78 iglesias y 25 escuelas.

Más allá de Tucsón

A lo largo de su estancia en Tucsón, Kicanas ha desarrollado una reputación nacional y se ha reunido con varios papas, incluyendo al Papa Francisco.

“Los obispos tienen sus propias organizaciones para manejar sus diócesis locales, pero aun así su compromiso es a nivel nacional”, dijo Helsen Osman, quien dirigió por ocho años el departamento de comunicación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

En 2010 se esperaba que Kicanas, quien ha participado en varias mesas directivas, se convirtiera en presidente de la Conferencia de Obispos Católicos, como suele suceder cuando se tienen varios años como vicepresidente, pero sus oponentes hicieron campaña en su contra.

“Su postura era que ‘quizá es demasiado liberal’, y ese es el miedo que intentaron alimentar”, dijo Osman.

Durante el mismo periodo, los archivos del Arizona Daily Star muestran que grupos defensores de las víctimas criticaron a Kicanas por posiblemente haber estado enterado del comportamiento inadecuado del sacerdote Daniel McCormack de Chicago, quien estudió en el Seminario Mundelein en Illinois, del que Kicanas fue nombrado rector en 1984. McCormack fue después arrestado y suspendido del sacerdocio.

En 2014, Kicanas volvió a estar bajo el escrutinio de la prensa luego de que documentos de la corte sugirieran que quizá sabía del mal comportamiento de un segundo sacerdote de Chicago a mediados de los ochentas en el Quigley Preparatory Seminary South, donde alguna vez trabajó Kicanas.

En ambos casos, Kicanas dijo al periódico que basado en la información de la que él disponía en aquel tiempo, no supo de abusos cometidos por ninguno de los dos.

Justicia social

El decano Ken Moreland, de la iglesia Most Holy Trinity, ha escuchado ocasionales críticas de personas que consideran que Kicanas es “demasiado liberal”, pero Moreland subraya que eso se debe a la pasión del obispo por la justicia social.

“En Arizona, la mayoría de la gente piensa en el obispo Kicanas como un líder particularmente apasionado en materia de inmigración, que da la bienvenida a los extraños y llega a los inmigrantes y refugiados”, dijo Ron Johnson, director ejecutivo de la Conferencia Católica de Arizona.

El alcalde de Tucsón, Jonathan Rothschild, destacó el liderazgo del Obispo hace dos años, cuando los migrantes originarios de Centroamérica abarrotaron la central de autobuses Greyhound.

“Una de las cosas que lo hicieron grande en Tucsón fue que realmente entendió a la comunidad y comprendió que ésta incluye, aquí en Tucsón y para la Iglesia, el enfoque en ayudar a los inmigrantes y refugiados, así como a las poblaciones hispana y nativoamericana”, dijo Rothschild. “Inmediatamente entendió el papel que la cultura juega en nuestra comunidad en su conjunto”.

Durante sus inicios como obispo, Kicanas ha contactado a líderes de otras tradiciones de fe. El reverendo Grady Scott, de Grace Temple Baptist Church, dijo que Kicanas ha trabajado en “tender puentes entre la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica”.

“Es un gran creyente en que, ‘si hay un problema, reunamos a la gente y escuchemos sus preocupaciones e intentemos responderlas’”, dijo monseñor Raúl Trevizo, vicario general y párroco de San Juan el Evangelista. “Ellos pueden decir cosas que preferimos no escuchar, pero ellos necesitan decir lo que tienen que decir, y nosotros tenemos que escucharlos”.

Kicanas tiene una habilidad especial para el trato personal.

“Siempre está presente y ve a la gente a los ojos, sostiene sus manos y escucha lo que tienen que decir”, dijo Peg Harmon, director general de Servicios Católicos Comunitarios del Sur de Arizona. “No importa si es una adolescente embarazada o un adulto encarcelado o un inmigrante que está de paso o una persona que vive en la calle”.

El reverendo Scott recuerda haber visto a Kicanas en un avión poco después de que se conocieron. Kicanas inmediatamente lo reconoció.

Kicanas, vegetariano, se levanta temprano todos los días para hacer ejercicio.

No tiene planes de bajar su ritmo cuando esté jubilado, sino que atenderá una parroquia local –aún no sabe cuál– y continuará su trabajo por la justicia social, específicamente en las áreas de inmigración, cárceles, pobreza y adicciones.

Entre los problemas que el nuevo obispo tendrá que enfrentar están la escasez de actual de sacerdotes y la restauración en marcha de la Plaza de la Catedral en el centro.

La diócesis espera asegurar los fondos para transformar el Colegio Marista y el Centro Pastoral Manuel D. Moreno en un centro comunitario y un complejo de vivienda accesible para adultos mayores. El proyecto incluye también la construcción de un edificio de cuatro pisos para oficinas y un centro de eventos.

Dejar atrás el trabajo administrativo abre espacio para “escuchar confesiones y celebrar misas –las cosas que uno realmente viene a hacer al sacerdocio”, dijo Kicanas.

“Estoy seguro de que es un impacto el que un día seas el obispo de la diócesis y al día siguiente seas el obispo emérito, lo que significa que ya no tienes ninguna autoridad o responsabilidad real”, dijo. “Pero siempre hay trabajo por hacer”.


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Contacta a Johanna Willett al 573-4357 o en jwillett@tucson.com. En Twitter: @JohannaWillett.