Cuando Tucsón pasó de manos mexicanas a las norteamericanas a mediados del siglo 19, empezaron a llegar nuevos residentes del Este. No todos hablaban inglés, tampoco. Algunos hablaban hebreo o alguna lengua del este de Europa.

Al apostar su futuro en Tucsón, que era un pueblo muy mexicano, los nuevos migrantes compartían el espacio con familias de habla hispana, muchas de las cuales habían migrado varias generaciones antes. Ambas comunidades encontraron un terreno común en las polvorientas calles del Viejo Pueblo.

Ahora, un pequeño grupo de judíos y latinos tucsonenses quiere replantear su histórica base común a través de un nuevo diálogo, de una nueva relación que los lleve a trabajar juntos en problemas comunes y en un mejor entendimiento de las culturas y los temas judíos y latinos.

“Entre más gente sepa, más esperanzador será el cambio”, dijo Pat Ballard, integrante del Consejo de Relaciones de la Comunidad Judía.

En días recientes, este consejo, que está afiliado a la Federación Judía del Sur de Arizona, realizó una reunión de personas de las comunidades judía y latina. Yo estuve presente.

Ahí se discutieron retos comunes que afectan a Tucsón –pobreza, hambre, educación, discriminación, discurso de incitación al odio. El encuentro concluyó con el compromiso de crear un medio para avanzar y atraer a más participantes.

La idea es sencilla, en verdad simple. Cómo lograrlo será lo más difícil. Pero tampoco es imposible.

“Juntos podemos hacer que las cosas sucedan”, dijo Diana Jiménez-Young, directora de programa en Recursos para Niños y Familias.

Los participantes dijeron que hay optimismo debido a los valores y experiencias que las comunidades judía y latina comparten.

Andrea Romero, profesora asociada del Departamento de Estudios Mexicoamericanos de la Universidad de Arizona, dijo que una experiencia común es ser “deshumanizados”.

La historia de la inmigración judía es similar a la experiencia actual de la inmigración latina. Actualmente, los latinos, igual que sucedió entonces con los judíos, son chivos expiatorios de todos los males del país. A los latinos de ahora se les acusa de no asimilar su nuevo país, igual que pasó con los inmigrantes judíos. Por vías legales e ilegales, judíos y latinos han sido excluidos.

“No creo que muchos judíos sepan que tienen el mismo objetivo en mente y que comparten valores comunes”, dijo el abogado migratorio Mo Goldman.

La iniciativa surgió del diálogo de 10 años de una comunidad similar: La Coalición Juvenil Judío Latina.

Este programa para adolescentes celebrará pronto su décimo aniversario, dijo Bryan Davis, director del Consejo de Relaciones de la Comunidad Judía. Esta coalición se lanzó en asociación con el congresista Raúl Grijalva, en el 2004. Varios años después, también la entonces diputada Gabrielle Giffords les brindó su apoyo.

Davis explicó que la Coalición Juvenil Judío Latina reúne a estudiantes de preparatoria de ambas comunidades en un programa multicultural que desarrolla habilidades de liderazgo y que culmina con un viaje a Washington, D.C.

La coalición es el trampolín para crear otro nivel de diálogo, dijo Davis.

“Hay una historia maravillosa de colaboración y solidaridad entre las comunidades judía y latina en Tucsón y en todo el mundo, y nosotros queremos nutrir la relación para que podamos unir nuestros esfuerzos en iniciativas conjuntas para enfrentar la pobreza y promover la civilidad y la tolerancia, que harían de nuestra comunidad un mejor lugar”, dijo.

Una de las participantes del año pasado en la Coalición Juvenil cree que, de acuerdo al éxito que han tenido los estudiantes de preparatoria, los adultos tendrán logros similares.

“Descubrimos que tenemos más cosas en común que diferencias”, dijo Adina Artzi, de 17 años de edad y estudiante del último grado de la preparatoria Catalina Foothills. “Es una sensación muy padre”.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo al 573-4187 o en netopjr@azstarnet.com

ENGLISH

When Tucson passed from Mexican to American hands in the mid-1800s, newcomers began to flow from the East. Not all of them spoke English, either. Some spoke Yiddish or an Eastern European language.

Staking their future in Tucson, which was a very Mexican town, the new migrants shared space with the Spanish-speaking families, many of whom had migrated generations before. Both communities found common ground in the dusty streets of the Old Pueblo.

Today a small group of Jewish and Latino Tucsonans want to re-stake their historical common ground by starting a new dialogue, a new relationship that will lead them to working on common issues and a better understanding of Latino and Jewish cultures and issues.

“The more people learn, the more hopeful there will be change,” said Pat Ballard, a member of the Jewish Community Relations Council.

Recently, the council, an affiliation of the Jewish Federation of Southern Arizona, convened a meeting of people from the Latino and Jewish communities. I participated.

The group discussed common challenges affecting Tucson — poverty, hunger, education, discrimination, hate speech. The meeting ended with a commitment to create a vehicle to move forward and attract more participants.

The idea is simple, really. Getting there will be the hard part. It’s not an impossible task, however.

“Together we can make things happen,” said Diana Jimenez-Young, program director for Child & Family Resources.

There is optimism because of the values and experiences that the Jewish and Latino communities share, said the participants.

Andrea Romero, an associate professor in the University of Arizona’s Mexican-American Studies Department, said one common experience is being “dehumanized.”

The immigration history of Jews is similar to the current experience of Latino immigration. Latinos today, as Jews then, are made the scapegoats of what ails our country. Latinos today are accused of not assimilating to their new country, just as the Jewish immigrants were. Through legal or illegal means, Jews and Latinos have been excluded.

“I don’t think a lot of Jewish individuals know that they have a very common goal in mind and share common values,” said immigration attorney Mo Goldman.

The initiative comes from a 10-year similar community dialogue: the Jewish Latino Teen Coalition.

The teen program will soon celebrate its 10th anniversary, said Bryan Davis, director of the Jewish Community Relations Council. The coalition was launched in partnership with Rep. Raúl Grijalva in 2004. Several years later, then-Rep. Gabrielle Giffords lent her support.

Davis said the Jewish Latino Teen Coalition brings together Jewish and Latino high school students in a multicultural program that builds leadership skills and culminates in a trip to Washington, D.C.

The coalition is the springboard for creating another level of dialogue, said Davis.

“There is a wonderful history of collaboration and solidarity between the Jewish and Latino communities here in Tucson and around the world, and we want to nurture the relationship so we can jointly work together on initiatives such as confronting poverty and promoting civility and tolerance that will make the community a better place,” he said.

A participant in last year’s Teen Coalition believes that, based on the success that the high school students found, the adults will achieve similar results.

“We found we had more in common than differences, said Adina Artzi, a 17-year-old Catalina Foothills High School senior. “It’s a really cool feeling.”

Ernesto “Neto” Portillo Jr. is editor of La Estrella de Tucsón. Contact him at netopjr@azstarnet.com or at 573-4187.