Cuando estudiaba en la Universidad de Arizona, seguido era el único chicano en mis clases. En unas cuantas había otros dos o tres estudiantes latinos. Éramos universalmente la primera generación de universitarios en nuestras familias.

Esa imagen me llegó a la mente hace poco cuando la UA anunció que había recibido la designación federal como Institución de Servicio a Hispanos. Eso marca un hito: 25 por ciento de la población estudiantil es hispana.

Esta designación por parte del Departamento de Educación de Estados Unidos le permite a la UA solicitar subsidios específicos que ayudarán a financiar becas, servicios estudiantiles desarrollo de las facultades y planes de estudio, entre otros programas, dijo Marla A. Franco, quien fue la persona clave para conseguir la designación. Franco, directora ejecutiva de desarrollo de evaluación, investigación y subsidios de la Oficina de Asuntos Estudiantiles, expresó la nota optimista de que la UA reconoce que la designación es sólo el comienzo de un esfuerzo más amplio para asegurar el estatus para la universidad.

La designación, dijo Franco, crea conciencia e inicia una conversación sobre “a dónde vamos” ahora.

Por fin, pensé. A fines de la década de los setenta, cuando yo iba a la UA, el porcentaje de estudiantes latinos era de un solo dígito. Haber llegado de la étnicamente diversa Cholla High School a la virtualmente blanca UA fue un choque cultural, sentimiento compartido por otros estudiantes latinos que conocí ahí.

Ahora, la diversidad en la UA es mas evidente.

De acuerdo con la UA, “la tasa de inscripción de hispanos ha crecido 29 por ciento en los pasados cinco años, de 7,243 estudiantes en el 2012 a 9,321 en el 2017. Y el índice de retención en 2016 de alumnos de tiempo completo siendo estando por primera vez en su primer año de universidad (freshman) fue de casi el 83 por ciento, a sólo medio punto de distancia del promedio general de retención de la UA”.

El presidente de la UA, Robert C. Robbins, dijo en un comunicado el 5 de abril que “hemos estado trabajando en ganar esta elegibilidad por el impacto directo que tendrá en estudiantes hispanos de Arizona y la región. Esta designación selecta asegura que estamos creando un ambiente que promueve el éxito estudiantil”.

La tan anhelada designación es una buena noticia, no sólo para los estudiantes latinos sino para todos en la UA, que se está volviendo, aunque lentamente, en un reflejo de la demografía en el Sur de Arizona y el resto del estado.

Pero, ¿ahora qué? ¿Qué sigue ahora que la UA, una gran institución de investigación y una de las universidades más grandes del país entre las que Sirven a Hispanos, tiene un nuevo estandarte que puede utilizar para asegurar más fondos y, esperamos, atraer a más estudiantes y personal docente latinos?

Lo que debería venir después es la aceptación completa, desde el nuevo presidente hasta los poderosos niveles directivos, decanos universitarios y jefes de departamento y hasta la facultad. Durante décadas, la comunidad latina local dentro y fuera de los muros visibles e invisibles del campus ha empujado a las administraciones de la UA a mejorar su juego para reclutar y retener a los estudiantes y profesores latinos en todos los niveles. Con frecuencia escuchamos palabras, pero veíamos poca acción.

En 2005, Charles Tatum, decano de la Facultad de Humanidades de 1993 a 2008, fue autor de un estudio de dos años para el ex presidente de la UA Peter Likins, “Recomendaciones para trazar un curso universitario para convertirse en una Institución de Servicio a Hispanos”. Tatum escribió que si la UA va a hacer un progreso significativo, “eventualmente debe existir una cultura generalizada que respalde el compromiso colectivo de hacerlo”.

Una de sus recomendaciones clave fue la creación de una vicepresidencia para el reclutamiento, la retención y las asociaciones universidad-escuela.

“Ninguna cantidad de retórica y buenas intenciones sustituirán al progreso medible”, escribió Tatum.

Jim García, presidente del Club de Ex alumnos de la UA y presidente interino del Concilio Comunitario Hispano, considera que Robbins ya se ha comprometido con los estudiantes latinos y la comunidad, pero que “hay trabajo por hacer”.

Como egresada de la UA y ahora directora del Centro de Estudiantes Adalberto y Ana Guerrero, Liz Soltero trabaja todos los días con estudiantes latinos de la UA. Ella ve de cerca la desconexión cultural y comunitaria que a menudo existe entre los estudiantes latinos y la universidad creada en 1885 bajo la concesión de tierras.

“Deberíamos haber sido una institución de servicio hispano desde el principio”, dijo ella. “Debemos responsabilizarnos de nuestra comunidad”, dijo.

Con la nueva designación viene una discusión y una posesión re energizada de mantener el pie sobre el cuello de la UA.

La UA está en proceso de revisión y reedición de su plan estratégico de 10 años. Robbins, quien fue designado el vigésimo segundo presidente de la universidad en junio pasado, le dijo a la Junta de Regentes en el otoño que la UA “tendrá un plan estratégico robusto e inspirador que proporcionará la guía para el futuro”.

Si la UA es verdaderamente una Institución que sirve a los hispanos en un estado cuya población se robustecerá cada vez más con los latinos, el futuro y la fortaleza de la AU dependerán de la promesa y la responsabilidad de la universidad de incluir un mayor número de estudiantes, docentes y administradores latinos.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.