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REPORTE ESPECIAL

Resolver vs Castigar: La falta de vivienda es un síntoma, no un delito

Resolver vs Castigar: La falta de vivienda es un síntoma, no un delito

Una tarde a finales de noviembre, dos hombres dormían sobre una pila de cobijas y almohadas cerca de su campamento en el centro de Tucsón, con los brazos cubriendo sus caras.

Una mujer descansaba a la sombra de las lonas cafés que rodeaban tres carpas, sillas de campamento, maletas, sartenes, cajas y hieleras esparcidas por el campamento en el centro de la ciudad, al sur del Rillito River, cerca de Alvernon Way.

Alguien reportó este campamento a TPD, probablemente porque estaba al lado de una escuela, según dijeron los oficiales. Y debido a que estaba situado en una propiedad privada, los oficiales tuvieron que decirles a las personas que se encontraban allí que quizá tendrían que reubicarse.

Los oficiales Jacob Valenzuela y Josh Parrish, junto con su jefe, el sargento Jack Julsing, integran el equipo de alcance a personas sin vivienda del departamento de policía. Este equipo, que surgió hace un año del equipo de apoyo a la salud mental del departamento, responde a informes que no son de emergencia sobre personas sin vivienda y trata de conectar a las personas con los recursos, incluyendo viviendas permanentes.

El Departamento de Policía de Tucsón también creó un equipo de recursos para el uso de sustancias adictivas, todo como parte de su creciente esfuerzo por mantener a las personas fuera de la cárcel y conseguirles la ayuda que necesitan.

El Arizona Daily Star/La Estrella de Tucsón dedicó tiempo con los tres equipos en los últimos meses, gracias a una beca de la Red de Periodismo de Soluciones (Solutions Journalism Network).

Abordar el problema de personas sin vivienda es una tarea enorme que requiere que el equipo trabaje con una docena de grupos de servicios sociales. Los miembros del equipo a menudo visitan los campamentos de personas sin vivienda con trabajadores sociales de organizaciones locales, incluyendo el equipo de alcance a personas sin vivienda de la ciudad, para que puedan hablar directamente con alguien dispuesto a ayudarlos.

Desde que se creó el equipo de la ciudad a finales de 2017, los empleados de la ciudad se han ocupado de más de 1,000 personas y han encontrado vivienda para el 52% de ellas y el 59% de las familias, según dijo Jodie Barnes, directora de proyectos del Departamento de Desarrollo de Vivienda y Comunidad (Housing and Community Development Department).

Los oficiales de alcance conectan a las personas con recursos necesarios

Julsing, quien ha dirigido el equipo de alcance a personas sin vivienda desde febrero de 2020, dice que a todos los departamentos de policía de los EE. UU. se les ha encomendado, indebidamente, la tarea de solucionar el problema de la falta de vivienda.

Es un objetivo inalcanzable: en el condado de Pima, el número de personas que están desprotegidas o refugiadas temporalmente en una noche cualquiera aumentó en un 20.9%, de 1,372 en 2019 a 1,660 en 2020, según un informe del Departamento de Desarrollo de Vivienda y Comunidad de Tucsón.

Dar tiempo a los oficiales de alcance para que lleguen a quienes están tratando de ayudar no solucionará el problema, pero puede hacer en algo, según Julsing. A diferencia de los oficiales de patrulla, el equipo de alcance a personas sin vivienda puede dedicar más tiempo a ayudar a las personas y conectarlas con los recursos y posiblemente con una vivienda.

“Una patrulla no va a dedicar tres horas para que un hombre ingrese a algún programa de vivienda”, dijo Julsing. “Simplemente lo moverá calle abajo o lo arrestará con una orden de aprehensión”.

Los oficiales tienen tiempo para hablar con la gente y llamar a colaboradores del programa de ayuda para personas sin vivienda, a instituciones de desintoxicación u otros servicios de vivienda según sea necesario.

Los oficiales reciben de 10 a 20 informes de personas sin hogar cada semana por parte de las oficinas del distrito, el público y otros oficiales. Él pide que cualquier informe relacionado con la falta de vivienda, que no sea de emergencia, sea remitido a su equipo para que puedan buscar una solución a largo plazo al problema de esa persona.

Debido a que el equipo trabaja con muchas organizaciones, Julsing dice que no tiene un número exacto que pueda demostrar a cuántas personas ha referido su equipo a viviendas permanentes de largo plazo u otros servicios. Pero estima que los miembros han respondido a unos 750 informes hasta enero y se han puesto en contacto con unas 1,200 personas. Algunos son rostros familiares, pero probablemente 900 de ellos fueron contactos de una sola ocasión, dijo.

Una vez que se hace una referencia y alguien es trasladado, Julsing dice que no puede seguir la pista de quién siguió el programa o quién terminó de nuevo en las calles. Sin embargo, cree que su equipo está brindando más ayuda de lo que históricamente ha hecho la policía lo que era “arrestar el problema”.

No saturar el sistema

Aproximadamente la mitad de las personas con las que el equipo se ha puesto en contacto podría haber sido detenida por allanamiento de morada o por órdenes de arresto pendientes, pero el equipo ha emitido solo seis arrestos por multas, según Julsing.

“No estamos tratando de saturar a los tribunales o sistemas judiciales”, dijo Julsing. “No vale la pena. Y de todas maneras no va a ayudar a esa persona”.

A Julsing no le importan los debates recientes para quitar financiamiento a la policía, no porque crea que el presupuesto del departamento debería recortarse, sino porque la discusión invita a la gente a cuestionar si la policía debiera tener la tarea de resolver problemas como la falta de vivienda, las enfermedades mentales y el consumo de sustancias adictivas.

“No nos van a quitar los fondos porque ya no tenemos suficientes oficiales”, dijo.

Detener a la persona que vive en las calles solo hace que la vida de esa persona sea más difícil y aleja a la policía de responder a delitos más graves, explica Julsing.

“Mi objetivo principal es trasladar la responsabilidad del problema de las personas sin vivienda, de nuestros oficiales de patrulla a los trabajadores sociales”, dijo.

Él cree que los oficiales siguen siendo importantes para responder a asuntos relacionados con la falta de vivienda, para evitar que los trabajadores sociales se encuentren en una situación potencialmente peligrosa.

Equipos separados

Para Jennifer Felner, becaria de posdoctorado en salud pública en la Universidad Estatal de San Diego (SDSU, por sus siglas en inglés), no llevar a la cárcel a personas sin hogar o con problemas de salud conductual debería ser lo mínimo, y no el objetivo principal.

“Si eso se considera un éxito, es absurdo, absolutamente absurdo, que eso se tome como un indicador del éxito”, dijo Felner.

Felner y Megan Welsh, profesora asociada de justicia penal en SDSU, fueron coautoras a finales del año pasado de un informe como parte de una serie de informes basados en investigaciones que abordan las políticas públicas en San Diego.

“Las investigaciones recientes sugieren que estos encuentros con las fuerzas del orden público tienen efectos de larga duración en la forma en que las personas sin vivienda perciben a la policía”, dice el informe. “Esto no solo puede generar desconfianza en la policía, sino que también puede llevar a una renuencia a aceptar los servicios ofrecidos por la policía, incluido el refugio de emergencia”.

Welsh dijo que la ayuda que se ofrece debe satisfacer las necesidades reales de las personas que la necesitan y no debe ser impuesta a ellas.

“Esto produce la narrativa en la opinión pública de que esta gente no quiere ayuda y que es mala, por lo que deberíamos mantenerla en la mira de la policía”, dijo. “Así que es un ciclo verdaderamente nocivo y peligroso”.

El alcance a las personas sin hogar debe separarse por completo de la respuesta policial, opina Welsh. A pesar de que los equipos de alcance a personas sin vivienda han existido dentro de los departamentos de policía por al menos 10 años, Felner y Welsh no han encontrado evidencia de que funcionen.

“¿Por qué estamos eligiendo alternativas que realmente no tienen sus raíces en la ciencia?", preguntó Welsh.

Debido a que la policía ya está bien financiada y es flexible, Welsh dice que la creación de unidades especialmente capacitadas se ha convertido en la “vía más fácil”. Si bien ella está de acuerdo en que los primeros auxilios de salud mental y otras formas de capacitación especializada son buenos, dijo que las ciudades también deben comenzar a reinventar cómo abordar mejor estos problemas sociales.

“Tenemos que empezar realmente a preguntarnos, ¿por qué seguimos regresando y confiando en las mismas instituciones, solo porque están allí?” dijo. “Hay otros organismos que son mucho más capaces de hacer este trabajo sin el historial de violencia que se le atribuye”.

‘Tratando de vivir’

Julsing llama “delitos de supervivencia” a la mayoría de los delitos cometidos por personas sin vivienda: tirar basura, orinar en público e incluso robar en tiendas, no sucedería si la persona tuviera una casa y los recursos adecuados para sobrevivir.

Julsing dice que la ciudadanía en general a veces cree que la gente vive en la calle por elección, pero eso es un error.

Robert Wild, miembro del equipo de alcance a personas sin vivienda de la ciudad de Tucson, dijo que al haber creado el departamento de policía un equipo de alcance, esto ha ayudado a sus oficiales a comprender el concepto de la falta de vivienda.

“Todos somos humanos. Todos solo estamos tratando de vivir”, dijo. “Nadie quiere estar en esta situación. Incluso las personas que tú crees que quieren estar así, generalmente es porque lo han intentado tantas veces y simplemente renuncian al sistema y a saltar los obstáculos que se requieren”.

El personal evalúa a las personas en el lugar dónde se encuentran para buscarles alojamiento.

Anette Mejía, trabajadora de alcance a personas sin vivienda, se reunió con dos oficiales en el campamento en el centro de la ciudad el noviembre pasado.

Una joven mujer del grupo, Amanda Clough, se acercó a Mejía y a los oficiales, bebió de golpe la mayor parte de una botella de agua y luego se sentó a responder preguntas mientras Mejía completaba una encuesta en su iPad.

La encuesta ayuda a los empleados de la oficina de vivienda de la ciudad a determinar rápidamente el nivel de prioridad de una persona para recibir asistencia para vivienda. Se hacen preguntas tales como cuánto tiempo ha estado la persona sin hogar, si ha sido víctima de un delito, si tiene discapacidades o si tiene una enfermedad mental. Se usa esa herramienta al menos parcialmente en 39 estados y se usa en todo el estado de Arizona.

Después de completar las encuestas, Mejía dijo al grupo que tal vez podría llevar a algunos de ellos a un hotel para alojamiento temporal. Le dio a otra mujer del campamento, Nevenka Obradovich, su tarjeta de presentación y dijo que le llamaría a la mañana siguiente.

“Si Annette puede llevar a uno o a todos ustedes a un hotel, la dejaremos hacerlo”, dijo Parrish a Obradovich. “Si eso no resulta para ustedes, haré que los de El Río vengan y vean si pueden ayudarles”.

Hay listas de espera para muchos programas de vivienda, incluyendo la Sección 8 y los Vales de Elección de Vivienda.

Mejía se dio cuenta que un mes antes, alguien del grupo se había registrado en La Frontera, una clínica que brinda servicios de salud mental y recursos de vivienda accesibles.

“Puedo hacerles saber que ustedes se han mudado a este lugar”, les dijo el oficial Parrish. “Ellos podrían seguir atendiéndolos mientras ustedes están aquí”.

Él les preguntó si sabían a dónde se trasladarían, en caso de que alguien los estuviera buscando.

“Lo tomamos paso a paso”, dijo Obradovich.

Los oficiales también les entregan mochilas de higiene que incluyen productos de tamaño normal como gel de baño, champú, acondicionador, artículos de higiene dental y desodorante, entre otros artículos personalizados por género y etnia. Estos vienen de I Am You 360, una organización local sin fines de lucro que brinda servicios a personas sin hogar y a jóvenes en riesgo.

La organización sin fines de lucro rellena las botellas vacías en su oficina en 22nd Street al este de Craycroft Road y recientemente recibió una camioneta donada para poder llevar sus servicios a la comunidad. Desiree Cook, quien fundó la organización, dijo que ha donado alrededor de 500 bolsas al departamento desde que comenzó a trabajar con ellos en junio y ha visto regresar a 100 personas para rellenarlas.

“Todos creemos que nuestros más vulnerables no deberían parecerse a sus circunstancias”, dijo Cook. “Se trata de ser tratado con dignidad y sentirse dignificado”.

Obradovich dijo que ha vivido con su esposo en las calles y túneles de Tucson durante casi un año. Se mudaron aquí desde Florida hace cinco años y están tratando de mejorar su situación y conseguir vivienda, dijo.

“No es tan fácil como la gente piensa, ya sabes, ‘¡Consigue un trabajo! ¡Sal de las calles!’”, dijo, imitando lo que la gente diría. “Sí, bueno, nadie quiere contratar personas sin hogar, en primer lugar”.

Obradovich está lista para intentarlo, al igual que sus amigos. La mayoría de las personas de su grupo, incluida ella, se mudaron recientemente a una vivienda estable.


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