Incluso antes de que Víctor López-Carmen llegara a este mundo, ya se había embarcado en su viaje de vida.

Cuando la mamá de Víctor estaba embarazada de él, viajó a México y a otras partes de Latinoamérica para conocer las luchas de los indígenas. Exploró las barreras que enfrentan los indígenas y apoyó sus esfuerzos para lograr equidad y justicia. Lo hizo para traer las lecciones aprendidas y aplicarlas en su comunidad de Pascua Yaqui, la cual enfrenta racismo e injusticias económicas y sociales.

Una vez que Víctor llegó, otra fuente de inspiración ya lo esperaba. Su abuela materna –hija de una mujer fuerte que huyó de los ataques del gobierno de México a su pueblo yaqui de Sonora y que caminó hasta Arizona– vivía con la familia en el sur de Tucsón y le enseñó a Víctor los valores culturales de los yaquis y su historia.

“Esto ha sido inculcado en mí por mi familia y mi comunidad, y estoy muy agradecido por ello. Me dio fortaleza e identidad”, dijo Víctor, quien después se crio en el área Amphi.

Ahora, Víctor, egresado de la prepa Amphitheater High School y de Ithaca College en el estado de Nueva York, trabaja en la oficina del representante Raúl M. Grijalva en Washington D.C.

Víctor se está preparando para otro viaje de vida: su ingreso este año a la Escuela de Medicina de Harvard, una de las universidades más prestigiosas del mundo.

“Los jóvenes indígenas son fuertes y capaces lograr cualquier cosa que deseen”, dijo Víctor, de 24 años, en una entrevista telefónica reciente desde Washington D.C.

En D.C., Víctor hace un interinato pagado para el Subcomité para Personas Indígenas de Estados Unidos del Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes. Organiza audiencias del subcomité; ayuda en proyectos legislativos y de políticas; realiza investigación sobre legislación, regulaciones y políticas públicas; redacta memorandos políticos para el equipo, entre otras tareas. También asiste a reuniones con líderes tribales del gobierno y con organizaciones. Víctor se unió a ese equipo de trabajo en febrero y concluirá su estancia ahí a mediados de junio, antes de empezar su primer año en Harvard en agosto.

Este no ha sido un viaje sencillo para Víctor. Y a pesar de sus notables logros hasta hoy, seguirá enfrentando obstáculos.

Los papás de Víctor no compraron su camino al colegio ni le pagaron a alguien más para que tomara sus exámenes de admisión. Aun así, Víctor, quien se ha ganado becas meritorias, probablemente será visto de forma negativa como beneficiario de una política que favorece a los estudiantes indígenas y que toma el lugar de otro que “sí se merece” estar en ese lugar.

Víctor será cuestionado sobre su identidad política e incluso sobre su nacionalidad por aquellos que orgullosamente exaltan su ascendencia europea. Y, sin duda alguna, Víctor encontrará compañeros sin un gramo de conocimiento sobre sus comunidades indígenas y su historia de autodeterminación de los pasados 500 años.

Y algunas personas en el campus simplemente ignorarán su historia.

Pero Víctor está determinado a verse a sí mismo con un título de médico al final de este camino.

“Mi corazón, por supuesto, está en ser médico y tener un impacto al nivel de la comunidad”, dijo Víctor, quien oficialmente está inscrito en la tribu de su padre, Crow Sioux Creek.

Algunas de sus primeras batallas se dieron cuando era chico, encontrando un camino distinto, que algunos de sus amigos tomaron. Él sabía que era inteligente, pero sentía presión por usar drogas y emborracharse. Y lo hizo.

Pero Víctor sabía que ese no era él.

“Yo estaba bajando por ese camino en el que mucha gente comete errores”, dijo. Algunos de sus amigos terminaron en la cárcel.

Cuando estaba en 7mo grado, Víctor tuvo un accidente serio. Mientras visitaba a familiares en México, sufrió quemaduras de tercer grado por fuegos artificiales. El accidente lo ayudó a entender algo fundamental: la gente marginada no tiene acceso a atención médica de calidad. Al pasar por dos injertos de piel y aprender a caminar de nuevo, empezó a comprender cómo la gente pobre recibe un trato diferente.

En ese periodo de autorrealización y conciencia después del accidente, Víctor empezó a comprender que tenía que hacer algo distinto con su vida. Se dio cuenta de que la estaba regando.

“Me dio un sentido de responsabilidad diferente hacia mi familia y mi comunidad. Fue una bendición en medio de la tragedia, dijo.

Se reenfocó en la preparatoria, en lo académico. Ganó una beca por desempeño para ir a Ithaca, donde estudió ciencias de la salud con enfoque en la justicia social. Fue voluntario en actividades relacionadas con la justicia social. Se sumergió en el trabajo del reverendo Martin Luther King Jr. Junto con los otros pocos estudiantes nativoamericanos, presionó al colegio para que desarrollara un programa de Estudios Nativoamericanos.

Y aún así se topó con otro tipo de lucha. Estaba entre el mundo moderno y el tradicional. Quería estar con su familia y apoyarla. Su familia batalló mientras él estaba lejos. Algunos tenían problemas de salud.

Pero Víctor entendió que su camino lo llevará de regreso con su familia y su comunidad y le dará las herramientas, el conocimiento y la conexión espiritual para ayudar a la gente que ama.

“Un día podré regresar y contribuir con algo”, dijo. “Quiero hacer algo positivo”.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.

Traducido por Liliana López Ruelas.