Como muchos de ustedes, tengo casi tres semanas trabajando desde casa, desde que empezó todo esto del COVID-19, el distanciamiento social y con ello la comunicación virtual. No me lo van a creer, pero extraño mi oficina, a mis compañeros, mi cafecito en la mañana a primera hora con mis amigos, el ajetreo del corre-corre con mis hijos para estar a tiempo en la escuela...
Desde hace semanas, solo salgo a comprar comida a los supermercados y ni siquiera cocino.
Esto me recuerda tanto una época de mi vida cuando mi mamá me tenía un poquito controlada, por no decir muy controlada, y no me dejaba salir mucho. Siendo honesta, esa fue la principal razón por la que solicité y acepté una beca para venir a estudiar a Tucsón y, digamos, escaparme un poquito del control de mi mamá.
Mi mamá, hasta el día de hoy y después de 20 años, más de la mitad de mi vida, me reclama que no haya regresado a vivir a Hermosillo. Nunca falta su dicho campechano en el que me dice que soy como las gallinas: una vez que me salí, jamás me pudo volver a meter al gallinero (espero que no lea esta columna, porque me va a matar, literal).
Exactamente así es como me siento en este momento del distanciamiento social, esperando a que abran la puerta y nos dejen salir a disfrutar de la vida normal y sin restricciones, deseando que esta escena de película o de realidad virtual termine pronto.
Una hermosa puesta de sol sobre el mar de Cortés en San Carlos
Quiero salir para hacer todas las cosas que siempre quise hacer y que di por hecho. Para vivir todas las experiencias que quiero vivir con mis hijos. Para tomar las fotos de los atardeceres en la playa de Bahía de Kino que quiero tomar. Para hacer el sand surfing en San Nicolás o kayaking en el estero de San Carlos que quedó pendiente para la próxima.
Quiero hacer yoga mientras cae el sol entre los saguaros, dar caminatas en las montañas de Chiricahua y en las rutas de ciclismo en Madera Canyon que siempre he querido recorrer y que dejé para después.
Proctor Loop Trail en Madera Canyon.
Quiero visitar a todas las amistades y familiares que anhelo ver. Quiero juntarme para celebrar alguna ocasión o triunfo con mezcalito o con un bacanora sonorense con mis amigos del bar Exo o un Whiskey del Bac en el centro de Tucsón. Lo peor del caso, y lo que más me puede, es que me estoy perdiendo de mi capirotada favorita en esta cuaresma.
Y entre tantas opciones, aún no puedo decidir cuál será la primera cosa que haré cuando salga de este encierro. Y tú, ¿qué será lo primero que hagas cuando todo esto termine?



