Por 100 días hasta el pasado sábado 15 de noviembre, Rosa Robles Loreto ha encontrado refugio en la Iglesia Presbiteriana del Sur (Southside Presbyterian Church). La mexicana, casada y con dos hijos, ha evitado la separación familiar a causa de la orden de deportación en su contra y se ha convertido en la figura principal del resurgimiento del movimiento santuario nacional.

El movimiento es un desafío a la onerosa política de inmigración que atrapa y separa a familias. La renovada coalición del santuario (que consiste en dar refugio en iglesias a personas en riesgo de ser deportadas) se opone a la deportación de inmigrantes indocumentados que no han cometido ningún delito pero que quedan atrapados en la red de colaboración entre los departamentos locales de policía y los agentes de inmigración.

El esfuerzo de mantener unidas a las familias se define por sus partidarios. Dos de esas muchas apasionadas personas son tucsonenses: Leslie Carlson y José Serrano, cuyo compromiso con la justicia es inquebrantable.

“Estamos llamados por nuestra fe a amar a nuestro prójimo y a estar junto a las personas que sufren injusticias”, dijo Carlson, integrante desde hace mucho tiempo de la congregación de Southside.

Para Serrano, líder en su iglesia católica, la excesivamente agresiva amenaza de la deportación de personas como Robles Loreto, quien fue detenida por una infracción menor de tráfico y turnada a la Patrulla Fronteriza, es destructiva para las familias.

El sábado 15, Serrano y Carlson se unieron a otros tucsonenses para demostrar su continuo apoyo a Robles Loreto y para hacer un llamado al gobierno de Obama para que cancele la orden de deportación. El evento también reafirmó la fuerza del movimiento santuario, que ahora se compone de nueve personas en ocho ciudades del país.

Además de Robles Loreto, Francisco Pérez Córdova, de 37 años de edad, casado y con cinco hijos, está en santuario en St. Francis en la Iglesia Metodista Unida de Foothills (Foothills United Methodist Church). Las otras ciudades en las que hay personas en santuario son Tempe, Chicago, Portland, Oregon y Denver.

El lunes 17, dos personas más, Eleazar Pérez Cabrera y Ángela Navarro, encontraron santuario en iglesias en Phoenix y Philadelphia.

Sarah Launius, vocera del movimiento santuario de Tucsón, dijo que 24 congregaciones de 12 ciudades están listas para ofrecer refugio si alguien lo busca más adelante. Una coalición de 70 iglesias y sinagogas respalda a las congregaciones del movimiento santuario con dinero, voluntarios y otras formas de asistencia.

“Este es el momento de que las comunidades de fe den un paso adelante”, dijo Launius.

Carlson se unió al movimiento santuario durante su primera etapa a principios de los años ochentas, cuando una red internacional de Canadá a Centroamérica ayudó a decenas de refugiados a escapar de la violencia y encontrar seguridad en este país. En su apogeo, hubo unas 500 congregaciones involucradas.

Originaria de un suburbio de Oregon, hija de padres republicanos, Carlson dijo que encontró un hogar en la Iglesia Presbiteriana del Sur, cuna de la red de refugio del santuario.

Carlson, analista independiente de programas de recursos humanos, fundó en Southside una comunidad de personas dispuestas a tomar riesgos y a vivir su fe. “Esto puso a volar mi mente y me llegó directo al corazón”.

El gobierno de Estados Unidos se puso duro con el movimiento, levantando cargos contra muchos de sus líderes a mediados de los ochentas, incluido el reverendo John Fife, de Southside, y Jim Corbett.

Esa vía clandestina finalmente cesó, pero Carlson siguió con otras causas, incluida los Samaritanos, quienes se aventuran al desierto para brindar primeros auxilios a los inmigrantes indocumentados en peligro.

Serrano, empleado del Centro Médico del Noroeste (Northwest Medical Center), se convirtió en voluntario del movimiento santuario a principios de este año, cuando su congregación, Most Holy Trinity Catholic Church, en el oeste de la ciudad, empezó a discutir la idea de sumarse al santuario. La iglesia está interesada en hacerlo.

Pero su compromiso movido por la fe se remonta a principios de los años ochentas, cuando Serrano, hijo de inmigrantes sonorenses, ingresó a un seminario de la orden Dominica.

Ahí, escuchó hablar de los misioneros que fueron testigos de la violencia de regímenes apoyados por Estados Unidos contra estudiantes, activistas sindicales y organizaciones basadas en la fe cristiana.

Aunque dejó el seminario, la experiencia amplió su comprensión sobre eventos globales que afectan a comunidades locales como la de Tucsón, donde Serrano creció. Sirvió también para profundizar su conexión con la fe cristiana y fortalecer su compromiso con los valores del catolicismo.

Cuando Serrano conoció a Robles Loreto, su historia resonó en él. Hay miembros de la familia de él que son indocumentados y que pudieran ser blanco de la deportación.

Al igual que muchos voluntarios, él tiene razones para apoyar el movimiento santuario. Serrano toca la guitarra y participa en las reuniones diarias en apoyo a Robles Loreto y Pérez Córdova.

“No hay ni una sola razón por la que yo no debería participar”.




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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.