Le tomó 10 años, pero Silviana Wood finalmente lo logró.
Su libro se ha publicado.
Originaria del Barrio Anita, quien escribió obras para compañías de teatro dramático locales, cuyo trabajo se ha presentado en escenarios de este país y de México, quien obtuvo su título de maestría en Bellas Artes después de 27 años, quien creó un memorable y sabio personaje para los escenarios y la televisión, y quien caminó junto a los partidarios de trabajadores agrícolas y residentes del barrio, finalmente puede decir que lo logró.
Pero ella no lo dirá. No ha terminado con su trabajo. Todavía tiene sueños.
“Una de mis fantasías es que una de esas obras se presente aquí”, dijo Wood. “Las obras se escriben para que sean escuchadas”.
La década de espera terminó a principios de este año, cuando la Editorial de la Universidad de Arizona publicó “Barrio Dreams” (Sueños del Barrio), cinco de las obras escritas por Wood a lo largo de los años. El libro está editado por Norma E. Cantú y Rita E. Urquijo-Ruiz, ambas maestras de literatura y estudios latinos.
Las obras de Wood, que se han incluido en varias antologías, reflejan su vida como chicana en Tucsón. Su trabajo sigue la larga y orgullosa tradición de los dramaturgos chicanos que incorporan comentarios políticos, comentarios sociales en relaciones raciales, diálogos bilingües y un amplio uso del caló chicano, como el tipo de lenguaje del barrio. En una de sus obras del libro, “Yo, Casimiro Flores”, agrega la lengua yaqui al español e inglés.
Otra obra que se incluye en el libro, “Amor de Hija”, una historia de una familia de cuatro generaciones y demencia, fue puesta en escena en San Antonio, Texas, en 1987, y “Anhelos por Oaxaca”, sobre un obrero ferroviario jubilado que regresa a su lugar de origen con su hijo nacido en Estados Unidos, se presentó en México.
Sus personajes surgen de su familia y de gente a la que conoció en el barrio, de sus compañeros estudiantes en John Spring Junior High School y de activistas del Sindicato Unido de Campesinos de California. Algunos son reales y otros imaginarios, pero no muy alejados de la realidad: Nana Cuquita, como las comadres chismosas. Están Eddie Spaghetti, Tony Baloney y Ramón Jamón. Y están Catungas, Watusi, Moonbeam, el Militante y, por supuesto, el comediante mexicano Cantinflas, fuente de inspiración cómica para Wood.
A través de sus experiencias, Wood se ha asegurado de escuchar.
“Amo a la gente y amo el lenguaje”, dijo Wood, quien se reunió conmigo en El Rio Grill, en el campo de golf en West Speedway. Este sábado regresará a ese sitio, donde familiares y amigos la festejarán a ella y a su libro.
“La vamos a reconocer como artista y a darle los créditos que se merece”, dijo Mario Gonzales, uno de los compas de Wood de Los Vatos de John Spring, un grupo de ex alumnos de la vieja secundaria en el vecindario de Dunbar Spring, al cruzar las vías del Barrio Anita, al norte del centro. “Además, estamos reconociendo a una de los nuestros”.
En muchas formas, los enlaces de El Rio son donde Wood tuvo sus inicios como activista y dramaturga. El final de la década de los sesentas se convirtió en el principio de los setentas y muchos residentes del oeste de la ciudad estaban agitados. Largamente marginados e ignorados, los residentes de barrio demandaron mejoras en los servicios municipales y equidad. Uno de los puntos básicos era el campo de golf, que muchos querían convertir en un gran parque.
Wood y sus hermanos eran parte de las protestas, mismas que ella canalizó a su obra artística. Se integró al Teatro del Pueblo, que llevó al Teatro Libertad y Teatro Chicano, grupos locales que actuaban en las calles, los parques y en salas sindicales. En el Colegio Comunitario Pima (PCC) empezó a escribir obras centradas en los chicanos porque había muy pocas.
Fue en su trabajo con Teatro Libertad que Wood creó uno de sus personajes más memorables: Doña Chona, la vecina chismosa del barrio con sus locas pelucas que reparte consejos, regaños y mitotes por doquier. Doña Chona también aparecía regularmente en “Reflexiones” de KUAT, un programa de televisión bilingüe, y fue resucitada por un corto periodo por el canal local de la cadena Telemundo.
Cuando Wood empezó a escribir en los setentas, había pocos dramaturgos chicanos o chicanas. Y el pequeño número de obras que se escribían difícilmente encontraban un escenario.
Cuatro décadas después, el número de dramaturgos ha crecido, un poco, y hay algunos grupos teatrales dispuestos a poner en escena obras con temas y personajes chicanos. Pero aún son pocos, comparados con la gran presencia de chicanos y chicanas en la cultura norteamericana.
Wood es una pionera que se rehusó a dar un paso atrás y a renunciar.
Esperar 10 años valió la pena.