DACAmented

CortesÍA de SofÍa GÓmez

“Holding on to the Dream” fotografía por Sofía Gómez. Refleja los deseos de los Dreamers que temen por los cambios en su estatus legal que se esperan con la presidencia de Donald Trump.

Esta columna fue publicada originalmente en febrero del 2014. Con la elección de Donald Trump como Presidente el pasado 8 de noviembre de 2016, hay profundas preocupaciones en muchos segmentos de la población por los cambios que prometió en su campaña.

Entre ellos está la eliminiación de la orden ejecutiva denominada Acción Diferida para los Llegados en la Infanca (DACA, por sus siglas en inglés), que el presidente Barack Obama tomó en el 2012.

La Acción Diferida ha dado protección temporal contra la deportación y permiso para trabajar a más de 1.3 millones de jóvenes en el país, más de 53 mil de ellos en Arizona. Trump ha dicho que eliminarla será una de sus primeras acciones una vez que tome posesión del cargo el 20 de enero de 2017.

Pero las voces de los Soñadores no se van a callar.

Conozca a Alejandra Salazar.

Es hija y hermana. Es egresada de la preparatoria Amphi y estudiante en el Colegio Comunitario Pima (PCC), con deseos de transferir sus estudios a la Universidad de Arizona. Trabaja como vendedora en una tienda.

Salazar es además una inmigrante indocumentada. Aunque su estatus legal no la define como persona, es ese estatus legal el que impide su participación plena en la comunidad.

Pero algún día ella será ciudadana de Estados Unidos, porque la historia y los vientos demográficos y políticos soplan de su lado.

Salazar, de 22 años de edad, quien tiene una protección temporal contra la deportación bajo la iniciativa de la Acción Diferida, misma que también le permite trabajar, no ha dejado de buscar justicia para ella y para otros miles de Soñadores, entre ellos su hermano menor.

“DACA (siglas en inglés de la Acción Diferida para los llegados en la Infancia) es un alivio temporal, pero no es la solución”, dijo Salazar la semana pasada, mientras platicábamos en la cafetería del PCC Campus Oeste.

La conocí en enero cuando la escuché hablar en un foro sobre inmigración y educación en la YWCA de North Bonita Avenue, en el Barrio Menlo Park. Salazar me impresionó con su elocuencia y su pensamiento. Es como la mayoría de los Soñadores que he conocido, del tipo de personas de las que necesitamos tener más.

Sus padres los trajeron hace 10 años desde Guaymas, Sonora, a ella y a su hermano Manuel, quien ahora tiene 19. Salazar y Manuel son dos de las más de 430 mil personas que han recibido la Acción Diferida en el primer año desde que el presidente Obama aprobó el programa en agosto del 2012, según datos del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de E.U.

Y aunque Salazar y su hermano están protegidos de ser deportados a un país que nos es su casa, sus padres no lo están. Sus papás, al igual que millones de indocumentados, viven una vida en sigilo. Más aun, DACA es una directriz presidencial que puede ser revertida por un nuevo presidente.

Los Soñadores se han convertido en uno de los grupos más activos en la lucha por una reforma migratoria. Son enérgicos y tienen de su lado un argumento moral convincente. Salazar trabaja con Scolarships A-Z, organización que provee información y herramientas a los estudiantes indocumentados.

Políticamente, Salazar ve al creciente número de votantes latinos como un factor crítico que podría ser determinante en futuras elecciones. Un número cada vez mayor de esos electores tiene a familiares que han sido víctimas de nuestra política migratoria disfuncional.

Aunque el programa DACA es el primero en su tipo en nuestra historia de inmigración, no es la primera vez que Estados Unidos ha abierto sus puertas a los inmigrantes indocumentados, dijo la abogada migratoria Margo Cowan.

Cowan, quien ha defendido a inmigrantes desde los años setentas y quien también fue oradora en el foro de la YWCA, dijo que la primera legalización se dio a finales de los veintes. Una segunda sucedió en los cuarentas, durante la Segunda Guerra Mundial. “Queríamos decir ‘gracias’” a los inmigrantes indocumentados que ayudaron a sostener la economía de E.U. durante la guerra, dijo Cowan.

Pero en 1986, la política de “acogida” se transformó cuando la administración de Ronald Reagan implementó el programa de amnistías.

Cowan dijo que esa fue la primera política radical que se alejaba de una bienvenida a los inmigrantes, toda vez que la amnistía implícitamente decía “tenemos que perdonar tu transgresión porque vienes a limpiar nuestros escusados y a recoger la fruta”.

Según datos del Instituto de Política Migratoria, un centro de estudios, más de 3.7 millones de inmigrantes indocumentados han sido legalizados en Estados Unidos desde 1986. Entre 1929 y 1986, el estatus de más de 1.5 millones de personas fue arreglado por el Congreso.

Alguna forma de legalización está en camino, a medida que aumentan las presiones políticas y económicas. Los republicanos en la Cámara de Diputados insisten en que no habrá reforma migratoria en este año, pero la historia dice que es inevitable.

“Es el siguiente paso generacional” que tiene como su base a la historia, dijo Cowan.

Salazar esperará. Se siente segura, pero sabe que al igual que millones de personas que como ella también apoyan una reforma migratoria tiene mucho trabajo por hacer para responder al “último aliento” de esos que se oponen a cualquier tipo de reforma y que, agregó Cowan, “hacen todo lo posible porque esto sea tan miserable y crear tanto sufrimiento como puedan”.

Este es un momento transitorio para Salazar. Lo es también para nosotros.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573 4187.