Bill de la Rosa hizo una petición urgente en días pasados.

Frente a las cámaras de televisión y de fotógrafos en El Pueblo Neighborhood Center del sur de la ciudad, flanqueado por un congresista, por funcionarios públicos locales y por gente que lo apoyaba, De la Rosa le suplicó al gobierno federal el jueves 23. Pidió que su mamá deportada pudiera venir a su casa en Tucsón para estar con su esposo por última vez antes de que el papá de Bill muera.

Así fuera sólo por un día o una hora, concédanle una visita humanitaria, dijo lleno de emoción. Su plegaria se dio dos días después de que un oficial de inmigración anónimo en el Puerto de Entrada DeConcini en Nogales, o en Washington, D.C., negara la petición de Gloria Arellano de la Rosa de sostener las manos de Arsenio de la Rosa y tocar su rostro, y de abrazar y consolar a sus cuatro hijos.

El viernes 24, Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, sus iniciales en inglés) revirtió su decisión y tomó la medida correcta: Gloria recibió un pase de 30 días para estar con su esposo y sus hijos, todos ellos ciudadanos norteamericanos.

No se debió llegar hasta ahí.

Bill no debió tener que pedir la intervención del congresista Raúl Grijalva, quien solicitó a la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, “una pizca de compasión y humanidad”. Bill no tenía que haberse visto forzado a iniciar una petición de apoyo en línea el miércoles pasado, la cual para el viernes por la tarde ya contaba con más de 16 mil firmas. Y Bill, su mamá y sus tres hermanos no debieron tener que sufrir durante tres noches por la insensible decisión oficial.

Pero Bill, de 24 años, hizo lo que tenía que hacer ante la obvia falta de comprensión y compasión por parte de CBP.

Aduanas y Protección Fronteriza, dijo Bill, rechazó la petición de su madre porque en el 2009 se le negó la residencia legal en Estados Unidos. A su mamá, mexicana, se le prohibió reingresar al país después de que viajó a Ciudad Juárez, Chihuahua, para solicitar la llamada green card, siguiendo el consejo de su abogado. Años antes se había quedado a vivir aquí con la visa vencida.

Eso, sin embargo, no la convierte en criminal, dijo la concejal de Tucsón Regina Romero en la conferencia de prensa, donde también estuvieron el supervisor de Condado Pima, Richard Elías, y Adelita Grijalva, integrante de la Mesa Directiva del Distrito Escolar Unificado de Tucsón.

Pero la ironía de la negativa de CBP ante la petición humanitaria de Gloria Arellano de la Rosa es que en el 2011 Gloria recibió dos permisos por cinco días para visitar a su esposo después de sufrir un derame cerebral. Y en ambas ocasiones cumplió con la orden de regresar a México.

Es un hecho que el CBP se negó a ver también. La agencia fue ciega ante factores relevantes que deberían haber hecho que la primera petición se concediera sin pensarlo. Los señores supremos de la inmigración no reconocieron a la admirable familia que hacía la petición.

Arsenio de la Rosa tiene 85 años. La última vez que vio a su esposa fue en el Día de Acción de Gracias de 2017, cuando él fue a Nogales, Sonora. Los hijos han ido a Sonora a ver a su mamá tan seguido como han podido. Bill ha tenido menos oportunidades, porque estudia con una beca un postgrado en la Universidad de Oxford en Inglaterra. Antes de irse al Viejo Continente estudió en una universidad en Maine, en el noreste del país.

Su hermano mayor, Jim, es veterano de la Corporación de Marines y estudiante en el Colegio Comunitario Pima. Su hermana, Naomi, menor que ellos dos, acaba de ingresar a la Universidad de Arizona tras graduar de Pueblo Magnet High School. Y el más chico, Bobby, está en secundaria.

La familia De la Rosa fue tema de un premiado reportaje presentado en La Estrella de Tucsón en varias partes realizado por mi colega Perla Trevizo, del Arizona Daily Star, con fotos de Mike Christy. Otra ex compañera de trabajo, Fernanda Echavarri, quien entonces laboraba en Arizona Public Media, también participó en la serie Divididos por la Ley.

Pero, no nos confundamos. La familia De la Rosa no es la única en el país a la que los oficiales de inmigración le han negado peticiones similares. Sólo que esas familias no cuentan con los factores de simpatía que tiene la familia De la Rosa y no tienen a un diputado y a su comunidad para que las respalden.

“Todos jugamos nuestros roles”, dijo Bill en la conferencia de prensa, con relación a la resolución familiar de mantenerse fuertemente unidos en los pasados nueve años en los que la familia ha estado dividida por la ley.

La familia De la Rosa ha hecho su parte y aguantado hasta el final de la orden de separación, pero CBP no. Cuando la agencia tuvo la oportunidad de hacer lo correcto, no lo hizo. Al final, CBP metió reversa para corregir su bochornoso error.

Al final, CBP hizo lo correcto para Gloria Arellano de la Rosa y su familia, quienes se reunieron el viernes por la tarde. Su hijo, junto con el congresista, los reporteros y las cámaras de los medios de comunicación, la recibió cuando pisó suelo norteamericano por primera vez en siete años. Los siguientes 30 días estarán llenos de lágrimas y abrazos.

La emotiva conferencia de prensa de Bill y su llamado a la comunidad funcionaron. La fallida decisión burocrática fue revertida. La desesperación de la familia se mitigó.

Simplemente, no había necesidad de llegar tan lejos.


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Ernesto “Neto” Portillo Jr. es editor de La Estrella de Tucsón. Contáctalo en netopjr@tucson.com o al 573-4187.