Cuando se trata de maternidad, Geneva Escobedo tiene una variedad de sombreros. Se quita uno y se pone otro.
Está el que presume con orgullo como madrastra de tres hijas, con 17 nietos y 3 bisnietos, además de haber sido tutora legal de uno de sus sobrinos.
Otro sombrero lo portó por unos 30 años trabajando en la educación superior, como mentora de estudiantes y de compañeros suyos.
También se pone el sombrero de la “Madre del Maíz”, tomado de la figura mitológica a la que las culturas ancestrales indígenas de Norteamérica le atribuyen el origen el maíz y que representa a una fuerte figura materna que protege y alimenta.
Y hay otro sombrero que todavía se pone como maestra y capacitadora del Instituto de Liderazgo Hispano (Hispanic Leadership Institute), el cual ofrece herramientas a profesionistas para que se desarrollen como defensores comunitarios.
Porta todos estos sombreros con orgullo materno. Es madre en el más amplio y profundo sentido del rol que juegan en la vida de muchas personas las mujeres que nutren y enriquecen a los demás.
“Está incrustado en mi cultura mexicana que las mujeres de mi familia, y muchos hombres de mi familia, contribuyen en su comunidad”, dijo Escobedo.
Escobedo es una de los muchos alentadores y promotores “silenciosos”, de esos que trabajan en aras del bien público sin llamar la atención hacia sí mismos. Comparten su conocimiento y sus experiencias como simples momentos de enseñanza por el puro gusto de contribuir y ayudar.
Ese cuidado y guía no sólo da fundamento a otras personas, sino que a ella le ayuda a construir su fortaleza interna y su resolución, dijo Escobedo.
Ella traza una línea directa hacia su mamá, Bríjida Escobedo, y a su abuela Nellie Escobedo Plasencio, quienes fueron mujeres fuertes y activas en Safford, donde Geneva nació y creció. Su nina Nellie, seleccionada como tesorera del Condado Graham, y Bríjida fueron muy activas entre la comunidad mexicoamericana de Safford.
El papá de Geneva, Pedro Escobedo, quien al principio era agricultor algodonero, dejó el campo para irse a las minas de cobre de Morenci, donde trabajó por 32 años.
A su mamá y a su madrina las llama sus Madres del Maíz. No sólo representan la vida y el alimento, sino sabiduría y cuidados maternos.
Sus padres y su nina moldearon los valores de la Geneva joven. Geneva aprendió muy bien y muy pronto, pues fue como una segunda madre para sus cuatro hermanos menores.
Su mamá había dejado la escuela preparatoria para ayudar a su familia, pero años después obtuvo el diploma equivalente al bachiller, demostrándole a Geneva que la educación nunca se detiene.
“Me enseñó que la edad no es una barrera”, dijo Escobedo. Es un principio básico que después ella compartiría con mamás de las que fue mentora en años subsecuentes.
Después de realizar una carrera corta (associate degree) en el Colegio del Este de Arizona, Escobedo se mudó a Phoenix para trabajar en el Arizona Bank. Ese movimiento la llevó a estudiar una licenciatura en la Universidad Estatal de Arizona (ASU), luego una maestría en la Universidad de Phoenix y a trabajar a principios de los años setenta con Chicanos Por La Causa, la organización de servicio social con sede en Phoenix que surgió en 1969.
Cuando se casó y se convirtió en madrastra de tres niñas, Escobedo y su familia se mudaron a Florida. Pero el matrimonio terminó y ella regresó a Arizona. Vino a Tucsón en 1999 y empezó una carrera laboral en el Colegio Comunitario Pima, a donde llevó consigo las enseñanzas de sus Madres del Maíz. En el PCC trabajó en programas multiculturales y académicos y fue asistente ejecutiva del presidente del Campus Oeste.
Conectarse e interactuar con estudiantes se convirtió en una misión para ella. Se veía a sí misma en los rostros y las aspiraciones de los estudiantes con experiencias similares o idénticas a la suya al haber crecido en el seno de una familia de clase trabajadora.
Mientras Escobedo veía por los demás, también lo hacía para sus adentros, explorando su lado creativo. Ha escrito poesía y ensayos, y espera publicar en octubre un libro sobre su papá, quien falleció en el 2001.
Escobedo no ha pasado desapercibida. Fue incluida en una colección de retratos e historias llamada “Return of the Corn Mothers”, que se originó en Colorado en el 2007 y se exhibió en el Colegio Pima a finales del 2010.
Y aunque Escobedo, de 67 años de edad, se jubiló el año pasado del Colegio Pima, ella sigue aportando. Es capacitadora en el Instituto de Liderazgo Hispano, un proyecto de la Cámara de Comercio Hispana de Tucsón. Es integrante del Concilio de la Comunidad Hispana de la Universidad de Arizona y tiene un asiento en la mesa directiva de la agencia de servicio social Our Family Services.
Al igual que otras madres fuertes y comprometidas, Escobedo no tiene planes de dejar de dar confort y guía a los demás.
“Lo haré hasta mi último aliento”.