Estudiar en el exterior es el sueño de muchos jóvenes latinoamericanos que, desde sus países, exploran la posibilidad de encontrar pasantías, estancias académicas o cursos para mejorar sus habilidades de comunicación en inglés y así estar más cerca de su objetivo. Pero, en el proceso de ampliar sus perspectivas, aparecen muchas dudas: ¿Cómo lograrlo cuando no se tienen los suficientes recursos económicos para salir del país? ¿Qué tan posible es conquistar nuevos horizontes académicos?
Durante más de 15 años, la mexicana Nadia Álvarez Mexía se ha dedicado a posibilitar espacios de aprendizaje diversos e incluyentes en donde estos jóvenes –así como docentes e investigadores universitarios– puedan alcanzar sus metas personales y profesionales.
Cuando describe su carrera, Nadia –con un doctorado en Filosofía, enfocado en Docencia y Formación Docente– dice que se considera una educadora migrante, una agricultora de la educación. “Me comparo, con mucho respeto, con mis paisanos mexicanos que vienen a este país a trabajar en la agricultura. Estás en el campo, estás de sol a sol, estás con las manos en la tierra, trabajas duro, tal vez nunca vas a disfrutar el fruto de tu cosecha, pero la satisfacción de ver crecer y de producir la tierra es lo que te motiva a hacer tu trabajo”.
Gracias a su gestión, cientos de estudiantes de países como México, Colombia, Brasil y Chile, así como de países asiáticos y europeos, han logrado adelantar estancias de investigación, participar en cursos de verano o alcanzar diplomas de pregrado y posgrado en la Universidad de Arizona.
Desde el mes de agosto, como confirma el Decano Asociado, Dr. John Pollard, ella es la primera mujer latina, mexicana y migrante contratada como catedrática (Assistant Professor of Practice) en el Colegio de Honores (Honors College) de esta universidad. Su nuevo cargo de Directora de Iniciativas de Educación Transfronteriza ha sido recientemente creado en la Facultad de Educación.
Una mexicana muy “chida”
La historia de Nadia está siendo incluida en la colección Historias de mexicanas chidas para niñas chidísimas, el segundo volumen de una serie producida por dos argentinas residentes en la Ciudad de México. Junto con los perfiles de profesionales como el de una jefa de plataformas petroleras, una ingeniera en sismología, una ingeniera mecatrónica, una soprano mixé y una famosa muralista en 3D, la trayectoria de esta educadora del norte de México en Arizona llamó la atención de las autoras del libro que se publicará a finales de 2021.
Como manifiesta Luciana Biondo, en el proceso de investigación previo a la producción de este libro “quedamos encantadas con todas las innovaciones que ha hecho Nadia. De México no conocemos otro perfil de educadora que haya hecho una labor tan admirable por los estudiantes y por las mujeres, sobre todo por las que están enfocadas en carreras científicas y tecnológicas”.
Hija de maestros mexicanos –su madre nació en Ciudad Obregón, Sonora, y su padre en Mazatlán, Sinaloa–, desde niña, Nadia se sintió atraída por la vida académica y por el servicio social. Se crió en un barrio de clase trabajadora en la ciudad de Mazatlán, en el Pacífico mexicano, y gracias a la visión y al apoyo de sus padres logró terminar sus estudios de ingeniería en el Tec de Monterrey. Como ellos, pronto enfocó su profesión en la educación.
“Yo soy el producto de dos subculturas dentro de una misma cultura”, dice Nadia, “no solo por estrato socioeconómico, sino también por ideología y por color de piel: mi papá es moreno y mi mamá es blanca”. Su propia historia y la relación de sus padres le han servido de inspiración, puesto que, a lo largo de su camino profesional, su vocación de educadora la ha llevado a crear espacios en donde diferentes realidades se puedan conocer y hacerse fuertes en la diversidad.
Emigrar y conquistar nuevos horizontes
Después de trabajar durante más de una década como maestra en su país de origen, Nadia llegó a Estados Unidos con su esposo y su hijo mayor, que estaba entonces muy pequeño. Ambos tenían el propósito de adelantar estudios doctorales, el de ella tenía lugar en el departamento de Educación y estaba enfocado en Docencia con una especialización en Lengua, Lectura y Cultura en la Universidad de Arizona. Muy pronto, con apoyo de sus mentores, comenzó a propiciar espacios de intercambio con universidades de América Latina y el mundo.
Su estatus migratorio de estudiante de doctorado –que le impedía acceder a un cargo de tiempo completo en la universidad– no fue obstáculo para que ideara maneras de colaborar con otras universidades en la búsqueda de alianzas que facilitaran la profesionalización de estudiantes extranjeros en este país.
Desde sus años de estudiante en Arizona, sus esfuerzos en gestiones interinstitucionales se han visto retribuidos por la consecución de alrededor de $3 millones producto de negociaciones sostenidas con las universidades de origen de los estudiantes. “Eso ha permitido consolidar nueve programas enfocados a diferentes poblaciones, objetivos y áreas académicas”.
El más reciente apoyo fue recibido en 2021. Se trata de una beca de $35,000 otorgada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos para expandir el programa de educación transfronteriza (NEBP, por sus siglas en inglés). Entre 132 postulaciones, la Universidad de Arizona fue una de las 26 instituciones seleccionadas para crear, expandir o diversificar la movilidad académica de los estudiantes nacionales, en particular aquellos que han sido históricamente excluidos, como los afrodescendientes, indígenas o de bajos recursos.
Por su trabajo ha recibido numerosas distinciones como el Premio Peter W. Likins para la Inclusión y Diversidad (2007), el Premio Senador Paul Simon (NAFSA 2012), el Premio Edith Sayre Auslander – Visionario Establecido (2018), el reconocimiento de la Comisión de Relaciones Humanas de la Ciudad de Tucsón (2018) y un premio de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez por sus contribuciones a la educación superior y su internacionalización (2019). En 2020, fue reconocida con el premio Mujeres de Cambio por la Secretaría de Educación y Cultura del Estado de Sonora.
El próximo 24 de octubre, en el marco del Foro Bilateral sobre Propuestas de Mejora para la Movilidad Internacional Educativa a Nivel Superior, el Modelo de las Naciones Unidas en Hermosillo le dará un reconocimiento como “Mujer Mexicana Distinguida”.
Ser auténticos y no olvidar las raíces
“Yo ahora hago este ejercicio siempre y me pregunto: ¿por qué soy así?”, comenta Nadia. “Entonces me acuerdo de mis abuelos maternos, que fueron emprendedores”. Rememora la historia de su abuelo, quien migró por un tiempo a Estados Unidos y vio en Los Ángeles tortillerías que usaban máquinas. Cuando se casó introdujo en su pueblo de Sonora la primera máquina de tortillas, una visión que cambió el futuro de su familia e impactó a las generaciones venideras.
Nadia invita a sus estudiantes y a quienes sueñan con alcanzar sus propios proyectos a nunca dejar de ser auténticos. “Los que somos profesionistas y emigramos a otros países tenemos una posición de privilegio comparada con otros compatriotas que vienen a este país de otras formas, o van a otras regiones”, dice. “Pero mientras que ellos cruzan desiertos físicos, nosotros –los que venimos, por ejemplo, con una visa–, cruzamos mentes desérticas”. La doctora hace referencia a los retos que se enfrentan por el hecho de tener un acento, hablar otro idioma o visionar soluciones de maneras diferentes.
Dice: “En muchas ocasiones pensamos que cuando caminamos hacia la profesionalización tenemos que desprendernos de quiénes somos. A mí, mi propia experiencia me ha dicho que entre más auténtico sea uno y mientras más conservemos nuestra esencia y nos preparemos para seguir caminando y logrando lo que nos hemos propuesto, vamos a ser mucho más eficaces en alcanzar las metas”.
Desde su visión docente, Nadia invita a otros educadores a aprovechar la diversidad que tienen en sus aulas y a incluir las voces de sus estudiantes en la creación de ecosistemas escolares en donde todos sean escuchados. “El contenido de nuestras clases debería reflejar las identidades, culturas, lenguajes y expresiones que estos estudiantes nos traen a nuestro salón de clases y a nuestro recinto académico”, dice.